‘Julia’ se fue de Nicaragua la tarde del domingo 9 de octubre pero a su paso dejó una estela de destrucción en gran parte del territorio nacional. Las imágenes calan y duelen. Familias que lo perdieron todo, caminos destruidos, cosechas perdidas. Las lluvias fueron constantes y fuertes, lo que unido a un buen invierno provocó deslizamientos de tierra en varias zonas del país.
Aunque los mayores estragos se registraron en el Caribe, centro y pacífico sur de Nicaragua, la norteña Jinotega también experimentó daños y serias afectaciones en sus diversos municipios.
Apanás está rebasado y ríos aumentaron su caudal
Hacía muchos años que el lago de Apanás no se veía así de lleno. Está a su máximo nivel por el paso de ‘Julia’ y en el vertedero se observan fuertes corrientes producto de las lluvias, algo poco común en este lago artificial.
La gente observa curiosa pero con cautela. “¡Uh! desde cuando no veíamos ese lago lleno, pero es que las lluvias no han parado, antes de que viniera este huracán ya se veía ‘repleto’, con esta llovedera ahora tiene mucha más agua”, afirma un comunitario de esa zona.
Mientras eso se vivía en esa zona de Jinotega. La mañana del domingo 9 de octubre, el río Bocay amenazaba con desbordarse, familias que habitan en la comunidad La Pimienta, La Pista, El Colectivo y Sector ‘A’ de San José de Bocay se mantuvieron en vilo esperando evacuar
El río Pantasma también subió su caudal, por las constantes lluvias. Pantasma, Yalí y la Concordia, permanecieron sin fluido eléctrico por varias horas debido a las ráfagas de viento que azotaban la zona de Loma Arriba.
Aquí el puente peatonal que atraviesa este río, sufrió severos daños por las corrientes y colapsó ante las fuertes lluvias. Este puente fue construido en la década de los 90 por el ya fallecido padre Victor Mendoza, primer párroco del municipio de Pantasma.
El río que rodea la comunidad de Mancotal, mantuvo incomunicado a sus pobladores, que normalmente viajan hacia la ciudad de Jinotega los días domingos a realizar sus compras.
A las tres de la tarde de ayer lunes el caudal del río Coco era intenso. En el sector de Wiwilí estaba en su máximo nivel, los pobladores de río abajo, a pesar del peligro que representa ese trayecto siguen viajando en lanchas de motor que van desde Puerto Lindo, hasta las comunidades miskitas. Ese viaje normalmente se realiza entre 5 y 8 horas. En esta zona es el único medio de transporte que tienen hacia la zona urbana del municipio.
“Ideay, toca arriesgarnos a montarnos en estas lanchas pues es lo único que nos saca de aquí”, dijo un campesino que iba en busca de abastecimiento de alimentos.
Vías obstruidas
La comunidad de Wale, Tomayunca, Sasle, se vio afectada por árboles caídos sobre las carreteras y obstaculizaron el paso vehicular. En Paso Real, con hacha en mano y machetes los comunitarios despejaron la vía. En la famosa cuesta de Wale, en Santa Maria de Pantasma, las corrientes de agua hicieron que los árboles cayeran sobre la carretera. Esta zona de por sí es muy peligrosa, debido a que históricamente se producen deslaves espontáneos de los cerros.
Los revenidos de tierra sobre la carretera se presentaron en la zona cafetalera de Asturias, más al norte de este departamento también se dieron afectaciones en algunas plantaciones de café por ligeros deslizamientos de tierra.
En la comunidad de Penquia, municipio de Santa Maria de Pantasma, hasta horas de ayer por la tarde las corrientes continuaban muy fuertes en esa zona. La ruta de bus que cubre las comunidades de Níspero, Loma Alta Abajo, Penquia, no había podido circular debido a una alcantarilla destruida que impedía el paso.
Familias afectadas
En el barrio Nueva Esperanza, en el sector del mercado municipal de Wiwili Jinotega, las corrientes provocaron hundimiento del terreno, lo que originó daños en las calles de esa localidad, pobladores manifestaron que hay más viviendas afectadas en ese municipio.
En las áreas rurales de Wiwilí son muchas las familias que claman por ayuda ya que lo perdieron todo. Los García es una de esas que urge de alimentos, ropa y calzado.
Eliseo García, es un señor de la tercera edad que pide se le faciliten herramientas para reconstruir su ranchito. “Necesito un martillo, clavo, zinc y ropa, no tenemos nada”, asegura.
De la misma forma se pronunció Ivania García, la hija de don Eliseo. Se le ve afligida, “tengo tres niños y perdimos todo, yo pido nos manden comida y ropa. Plástico negro necesitamos para taparnos”, detalla la mujer.
La difícil situación la confirma doña Audelia Pérez Vargas, se encuentra al frente de la champa que era su casa. Ahí vivía con don Eliseo, ahora no saben como van hacer. Viven lejos de zonas urbanas, nadie ha llegado a preguntar por ellos, por lo que manda un mensaje “necesito una ayudita, trastes, comida, ropa, zapatos”, comenta la anciana.
Pendiente evaluación de daños
En todo el país se continúa levantando información para hacer una evaluación más exacta de los daños causados por la tormenta tropical ‘Julia’.
El Director de Meteorología del Instituto Nicaragüense de Estudios Territoriales (INETER), Marcio Baca, en conferencia de prensa ante medios oficialistas, invitó a los nicaragüenses a mantenerse de las secuelas que deja este tipo de fenómenos naturales, “luego de la gran cantidad de lluvias que tuvimos como producto de paso de este huracán, los suelos continúan saturados, por tanto, seguro que con una lluvia local un poquito moderada, podamos tener algunas anegaciones, pero no más allá de eso y solo instamos a que nos mantengamos atentos, sobre todo con los niños”.
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