El expresidente panameño Ricardo Martinelli, asilado desde hace más de un año en la embajada de Nicaragua para evadir una condena de cárcel por lavado de dinero, afirmó que usará el salvoconducto que le otorgó el jueves el gobierno de Panamá por lo que pronto partirá al exilio.
Martinelli, empresario multimillonario de 73 años que gobernó Panamá de 2009 a 2014, se refugió en la misión diplomática el 7 de febrero de 2024, antes de emitirse una orden de captura para que cumpliera la pena de 10 años y ocho meses de cárcel.
A mediodía del jueves, el gobierno de José Raúl Mulino, amigo del expresidente, anunció que le otorgó un salvoconducto, a solicitud de Nicaragua, que rige desde este jueves hasta el 31 de marzo.
«Hoy con mi hijo, mi familia y mis allegados he tomado la decisión de aceptar el salvoconducto como asilado político» en Nicaragua, dijo Martinelli en su cuenta en Instagram.
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El canciller Javier Martínez-Acha aseguró que el salvoconducto le fue dado «por causas estrictamente humanitarias» para permitirle seguir «su defensa en condiciones más favorables», con acceso «en libertad» a tratamientos de salud.
«Esperaré con tranquilidad y atendiendo mi salud la decisión en justicia! Soy inocente de un injusto proceso político», agregó el magnate en las redes sociales.
Decenas de periodistas montaron guardia en las afueras de la embajada de Nicaragua, en el norte de la capital, adonde llegaron abogados y familiares para evaluar con Martinelli si abandonaba el país.
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Mulino, que llegó al poder impulsado por la popularidad del empresario, dio el salvoconducto tres meses después de quejarse ante Nicaragua porque el exmandatario ha sido muy activo políticamente desde la embajada, incumpliendo las normas del asilo.
– Triunfo de la «impunidad» –
Cuando se asiló, Martinelli figuraba favorito en las encuestas para lograr un segundo mandato en las elecciones de mayo de 2024, pero al quedar inhabilitado designó en su reemplazo como candidato a Mulino, su compañero de fórmula y quien fue ministro de Seguridad en su gobierno.
Desde la misión diplomática hizo campaña electoral en favor de Mulino y publica videos y selfis tumbado en una hamaca, una bañera, haciendo ejercicios, comiendo y hasta siendo atendido por el dentista. Incluso está ahí con su perro Bruno, que -dijo este jueves- partirá con él a Nicaragua.
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La concesión del salvoconducto generó reacciones encontradas en el país, donde Martinelli goza de simpatía entre los panameños que le atribuyen a su gobierno una época de bonanza económica.
«Es una burla al pueblo panameño. El lugar que le corresponde es la cárcel. Es un golpe a la justicia», afirmó la exprocuradora Ana Matilde Gómez.
Para el analista político José Stoute, el gobierno debe de gestionar «de inmediato» una circular roja de Interpol «para que no abandone el país libremente». «No debe ganar la impunidad», opinó.
Nicaragua, bajo el gobierno de Daniel Ortega, se ha convertido en los últimos años en refugio de extranjeros con cuentas pendientes con la justicia, entre ellos los expresidentes salvadoreños Mauricio Funes -ya fallecido- y Salvador Sánchez Cerén, acusados de corrupción en su país.
Martinelli «está evadiendo una condena y el gobierno colabora con eso», lamentó el exdiputado Juan Diego Vásquez, de un partido independiente.
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El expresidente también está acusado de recibir comisiones de la constructora brasileña Odebrecht, un caso por el que dos de sus hijos cumplieron condena en Estados Unidos, donde el expresidente y su familia tienen prohibida la entrada.
Tras salir del gobierno en 2014, se juramentó en el Parlamento Centroamericano, pese a que había dicho que era una «cueva de ladrones» donde los expresidentes de la región buscan inmunidad.
En 2015, se instaló en una villa lujosa en Miami, hasta que en 2018 fue extraditado a Panamá por un caso de espionaje político y fue enviado a la cárcel. Pero en 2019 pasó a detención domiciliaria. Enfrentó un nuevo juicio del que fue absuelto en 2021. Y en 2023 fue condenado a casi 11 años de prisión por lavado.
AFP
