En un movimiento que intensifica las fricciones regionales, el portaaviones nuclear USS Gerald R. Ford, el buque de guerra más avanzado y grande del mundo, ingresó este martes a la zona del Comando Sur de Estados Unidos en el Caribe, sumándose a una operación naval masiva contra el narcotráfico.
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La llegada del navío, ordenada por el presidente Donald Trump hace tres semanas, coincide con la activación por parte de Venezuela de un plan de defensa integral que implica la movilización de todos sus recursos militares, en lo que Caracas califica como una respuesta a una «amenaza imperialista» de Washington.
Despliegue estadounidense: Refuerzo antinarcóticos o presión política
La Marina de EE.UU. confirmó la entrada del USS Gerald R. Ford –de 335 metros de eslora, 100.000 toneladas y capacidad para 5.000 tripulantes– en el área que cubre América Latina y el Caribe. Este portaaviones, que entró en servicio en 2017 y puede transportar cazas F-35 y misiles de defensa avanzados, se une a al menos ocho destructores, un submarino nuclear y escuadrones de aviones de combate ya presentes en la región.
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El Pentágono describe la operación como un esfuerzo para «desmantelar redes de tráfico de drogas y organizaciones criminales transnacionales», en el marco de una campaña que ha incluido al menos 20 ataques aéreos y navales contra embarcaciones sospechosas en el Caribe y el Pacífico oriental, resultando en la destrucción de botes y al menos 76 muertes en aguas internacionales desde agosto.
Sin embargo, analistas y el propio régimen venezolano interpretan estos movimientos como un intento velado de forzar un cambio de poder en Caracas.
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Trump ha elevado la recompensa por información que lleve a la captura de Nicolás Maduro a 50 millones de dólares, acusándolo de liderar una red de narcotráfico ligada a carteles y grupos armados –imputaciones que el mandatario chavista rechaza categóricamente, denunciando una «guerra inventada» por Washington. En una entrevista reciente, el presidente estadounidense minimizó la posibilidad de un conflicto armado directo, pero insinuó que «los días de Maduro están contados», avivando especulaciones sobre intervenciones futuras.
Respuesta venezolana: «Plan Independencia 200» en alerta máxima
Ante la proximidad del portaaviones –que se reporta navegando cerca de costas venezolanas–, el Ministerio de Defensa de Venezuela anunció la implementación inmediata de una nueva fase del «Plan Independencia 200», una doctrina cívico-militar lanzada este año para salvaguardar la soberanía nacional.
La orden, emitida por el ministro Vladimir Padrino López, convoca a un «despliegue masivo» de tropas, milicias bolivarianas, sistemas de armas terrestres, aéreas, navales y misilísticos, así como órganos de seguridad ciudadana, con ejercicios programados entre el 11 y 12 de noviembre.
El objetivo declarado es «optimizar el mando, control y comunicaciones» para una defensa integral, involucrando a millones de reservistas en todo el territorio. Aunque en Caracas no se observa un aumento visible de presencia militar en las calles, fuentes oficiales enfatizan que el plan busca disuadir cualquier agresión externa y promover la «paz soberana». Maduro ha instado a la población a reportar actividades sospechosas a través de aplicaciones gubernamentales, en un contexto de creciente paranoia regional.
Contexto de tensiones crecientes entre Caracas y Washington
Las hostilidades escalaron en agosto de 2025, cuando Trump reactivó una política de «máxima presión» contra el régimen de Maduro, combinando sanciones económicas renovadas con operaciones militares en el Caribe.
Venezuela ha buscado aliados en Cuba y Nicaragua para contrarrestar el aislamiento, aunque el respaldo se limita a declaraciones de solidaridad verbal por ahora. Paralelamente, la crisis humanitaria en el país se agrava: la inflación anual superó el 150% en octubre, atribuida en parte a las restricciones comerciales impuestas por EE.UU., que han paralizado exportaciones clave como el petróleo.
#ElDato 📊 Las tensiones entre Washington y Caracas han aumentado drásticamente en los últimos días.
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La escalada ha generado preocupación en la región. Colombia ha advertido sobre el riesgo de un «conflicto mayor», mientras que Trinidad y Tobago –aliado de Washington– ha respaldado públicamente el despliegue estadounidense, lo que ha tensado sus lazos con Venezuela y avivado disputas fronterizas en el Golfo de Paria. Organismos como la OEA y la ONU han llamado a la desescalada, pero sin avances concretos hasta el momento.
Expertos temen que un incidente naval inadvertido pueda precipitar una crisis mayor, aunque por ahora prevalece la retórica sobre la acción directa. La comunidad internacional observa con cautela, mientras la estabilidad del Caribe pende de un hilo.
Nicaragua Investiga
