El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, dijo este miércoles «tener la impresión» de que el asalto a Brasilia del 8 de enero podría tratarse de un golpe de estado que «posiblemente» podría querer capitalizar su antecesor, el ultraderechista Jair Bolsonaro.
«La decisión (de Bolsonaro) de quedarse quieto después de perder las elecciones (…), de irse a Miami como si estuviese huyendo de algo, y su silencio incluso después de lo ocurrido, me dio la impresión de que él sabía de todo lo que estaba pasando, que tenía mucho que ver con aquello», dijo Lula en una entrevista con la televisora GloboNews, la primera desde que llegó al poder.
«Posiblemente, Bolsonaro estaba esperando volver para Brasil en la gloria de un golpe», añadió el líder izquierdista.
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De ser probada la participación del expresidente, «tiene que ser castigado», opinó.
Lula, quien protagonizó un espectacular regreso a la política tras ser opacado por acusaciones de corrupción, derrotó a Bolsonaro en las urnas en octubre con 1,8% de diferencia.
Bolsonaro, que durante años sembró dudas en el sistema electoral, viajó a Estados Unidos días antes de terminar su mandato esquivando la tradicional ceremonia de transmisión de mando celebrada el 1 de enero.
Una semana después, miles de simpatizantes de Bolsonaro invadieron la sede de los poderes públicos en la capital, destruyendo y vandalizando la infraestrutura, mobiliario e invaluables obras de arte.
Investigado bajo sospecha de instigar la violenta invasión al corazón de la democracia brasileña, Bolsonaro niega estar relacionado con los desmanes. «Lamento lo que aconteció el día 8, algo increíble», dijo en un video divulgado el lunes donde se le ve hablando a seguidores.
«Lo que más esperamos es la celeridad de la Justicia», dijo el Presidente. «Quiero que las personas sean investigadas. Si Bolsonaro tuvo participación en lo ocurrido, tiene que ser castigado».
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Inteligencia
Lula reflexionó en la entrevista y en sus redes sociales sobre el turbulento día 8.
«Cuando salí de Brasilia el viernes (a Sao Paulo), tenía la información de que estaba todo tranquilo», tuiteó Lula este miércoles. «Después ocurrió todo eso, con convocatoria en las redes sociales. La inteligencia no sirvió para avisarme que eso podría ocurrir».
El presidente expresó la semana pasada su desconfianza sobre el personal heredado de la gestión anterior después del asalto a Brasilia y anunció una «revisión profunda».
Ha dispensado entre martes y miércoles 53 militares de su entorno.
Trece de los uniformados estaban adscritos al Gabinete de Seguridad Institucional del palacio presidencial, mientras que los otros 40 militares fueran apartados de sus funciones en la residencia presidencial, el Palacio de la Alvorada.
«No puede permanecer aquí adentro alguien sospechoso de ser bolsonarista radical», comentó Lula la semana pasada en un desayuno con periodistas. «¿Cómo puedo tener una persona afuera de mi oficina que pueda dispararme?».
Para Lula hubo complicidad interna.
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1.459 audiencias
Las investigaciones avanzan para determinar quién participó, organizó y financió la violenta invasión a los edificios de la Presidencia (Palacio de Planalto), el Congreso y la Corte Suprema.
Más de 2.000 personas han sido detenidas desde entonces, de las cuales unas 1.500 continúan bajo custodia.
El Supremo Tribunal Federal informó este miércoles que se han realizado 1.459 audiencias.
La Fiscalía General presentó cargos casi 50 personas bajo sospecha por los ataques.
Augusto Aras, titular del despacho, prometió otras 200 nuevas acusaciones en las próximas dos semanas.
Este miércoles, el exministro de Justicia de Bolsonaro y también secretario de Seguridad del Distrito Federal en el momento de la asonada, Anderson Torres, permaneció en silencio al acudir a su primera audiencia ante la Policía Federal desde que se entregó a las autoridades el sábado, informó el portal de noticias G1.
Torres, desvinculado del cargo capitalino tras los ataques, está detenido bajo sospecha de complicidad con la violencia, señalamiento que él niega.
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