En un episodio que resalta las secuelas devastadoras del duelo no atendido, un hombre de 48 años, residente en el barrio Malecón 2 de Santa María de Pantasma, departamento de Jinotega, puso fin a su vida este 9 de diciembre de 2025 tras una serie de acciones impulsadas por la pérdida de su hijo adolescente.
«El padre se quitó la vida tras enfrentar una profunda depresión» reportaron medios locales.
Héctor Geovanny Hernández, profundamente afectado por la muerte de su hijo Héctor Armando Hernández, de 17 años, ocurrida semanas antes en un accidente vial, había protagonizado un incidente conmovedor el 6 de noviembre. En ese momento, excavó la tumba del joven en el cementerio local y transportó el ataúd hasta su vivienda, con la creencia de que el cuerpo necesitaba calor y protección. El suceso, grabado por videocámaras de vigilancia, se difundió ampliamente en redes sociales, avivando el debate sobre el impacto psicológico de las tragedias familiares.
Hombre desentierra el cuerpo de su hijo en Jinotega y lo regresa a su vivienda
Sumido en un estado de depresión severa, Hernández consumió una sustancia tóxica conocida como Gastoxin (fosfuro de aluminio), lo que provocó un colapso inmediato. Miembros del cuerpo de Bomberos Unidos lo auxiliaron y lo derivaron al Centro de Salud Adelina Ortega, donde ingresó con síntomas graves: letargo profundo y un shock cardiovascular inducido por el envenenamiento. A las 11:40 de la mañana, se confirmó su deceso, dejando a la familia en un vacío aún mayor.
Este caso subraya la urgencia de intervenciones tempranas en salud mental para quienes enfrentan lutos intensos. Expertos locales enfatizan que, sin apoyo adecuado, el sufrimiento puede escalar hacia conductas irreversibles. La población de Pantasma, conmocionada, ha manifestado su respaldo a los allegados, instando a fortalecer los servicios comunitarios de contención emocional en zonas rurales del país.
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