El recuerdo más latente que tiene Ludwika Vega fue a sus 18 años cuando apareció vestida de mujer en la portada del periódico El Nuevo Diario. Vega jamás imaginó que un evento en Managua donde se vistió de esa forma haría que su padre se quebrantara y llorara al verla así en uno de los diarios de mayor circulación de ese entonces.
A su vez rememora que su padre lloró, pero aclara que no fue por verla vestida de mujer, sino por su abuelo que le mostró la foto en el diario y por los comentarios negativos que habían generado la foto.
Ludwika Vega, es actualmente la presidenta de Asociación Transgéneras de Nicaragua (ANIT). El proceso para llegar al activismo no ha sido fácil, relata Vega a Nicaragua Investiga pues afirma que la discriminación y el rechazo siempre han existido. Desde esta organización han venido trabajando este proceso para disminuir la exclusión o los sentimientos negativos hacia las personas transgénero.
«Desde los cinco años de edad uno empieza a sentir su identidad sexual, pero la identidad es un proceso y la vine expresando a los 17 años cuando me bachilleré y entré a la universidad», dice Ludwika.
Ahí Ludwika comenzó a mostrar cambios y se comenzó a maquillar y se dejó crecer el pelo como una forma de aceptarse tal y como se sentía: una mujer pero esto no fue tan fácil para ella.
«Fue un proceso duro por el rechazo de algunos familiares, por parte del sector de educación; en la universidad, sufrí acto de discriminación rechazando mi presencia en grupos de trabajo», rememora la activista.
Ella cuenta que al momento que le tocaba hacer trabajos grupales nadie quería acercársele. Y es algo que quedó grabado en su mente pues algunos compañeros le decían que no querían trabajar con una «mariquita».
Pero la discriminación no solo la sufrió en casa y escuela, también en la calle.
«En los buses veo cómo la gente te queda viendo de una forma rara, en el caso mío yo ando maquillada, no uso pecho pese a ser una mujer trans, eso genera incomodidad en muchas personas; estamos acostumbrados o la normativa social que ser mujer es tener senos, o vagina o parir, pero nosotros como mujeres trans no somos esa construcción de mujer que se nos ha impuesto», dice Ludwika a Nicaragua Investiga.
Gobiernos liberales criminalizaban la homosexualidad
Durante el periodo comprendido entre septiembre de 1992 y mayo de 2008, la homosexualidad en Nicaragua era un delito. Mediante la aprobación, el 11 de junio
de 1992, de la Ley No. 150 que reformó el Código Penal, se introdujo el artículo 204 que de manera específica tipificaba la sodomía.
«Artículo 204.- Comete delito de sodomía el que induzca, promueva, propagandice o practique en forma escandalosa el concúbito entre personas del mismo sexo. Sufrirá la pena de uno a tres años de prisión. Cuando uno de los que lo practican, aun en privado», decía parte del Código Procesal Penal.
En noviembre del año 1992, el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (CENIDH) junto con activistas gays y lesbianas y diversos ciudadanos nicaragüenses, interpusieron un recurso de inconstitucionalidad ante la Corte Suprema de Justicia contra la disposición antes citada, argumentando que violaba 12 artículos de la Constitución Nicaragüense, incluidos los derechos a la privacidad, a la libertad de expresión y a no ser discriminado (principio de igualdad ante la ley).
Sin embargo hasta que en noviembre de 2007, cuando Daniel Ortega asumió el gobierno dio a conocer su nuevo Código penal, en el que se abolió la prohibición de la «sodomía».
¿Qué dicen las leyes de Nicaragua sobre el respeto a la identidad sexual?
Actualmente en la Constitución Política de Nicaragua establece en el artículo 27 que todas las personas son iguales ante la ley y tienen derecho a igual protección. No habrá discriminación por motivos de nacimiento, nacionalidad, credo político, raza, sexo, idioma, religión, opinión, origen, posición económica o condición social.
“Los nicaragüenses tienen derecho, por igual, a la salud. El Estado establecerá las condiciones básicas para su promoción, protección, recuperación y rehabilitación”, dice parte de artículo 59 de la Carta Magna.
Por su parte el Código Penal de Nicaragua establece en el artículo 36 como discriminación cuando se comete el delito por motivos raciales, u otra clase de discriminación referida a la ideología u opción política, religión o creencias de la víctima; etnia, raza o nación a la que pertenezca; sexo u orientación sexual; o enfermedad o discapacidad que padezca.
Piden más apoyo
Ludwika afirma que si bien es un logro cree que se necesitan mayores cambios por parte del Estado para apaciguar las discriminaciones pues asevera que Nicaragua “no existe una ley que reconozcan a las mujeres transgénero como tal para poderla identificarlas y aceptarlas dentro de la sociedad”.
Laura González, otra activista y mujer transgénero consultada por este medio, comparte que cuando acudió a una institución pública a sacar su pasaporte para viajar fuera de Nicaragua fue víctima de discriminación.
González relata que al entregar su cédula a la persona en la ventanilla de gobernación y notar su nombre legal, esta llamó a otro joven pidiéndole que la llevaran a lavarse el rostro.
“Aquí hay reglas y uno las tiene que cumplir” fue la respuesta que recibió por parte de la mujer en la ventanilla, luego de que González denunciara que estaba siendo violentada su identidad de género.
Además, destaca que muchas mujeres trans que conoce jamás habían experimentado tal situación al acudir a tomarse su foto de pasaporte.
Ante los reclamos, González comenta que se presentó a la ventanilla alguien superior, reafirmándole que no podía salir maquillada, por lo que tuvo que verse en la obligación de acceder a desmaquillarse, quitarse sus aretes y recoger su cabello.
Al volver, notó la postura “amargada” con la que fue recibida por la persona en ventanilla e incluso asegura que su fotografía quedó borrosa al final.
Las personas trans en Nicaragua se ven obligadas a soportar diferentes tipos de abusos y discriminaciones, ya que no existen leyes que las protejan, “si sos una mujer trans, no existe la ley para ti” destaca González.
González sostiene que ningún partido político se ha interesado por su comunidad, especialmente en las mujeres transgénero.
Personas trans con menos años para vivir
De acuerdo con un informe regional publicado en agosto de 2019, reveló que unas 1.300 personas de la comunidad LGTBI fueron asesinadas en Latinoamérica entre enero de 2014 y junio de 2019, la mayoría en Colombia, México y Honduras.
El documento, denominado «El prejuicio no conoce fronteras», da cuenta de 1.292 homicidios de miembros del colectivo de Lesbianas, Gais, Transgénero, Bisexuales e Intersexuales (LGTBI) en nueve países de Latinoamérica y el Caribe en el referido lapso.
Nicaragua no aparece en los índices de crímenes hacia la comunidad LGBTI, sin embargo las activistas piden una ley que endurezca este tipo de crímenes de odio.
La activista Ludwika Vega por ejemplo señala que en 2019 intentó ser asesinada por dos sujetos que irrumpieron en las antiguas oficinas del colectivo que dirige.
«Un par de individuos llegaron en la oficina donde estábamos, se bajaron, preguntaron por mí, entraron a la casa y sentí un golpe en la cabeza. Cuando comencé a gritar me amordazaron, me apuñalaron. Buscaban puntos blancos. Me dieron con un adoquín en la cabeza y me hicieron desprendimiento en la boca. Me dejaron amarrada y con la cabeza en una bolsa de detergente», rememora la activista.
Asegura que hasta la fecha la Policía Nacional no le ha otorgado el acta de denuncia o de certificación de Medicina Legal pese a que han transcurrido más de siete meses del hecho.
De hecho en el contexto del COVID19 la Asociación que lidera tiene información de 17 casos de violencia como agresiones físicas, daños sicológico, robo y maltrato a las mujeres transgénero.
“Estas son mujeres trans que laboran por la noche en trabajo sexual, otras que han sufrido violencia por gente de la sociedad y han sido víctimas de agresiones físicas”, detalla Ludwika.
El mensaje: educación, inclusión educativa y el respeto a los derechos
La presidenta de ANIT alega que el principal mensaje es la educación porque si “vos no te informás, no te educás de cuál es la verdadera situación de los conceptos que existen que quiénes somos, cómo somos; no vamos a aprender nunca”.
Laura González sugiere que uno de los principales avances que se debería de promover es la inclusión educativa “porque en un curso regular no se aceptan como mujer trans. El estado garantice y vele por un derecho a trabajar y que no solo sea en el medio informal”.
“Deberíamos educarnos nosotras para educar a los demás”, dijo Ly Reyes, otra persona transgénero consultada por este medio de comunicación.
«Tomos seres humanos, todos sentimos por iguales, porque los mismos derechos que tiene otra persona por con el mismo genero con el que naciste lo tengo yo”, concluyó otra Ly Reyes.
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