En la compleja y opaca política de Nicaragua, un cambio de poder de profundo calado ha venido desarrollándose silenciosamente, pero con una brutalidad que ya no se puede ignorar. Un video de Youtube de Nicaragua Investiga, sumado a los recientes movimientos en el círculo íntimo del régimen, confirma la consolidación de un nuevo centro de poder: el «Chayismo» de Rosario Murillo, que ha desmoronado la estructura del sandinismo histórico y dejado a Daniel Ortega como una figura nominal.
Este proceso de transferencia de poder, que la «copresidenta» Murillo ha gestionado con una astucia implacable, se ha manifestado en una purga sistemática de los aliados más leales a Ortega. Las recientes marginaciones de cuadros históricos del FSLN como Bayardo Arce y Lenin Cerna, pilares del andamiaje sandinista por décadas, no son incidentes aislados. Son, más bien, los últimos eslabones de una cadena de movimientos que comenzaron a evidenciarse con la humillación y el arresto domiciliario de Humberto Ortega, hermano del dictador que murió como prisionero de Murillo.
El «Chayismo», un término acuñado en el análisis para describir la nueva ideología centrada en la personalidad de Murillo, ha reemplazado la vieja guardia de la «hermandad» de la lucha armada con individuos jóvenes y leales únicamente a ella. Este cambio no es solo generacional, sino ideológico: «la lealtad personal ha sustituido a la lealtad histórica». Daniel Ortega, el líder que alguna vez fue el indiscutible centro del poder, ha permanecido en silencio ante estas purgas, lo que solo confirma su creciente irrelevancia. Como lo plantea el video, Ortega se ha convertido en una «figura decorativa, un nombre que da legitimidad a una dictadura que ya no es la suya».
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La ambición de Murillo por consolidar una sucesión dinástica ha reescrito las reglas de juego en Nicaragua. Al haber asegurado el control total, el análisis no descarta una posibilidad inquietante. El video sugiere un desenlace dramático y maquiavélico para el líder sandinista: con su poder mermado, Ortega podría ser, en este momento, «más útil muerto que vivo» para el proyecto político de su esposa.
El sandinismo, tal como se conoció, ha muerto. Ha sido reemplazado por una nueva forma de poder, una dinastía en construcción que no duda en devorar a sus propios miembros para garantizar su permanencia.
Nicaragua Investiga
