La conmemoración del 80º aniversario de la victoria china sobre Japón estuvo marcada por la puesta en escena de Laureano Ortega Murillo representando a Nicaragua en el podium más peligroso del mundo contemporáneo. Al evento asistieron dictadores de la talla de Vladimir Putin, Kim Jong Un y Xi Jinping.
Un desfile de autocracias
Xi Jinping albergó a Kim Jong Un, Vladimir Putin y otros peligrosos dictadores mundiales en una demostración de fuerza. La presencia del hijo de Daniel Ortega en esta cumbre autoritaria revela una dimensión aún más preocupante: la consolidación de una dinastía dictatorial que busca legitimarse internacionalmente mediante su alineación con los regímenes más represivos del planeta.
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Laureano Ortega Murillo participó como asesor presidencial de Nicaragua en un evento que reunió a líderes de una serie de países en desacuerdo con Estados Unidos y sus aliados en una demostración de unidad de un «Eje de Trastorno». Esta participación no es casual: representa la inserción estratégica de Nicaragua en la nueva arquitectura autoritaria global.
El príncipe heredero del autoritarismo
La presencia de Laureano Ortega en Beijing trasciende el protocolo diplomático. Se trata del heredero designado de una dinastía que ha transformado Nicaragua en un estado totalitario constitucional. Recientemente, la dictadura otorgó a Laureano Ortega autoridad para firmar acuerdos con territorios ocupados por Rusia, violando flagrantemente el derecho internacional y evidenciando cómo Nicaragua se ha convertido en un instrumento de legitimación de las agresiones imperialistas rusas.
Su participación en el desfile militar chino no es solo simbólica; es una declaración de guerra contra el orden democrático occidental. Mientras China quiere que el mundo sepa que su ejército se está fortaleciendo, Nicaragua se posiciona como el socio latinoamericano más confiable de esta demostración de fuerza militar.
La geopolítica del horror
El desfile del «Día de la Victoria» estuvo cerrado al público, una metáfora perfecta de cómo operan estos regímenes: celebraciones grandilocuentes para consumo interno y proyección de poder, mientras mantienen a sus pueblos en la ignorancia y la represión. La participación de Ortega en este evento privado y excluyente revela su verdadera naturaleza: no representa al pueblo nicaragüense, sino a los intereses de una casta autoritaria internacional.
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La presencia nicaragüense en Beijing confirma lo que analistas internacionales han advertido: «el objetivo último es alinear a Nicaragua más estrechamente con regímenes totalitarios como Corea del Norte, Rusia y Cuba, posicionándola en oposición directa a Estados Unidos».
El nepotismo como política de Estado
La designación de Ortega para representar a Nicaragua en este evento demuestra cómo la Asamblea Nacional nicaragüense solidificó la dictadura dinástica del país, liderada por Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo. El hijo se ha convertido en el rostro internacional de esta dinastía, enviado para codear con dictadores y legitimar el modelo autoritario nicaragüense.
#Nacionales // Una gran concentración para conmemorar el 80° aniversario de la victoria en la Guerra de Resistencia del Pueblo Chino contra la Agresión Japonesa y la Guerra Mundial Antifascista, que incluye un desfile militar en la Plaza Tian’anmenhttps://t.co/6QM9lC4zjE
— El 19 Digital (@el19digital) September 3, 2025
La alianza con Beijing, que supuestamente anclaría la economía nacional, no ha cumplido las expectativas, pero ha servido perfectamente para los propósitos del régimen: obtener respaldo político internacional para sus prácticas represivas internas.
Amenaza regional
La participación de Laureano Ortega en este desfile militar representa una escalada en la amenaza que Nicaragua presenta para la seguridad hemisférica. Xi Jinping construirá instalaciones portuarias similares frente a las costas de Nicaragua después de recibir autorización de la dictadura de Daniel Ortega, consolidando una presencia militar china permanente en el corazón de América Central.
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Esta infraestructura, combinada con la retórica militar del régimen y su alineación con Rusia y Corea del Norte, convierte a Nicaragua en una amenaza directa para la estabilidad regional. El país se ha transformado en una plataforma para que potencias hostiles proyecten poder militar en el hemisferio occidental.
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