Ni periodistas ni universitarios imaginaron que el 18 de abril de 2018 sería un día completamente distinto. Un punto de quiebre, no solo en la vida de ellos, sino en la de la mayoría de nicaragüenses.
Nicaragua Investiga conversó con tres ciudadanos —un periodista, un camarógrafo y una universitaria— para rememorar, desde tres perspectivas diferentes, un mismo acontecimiento: las protestas que lo iniciaron todo, aquella pequeña concentración en Camino de Oriente que se tornó violenta y cambió el curso de nuestra historia reciente.
Estudiantes sorprendidos
Ariana Moraga fue una de los estudiantes que convocaron a la manifestación. Creyeron que el lugar elegido era seguro por estar ubicado en una importante y concurrida zona comercial de Managua. Se dividieron en grupos de 20 a 30 manifestantes que empezaron a salir al ponerse el sol con planes de iniciar la protesta a las cinco de la tarde.
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«Sentíamos que éramos como el primer grupo de estudiantes o jóvenes que se estaban tratando de manifestar en las calles sin tener la bandera de un partido político, sin tener la bandera de una organización específica», afirma Moraga, quien para entonces era estudiante de Biología en la UNAN-Managua.
Días antes, Moraga había participado en las manifestaciones de los universitarios contra la inefectiva respuesta estatal al megaincendio en la reserva Indio Maíz. A pesar de que ellos ya habían «visto los indicios» de la violencia del Estado, nunca se imaginaron que los simpatizantes sandinistas «iban a ir en serio, con todo». «Lo mirábamos en las protestas de Indio Maíz. Nos mandaban a las turbas, nos asediaban, pero nunca se nos habían acercado como lo hicieron el 18 de abril», señaló la joven.
A las cuatro y media de la tarde, Ariana se reunió con un grupo de manifestantes en los portones de la Universidad Americana (UAM). Veinte minutos después, empezaron a desplazarse hacia Camino de Oriente mientras monitoreaba el recorrido de las otras agrupaciones de jóvenes, quienes también se dirigían al punto de reunión desde sitios cercanos.
ESTAS SON LAS COORDENADAS DE #SOSINSS
LOS ESPERAMOS Y TODOS TOMEN MEDIDAS DE SEGURIDAD PREVIAMENTE INDICADAS.
RT RT RT POR FAVOR pic.twitter.com/DqwdLwH4vI— #SOSINSS (@sosinssnica) April 18, 2018
A las cinco de la tarde, Ariana y sus compañeros se acercaron al lugar destinado para la concentración. En ese momento, «ya había un claro enfrentamiento, es decir, nosotros llegamos y las lluvias de piedras ya estaban. Vimos el momento exacto en el que llegaron con todas las motocicletas, en grupo, y todos se bajaron. Dejaron las motocicletas y empezaron a sacar garrotes, palos que andaban o piedras, incluso», relató.
Las agresiones físicas y verbales la alcanzaron. Asegura que los simpatizantes sandinistas les empezaron a gritar: «vendepatria». «Nos golpearon, nos insultaron, nos dijeron muchísimas cosas», expresó.
La estudiante recuerda que los enardecidos jóvenes de la JS destruyeron con sillas de hierro los vidrios de varios establecimientos comerciales. Ese ataque duró de diez a quince minutos. Los manifestantes se refugiaron en las tiendas de la zona.
Posteriormente, los estudiantes se colocaron en un extremo de esa avenida comercial y los colectivos orteguistas en el otro. Los primeros respondían con canciones y consignas, los segundos con ofensas.
Periodistas agredidos por la policía en protestas ciudadanas
«Ya había personas heridas, (a algunas) personas ya las habían robado, ya habían sido brutalmente golpeadas», sostuvo la exalumna de la UNAN-Managua.
A las seis de la tarde, aprovechando el punto máximo de circulación vehicular, continuaron el plantón. «Nos tiramos a la calle, cerrábamos el paso, protestábamos y nos volvíamos al bulevar. Y siempre estábamos perseguidos por las turbas del Gobierno», narró Ariana.
Es en ese momento que Ariana asegura haber sido agredida.
—Estúpida. ¿Qué estás haciendo? Ándate a la mierda. Dejen de joder —le gritaban.
De repente, la agresión contra ella pasó de lo verbal a lo físico «El hombre sale del grupo y se va acercando lentamente hacia mí con un tubo en la parte de atrás, para que no se le viera, yo solo lo veo venir y siento el tubazo aquí (en el hombro derecho), pero yo reacciono y, como reacciono, meto mi brazo. Si yo no hubiera visto, probablemente, me hubieran dado aquí, en la cabeza. No sé qué hubiera pasado, probablemente, hubiera caído inconsciente», relató conmocionada Ariana Moraga.
Los camarógrafos que presenciaron la agresión increparon a un oficial de policía que estaba ubicado a menos de cinco metros.
—Oficial, ¿por qué está permitiendo esto? —preguntaron los camarógrafos con indignación.
«Él simplemente se voltea y hace como que nada está ocurriendo», observó Ariana con asombro.
Desconcertada, se aproximó a una policía y denunció: «Me acaban de agredir. Acabo de ser brutalmente golpeada por un hombre con un tubo de hierro».
—Nosotros no podemos hacer nada —respondió con displicencia la oficial.
—¿Quién los mandó? —les preguntó Ariana a los oficiales
—Esa es información que nosotros no podemos darles —contestaban escuetamente.
«Simplemente estaban viendo lo que nos ocurría», lamenta Ariana al recordar lo ocurrido.
Luego, decidieron trasladarse a la UCA porque sabían que estaban realizando otro plantón. No obstante, cuando ellos iban caminando hacia la rotonda Centroamérica, «llegó una camioneta llena de antimotines», quienes realizaron una cadena humana en las dos vías y cerraron la pasada.
Durante ese ataque, por primera vez, detonaron una bomba lacrimógena. El grupo se desintegró. Los jóvenes corrieron en diferentes direcciones buscando salvaguardar sus vidas. Ella le pidió ayuda al conductor de un microbús que había quedado varado. Los pasajeros la auxiliaron. Después de veinte minutos, los dejaron pasar.
El primer día de las protestas contra las reformas al seguro social en #Nicaragua, la primer estrategia del gobierno fue enviar turbas orteguistas a agredir a los manifestantes pacíficos; al no poder cambiaron de discurso y comenzaron a brincar y cantar canciones del partido. pic.twitter.com/ABTsGxRrsY
— Houston Castillo (@HoustonTexasni) May 17, 2018
Moraga asegura que los atacantes «eran personas afines al Gobierno». «Si a mí me tocara responsabilizar a alguien, al único que responsabilizaría es al jefe supremo de la Policía Nacional, es decir, Daniel Ortega y Rosario Murillo», enfatizó.
En el tumulto de gente que corría se encontraba René Cuadras, excamarógrafo del canal informativo 100% Noticias.
A las cinco de la tarde, casi al finalizar su jornada, la periodista Leticia Gaitán le solicitó que se alistara porque cubrirían un plantón de estudiantes en las inmediaciones de Camino de Oriente. La reportera le orientó que grabara a los simpatizantes sandinistas mientras ella entrevistaba a los estudiantes en protesta.
René confiesa que, al principio, se sentía relajado porque algunos miembros del bando sandinistas bromeaban con él, pero las circunstancias cambiaron de manera abrupta, cuando entró intempestivamente un grupo de motorizados
«Ahí empezó todo. Parece que dieron la orden que atacaran al que sea. No les importaba si eran periodistas o eran reporteros. Ellos fueron, ellos robaron, ellos golpearon», relató René Cuadras.
« Me agarraron a tubazos primero. Yo traté de seguirlos. Como veinte me cayeron, me agarraron a patadas y me robaron la cámara… El ambiente estaba tenso”, rememora René. El momento del robo fue captado con un celular por una de las manifestantes que se había logrado refugiar en uno de los establecimientos de la zona. Las imágenes dieron la vuelta al mundo y empezaron a poner la represión estatal en las portadas y titulares de los principales medios del continente.
René asegura que mientras le robaban y golpeaban era insultado con palabras obscenas, aunque reconoce que algunos miembros de la JS se mostraban más agresivos que otros.
«Cuando me tienen en el suelo, les dice uno de ellos: “Déjenlos. Ya les robaron”. Pero viene otro y me da una patada… y me dice: “No, matemos a este hijo de la gran tal”… (el otro) Me dice: “No, ya le robaron, déjenlo ir”», afirmó el camarógrafo.
Luego de que le arrebataron la cámara, uno de los miembros de la JS le pidió que se fuera.
—Andate o, si no, te matan estos majes
René Cuadras buscó a la periodista Leticia Gaitán para contarle lo que había sucedido. Esa noche, ellos interpusieron la denuncia ante la Policía Nacional, aunque no hubo respuesta por parte de las autoridades. «La Policía, como siempre, haciendo su jueguito. No nos puso mente… (dijeron) que iban a investigar y que nos llamaban por cualquier cosa», revela. Hasta la fecha, no han recibido los resultados de la supuesta investigación que los oficiales realizarían.
Un cobertura ¿Para no olvidar?
Para los grupos de choque ser grabados posiblemente representaba un riesgo. Así que los periodistas se convirtieron en un objetivo. El reportero del medio digital Onda Local, Julio López fue testigo y víctima de agresiones físicas y verbales por parte de las turbas del partido sandinista.
Esa tarde, López se movilizó desde su oficina hacia Camino de Oriente junto a sus colegas Duyerling López y Patricia Orozco. Los tres observaron el arribo de las fuerzas de choque de Daniel Ortega y las agresiones y robos que cometían contra manifestantes y periodistas.
López se adentró a la manifestación mientras realizaba una transmisión en vivo a través de Facebook, y de inmediato fue rodeado por las hordas de la JS. Unos nueve hombres, quienes vestían camisetas blancas con letras rosadas y símbolos gubernamentales, lo golpearon con tubos.
El reportero cayó inconsciente y fue auxiliado por algunos manifestantes, quienes lo llevaron donde se refugiaban sus compañeras de trabajo. Primero, fue atendido por una médica privada; posteriormente, fue trasladado al Hospital Fernando Vélez Paiz.
«Estuve, prácticamente, todo la noche inconsciente. Desperté al día siguiente (19 de abril) con recuerdos, prácticamente en cero… no tenía ningún recuerdo del evento», relató López. Aunque el doctor del Hospital Fernando Vélez Paiz le diagnosticó trauma craneoencefálico, se negaron a entregarle los resultados de los exámenes; por tanto, para obtener más información sobre su estado de salud, prefirió ser valorado por otros dos neurólogos, uno en Nicaragua y otro en El Salvador.
Los especialistas coincidieron en que, debido a la paliza, sufrió pérdida de la memoria retrógrada, es decir, no iba a recordar la agresión del 18 de abril. Ellos le recomendaron que llevara una vida normal y que, cada cierto tiempo, se realizara otros estudios médicos porque, en algunos casos, las secuelas tardan en manifestarse.
Para recordar los detalles del ataque, el reportero Julio López tuvo que revisar los videos que sus colegas grabaron y escuchar sus testimonios. Él considera que esta experiencia traumática le permitió reconocer una de las debilidades del periodismo nacional: no incluir el tema de la seguridad cuando se planifican las coberturas. Nunca evaluaron qué hacer si un miembro del equipo periodístico era lesionado de gravedad.
Ellos estaban acostumbrados al asedio policial en las protestas o manifestaciones, pero no previeron el grado de violencia al que estarían expuestos.
«Sabíamos que, probablemente, iba a haber asedio, iba a haber presión de la Policía, pero no estábamos conscientes de que iban a llegar a ese nivel de agresión contra la prensa, contra los periodistas, contra los manifestantes», confiesa este reportero de Onda Local.
Al cumplirse tres años del funesto episodio, de las tres víctimas de agresiones físicas por parte de los fanáticos gubernamentales, solamente, López continúa ejerciendo su profesión. A Moraga la expulsaron de la carrera de Biología de la UNAN-Managua, perdió su trabajo y por protección, se ha visto obligada a vivir en casas de seguridad. Ocasionalmente, realiza algunos trabajos en línea.
Por su parte, Cuadras siguió trabajando como camarógrafo de 100% Noticias hasta el 23 de diciembre de 2018 cuando el Gobierno allanó las instalaciones del canal informativo y encarceló al director y a la jefa de prensa. A causa de la golpiza en el hospital, los doctores le indicaron que tiene una lesión en un disco de la columna.
«No puedo hacer fuerzas porque ahí no más se me viene el dolor», reconoce Cuadras con profunda tristeza. Recientemente, su historia fue publicada por un medio de comunicación internacional. A veces, él y su esposa comen una vez al día. No tienen dinero para pagar el alquiler. Ha buscado trabajo «en lo que sea», pero no es capaz de laborar «en algo pesado» porque no soporta el dolor en la columna.
Mientras tanto, quienes ordenaron la agresión del 18 de abril de 2018 siguen viviendo en la normalidad.
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