La ciudad de Granada se ha caracterizado por los atractivos coches jalados por caballos que todos los días recorren las principales calles de la Gran Sultana. Llegar a este departamento y no transportarse en uno, es como no haber visitado esta ciudad. Hace decenas de años, cuando las casas eran pocas y las calles eran polvosas, las berlinas eran el único transporte para sus habitantes.
Algunos de los cocheros más reconocidos y emblemáticos de Granada ya no son vistos en las calles como antes. Hace muchos años, desde horas muy tempranas se les miraba pasar, avanzaban al sonido de los cascos de los caballos, pero hoy están retirados del oficio debido a su avanzada edad.
José Esteban Duarte Claro, es uno de ellos. Conocido en todo Granada cariñosamente como “El Conejo”, es uno de los cocheros retirados más representativos de esta ciudad. Por más de 40 años, se dedicó al servicio de coches, e incluso, donde vive, se ha convertido en una referencia para personas que buscan direcciones para llegar a su destino.
Duarte Claro, no solo se ha convertido en una referencia de la historia más reciente de esta ciudad, sino que también revive la popular expresión del nicaragüense cuando de dar una dirección se trata; ´de donde El Conejo, dos cuadras abajo´, se les oye decir a los granadinos o ´cerca de la esquina de El Conejo´, dicen otros.
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“El Conejo” por herencia
Narra que el apodo “El Conejo” es una herencia familiar y muchos de sus antepasados cargaron con el toda su vida. Su padre, Carlos Duarte López (q.e.p.d), fue quien se lo heredó. Ahora él lo deja en alto, tanto que un puente cercano a su casa, fue bautizado con su apodo, en referencia a su legado y antigüedad en este barrio.
“El nombre de El Conejo viene desde mis tatarabuelos, ahora soy muy reconocido como El Conejo, pero no pasa nada a mí me enorgullece. De repente pasa la barata (perifoneo) diciendo: ´murió fulano, del puente El Conejo, tanto para tal lado, soy reconocido y no me molesta. Me hace feliz”, contó para este reporte.
Los estudios siempre fueron un problema para don José. “No se me hacían”, dice. En cambio, desde muy pequeño, quiso tener un caballo. Recuerda cuando su madre, Carmen Alba Claro (q.e.p.d), lo mandaba a la escuela para estudiar y en cambio él, se iba donde “unos amigos a bañar caballos”. Más adelante pensó en un coche y después vio que con eso podía ganarse la vida.
El granadino ahora tiene 92 años de edad, es padre de tres hijas, quienes lo acompañaron en su vida como cochero. “Ha sido una buena vida, no me quejo, que gané el pan de forma honrada y pues hay mucho cariño de la gente de aquí a mí y a mi familia”, señala.
Los coches de Granada
En Granada existen tres tipos de coches; el común, que actualmente es utilizado para transporte regular de personas; el turístico, que sirve para llevar visitantes y que permanecen en el parque central o sitios donde llegan turistas; y el fúnebre, que sirve para trasladar a difuntos hasta su última morada.
“El Conejo” relata que llegó a tener tres berlinas, las cuales eran utilizadas como los famosos “coches fúnebres”. Diferentes funerarias de la localidad lo contrataban para realizar cortejos luctuosos, y cuando las solicitudes de contratos se juntaban en un día, sus hijas tomaban el rol de cocheras.
“A mí me gustó de pequeño, yo iba donde un amigo a bañar caballos, ahí me fui levantando, creciendo. Yo tenía tres coches, y en ese tiempo, fundaron las tres funerarias, de las cuales dos funcionan actualmente”, explica. “Ahí me volé 40 años trabajando en eso, y me da risas, porque muchas personas decían que iba a salir enfermo de allá”, agrega.
Duarte Claro narra que un día -como de costumbre- salió para trasladar “un zacate” cuando de repente la tabla que sostiene su peso terminó rompiéndose y ocasionando que cayera al pavimento. Las lesiones fueron graves y evitaron que siguiera trabajando en este medio de transporte.
Recuerda que varios pobladores salieron en su auxilio y fue llevado en ambulancia al hospital más cercano. “No podían operarme porque eran siete costillas quebradas, y más que un riñón se vio afectado porque agarró un tuquito de hueso”, relata.
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Orgullo de su familia
Actualmente, José Duarte Claro, vive cerca de sus hijas y nietos quienes permanecen pendiente de su salud. Lo acompañan un radio y un televisor en los que se entretiene escuchando música. “No tengo donde ir, no tengo que hacer, ahí me distraigo, me siento a oír (música)”, añade.
Para Petrona Duarte, sobrina de “El Conejo”, tener a su abuelo con vida es un “orgullo” para su familia, pues asegura que el reconocimiento que reciben en el barrio es gracias a su desempeño como cochero y su carisma humanitario.
“La gente a veces me pregunta: ´¿No te enojás que te llamemos la Coneja?´ Yo les respondo que no. Más bien me siento orgullosa de que me digan ´Coneja´. A mis hermanos les dicen ´conejitos´”, señala Petrona Duarte,
“Ya les dije a mi gente, cuando yo me muera no quiero que lloren, mejor me llevan a dar una vuelta al parque donde mis amigos para que me vean (por última vez)”, dice el famoso Conejo. “Ese si, que sería mi último paseo en coche”, dijo entre carcajadas.
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