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¿Retorno o deportación? El dilema de nicaragüenses con parole a punto de expirar

La encrucijada de los nicaragüenses: miedo a la deportación o afrontar represalias del régimen de Ortega-Murillo

La fecha de vencimiento del parole humanitario se acerca rápidamente para los primeros beneficiarios que llegaron a Estados Unidos como parte del programa aprobado en 2023 por la Administración Biden- con una vigencia de dos años- lo que pone en riesgo el futuro de miles de nicaragüenses en 2025.

Ana Lucía y Sofía son dos nicaragüenses que, a pesar de haber recorrido caminos diferentes, enfrentan un destino similar. Ambas tienen el dilema de seguir luchando por su permanencia en EE. UU. o regresar a un país donde la represión de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo amenaza su vida en libertad y limita sus oportunidades económicas.

Vencimiento del parole: riesgo de deportación para miles de nicaragüenses en Estados Unidos

Ana Lucía, abogada de 38 años, siempre se definió por su independencia económica. Dueña de un pequeño despacho jurídico en su casa, en una Nicaragua marcada por la represión política, su vida dio un giro en 2023.

Aunque nunca participó en protestas ni se vinculó con grupos opositores, su temor de ser investigada por la policía la llevó a solicitar el parole humanitario.

“Nunca llegaron a mi casa, pero me enteré que la Policía me estaba investigando por mis vínculos con personas que no eran afín al gobierno. Vi a hombres vestidos de civil siguiéndome en varias ocasiones, y eso fue lo que me motivó a tomar la oportunidad del parole,” cuenta Ana Lucía.

Al llegar a Estados Unidos en julio de 2023, la realidad fue mucho más dura de lo que había imaginado. La abogada que había sido independiente en Nicaragua se vio atrapada en trabajos de limpieza y usando transporte público, cuando en su país tenía su propio carro guardado en el garaje de su casa.

“No fue fácil adaptarme. El trabajo no es el que quería, pero me tuve que conformar. Me sentía mal porque tenía una carrera, y aquí no podía hacer lo que hacía en Nicaragua como salir de paseo con frecuencia, a pesar que tenía más ingresos que como abogada en mi país”, explica con pesar.

Ana Lucía siempre mantuvo la esperanza de regresar a Nicaragua y aunque quiso hacerlo al cumplir un año de haber llegado a Estados Unidos, no lo hizo para cumplir con el programa y porque pensaba que su retorno antes de la fecha prevista sería visto como un fracaso.

“Mi esperanza es que la Policía ya me haya olvidado, que no me tengan en sus expedientes. Mi parole vence en julio, y me gustaría regresar, aunque sé que me arriesgo. A veces no sé ni qué es lo que quiero”, asegura.

Sofía y la esperanza de un futuro mejor para su hija

Sofía, madre soltera de 40 años, tomó la decisión de irse a Estados Unidos en busca de un futuro mejor para su hija, que estudia odontología en Nicaragua. En junio de 2023, ella dejó su país con la esperanza de enviar dinero a su hija para que pudiera continuar con sus estudios.

“Mi hija está en la Universidad Americana (UAM), y yo soy su única fuente de apoyo. Cuando me fui, lo hice porque sabía que si no tomaba esa oportunidad, mi hija no tendría cómo seguir adelante con su carrera,” relata Sofía.

Pero el camino hacia su sueño se complicó cuando, un año después de haber llegado a EE. UU., Sofía contrató un abogado para cambiar su estatus migratorio, solo para ser estafada. Perdió 10,000 dólares, y el abogado dejó de responder a sus llamadas.

“Sentí que me habían quitado lo poco que tenía. Perdí el dinero que tanto me había costado ahorrar, y me dejé engañar por alguien que no cumplió con lo prometido. A veces pienso que mi esfuerzo fue en vano y no quiero volver arriesgarme con los servicios de otro abogado,” lamenta.

A pesar de la estafa, Sofía no ha perdido la esperanza. A lo largo de su tiempo en EE. UU., ha logrado enviar dinero a su hija para cubrir sus estudios, pero sabe que aún le faltan dos años para terminar la universidad.

“Quiero quedarme, no solo porque me gustaría lograr algo para mí, sino porque mi hija necesita que yo esté aquí. No puedo irme, sería un golpe duro para ella porque ya está avanzada en su carrera y sé que en Nicaragua no puedo seguírsela pagando”, afirma con firmeza.

Para Sofía, el regreso a Nicaragua no es una opción. “Estoy dispuesta a quedarme aquí, aunque sea de manera indocumentada. No puedo regresar ahora, no es el momento. No me importan los riesgos, lo haría por mi hija”, asegura con la determinación que solo una madre es capaz de tener.

45,995 nicas en riesgo de ser deportados inmediatamente por Donald Trump en enero

El impacto de un régimen represivo

Ana Lucía y Sofía no son casos aislados. Ambas son testigos de cómo la represión política en Nicaragua ha obligado a miles de personas a abandonar su país en busca de seguridad y mejores oportunidades.

Sin embargo, el miedo de ser deportados sigue latente para muchos nicaragüenses que llegaron bajo el parole humanitario, y la situación se ha complicado aún más con la reciente aprobación de nuevas leyes represivas por parte del régimen de Ortega, que podrían poner en peligro no solo el retorno de quienes desean regresar, sino también la seguridad de aquellos que intentan quedarse en Estados Unidos.

Manuel Orozco, politólogo y director del programa de Migración, Remesas y Desarrollo del Diálogo Interamericano, ha advertido sobre la situación de los nicaragüenses que llegaron bajo el parole, señalando que muchos podrían enfrentar la deportación si no logran cambiar su estatus migratorio a tiempo. 

Orozco advirtió que para abril 2025, al menos 7000 nicaragüenses estarán con su estadía vencida y así continuarán elevándose las cifras de vencimientos en los meses siguientes que pondrán fin a los permisos de Sofía y Ana Lucía.

Para Ana Lucía, el regreso a Nicaragua representa un posible fin de su historia en Estados Unidos aunque con un sentimiento de incertidumbre y miedo.

“Quiero regresar, pero al mismo tiempo tengo miedo. Mi familia me espera, pero no sé si mi regreso sería seguro. Si me deportan, me arriesgo a que mi vida en Nicaragua se complique aún más. No es fácil tomar una decisión,” explica.

Por su parte, Sofía sigue luchando por un futuro mejor para su hija. Aunque su estatus migratorio es incierto, su amor y compromiso hacia ella son lo que la mantienen firme.

“Si regresara, ¿qué le diría a mi hija? ¿Cómo le explicaría que no pude seguir ayudándola? No puedo rendirme ahora. Tengo que luchar por ella y por un futuro mejor,” dice Sofía, decidida a no abandonar su sueño.

En el 2025, la situación de miles de nicaragüenses como Ana Lucía y Sofía será más incierta que nunca tras el posible endurecimiento de las políticas migratorias con la llegada de Donald Trump a la presidencia a partir del 20 de enero.

Autor
Nicaragua Investiga

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