Por las buenas o por las malas parece ser el lema del presidente Donald Trump. En menos de tres semanas lanzó una campaña antimigratoria en Estados Unidos y forzó, a golpe de amenazas, a algunos países latinoamericanos a colaborar.
El republicano de 78 años tiene prisa en cumplir su principal promesa de campaña: expulsar a los migrantes en situación irregular, a quienes ha llamado «salvajes», «criminales» o «animales» que «envenenan la sangre» del país.
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Tiene a su disposición toda la maquinaria gubernamental, a cuyo frente ha colocado a leales escuderos dispuestos a cumplir órdenes, incluidos el Pentágono o los departamentos de Estado, Justicia o Seguridad Interior.
Su jefe de la diplomacia, Marco Rubio, lo resumió en una frase en un artículo en el Wall Street Journal antes de partir de gira por Panamá, Costa Rica, El Salvador, Guatemala y República Dominicana.
«Algunos países cooperan con nosotros con entusiasmo, otros no tanto. Los primeros serán recompensados. En cuanto a los segundos, el presidente Trump ya ha demostrado que está más que dispuesto a utilizar la considerable influencia de Estados Unidos para proteger nuestros intereses», escribió.
Dicho y hecho. El secretario de Estado se anotó varios tantos en este viaje, centrado en la seguridad fronteriza, la lucha contra la migración ilegal y la influencia de China en el canal de Panamá, que Trump amenaza con «recuperar».
⚠️🛑 Expertos alertan que medidas restrictivas del gobierno de EEUU y México contra la inmigración irregular dificultan pero no impiden la labor criminal de los cárteles que se lucran del contrabando humano, lo cual representa un mayor riesgo para migrantes… pic.twitter.com/buuzsprIre
— Nicaragua Investiga (@nicaraguainvest) February 7, 2025
Panamá canceló el acuerdo económico de la Ruta de la Seda con China, pero no dio su brazo a torcer sobre las tarifas del canal pese a que Rubio considera «absurdo» que los buques de la marina estadounidense paguen.
Costa Rica prometió endurecer la lucha contra el crimen organizado, Guatemala aceptó más vuelos de migrantes deportados, incluidos extranjeros, y El Salvador propuso recluir en una megacárcel a migrantes convictos deportados de cualquier nacionalidad y a presos estadounidenses.
Chad Wolf, director del America First Policy Institute, una organización conservadora que impulsa la agenda trumpista y ex alto cargo por un tiempo en el primer mandato de Trump (2017 a 2021), estima que la palabra clave es «velocidad».
– «Poco convencionales» –
Para conseguir los objetivos de Trump «van a tener que moverse a un ritmo que creo que el gobierno federal no está acostumbrado a manejar, y para hacer eso, tendrán que hacer algunas cosas poco convencionales», declaró esta semana en un foro en el centro de reflexión estadounidense Wilson Center.
Aunque el mandato es de cuatro años, tiene por delante menos de dos, ya que en año y medio estará en campaña para las elecciones intermedias.
Para ir rápido la administración republicana echa mano de la amenaza de los aranceles, una de las palabras favoritas de Trump.
México tuvo que hacer concesiones, como enviar a 10.000 militares a su frontera con Estados Unidos para combatir el tráfico de fentanilo, con el fin de ganar tiempo para evitar aranceles del 25%. Canadá también cedió y China, a falta de acuerdo, recibió esta semana un arancel adicional del 10% sobre sus productos.
Colombia se negó a dejar aterrizar a aviones militares con migrantes expulsados por Washington pero optó por negociar un trato para evitar tarifas aduaneras.
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Según la administración republicana, incluso el presidente venezolano, Nicolás Maduro, al que Washington considera ilegítimo, aceptó recibir vuelos de migrantes deportados. Caracas no lo ha confirmado.
Desde que regresó a la Casa Blanca el 20 de enero el magnate avanza a marchas forzadas en todos los frentes con decretos, y la migración no escapa a la norma.
Canceló las vías legales instauradas por su predecesor demócrata Joe Biden, como la aplicación de teléfono móvil CBP One, lanzó redadas en varias ciudades, revocó un amparo que evitaba a cientos de miles de venezolanos ser expulsados, declaró los cárteles y las pandillas organizaciones terroristas.
– Freno judicial –
La lista se alarga casi a diario. Su última medida: enviar migrantes a la base estadounidense de Guantánamo, en Cuba, por donde han pasado cientos de prisioneros acusados de terrorismo aunque también se ha usado para recluir a solicitantes de asilo.
Los tribunales parecen ser el único freno a sus planes.
Una jueza federal ya bloqueó su intento de restringir la ciudadanía por nacimiento en Estados Unidos.
«Muchas de las órdenes ejecutivas que la primera administración Trump tomó y las que se están haciendo ahora, terminarán pleiteadas y probablemente bloqueadas, y eso hace que sea muy difícil poder alcanzar objetivos», reconoció Blas Núñez-Neto, exsubsecretario del Departamento de Seguridad Interior (DHS) en el Wilson Center.
AFP
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