Lo que inició como una curiosidad para conocer más allá de su lugar de origen, al final resultó una experiencia fascinante, llena de adrenalina y aventura, que se ha convertido en una parte importante para la vida de Julio César Jarquín, un ciclista originario de Masaya, que ha conocido las zonas más alejadas de Nicaragua pedaleando las carreteras en su liviana bicicleta.
Desde niño, este ahora ingeniero electrónico, aprendió a manejar este transporte de dos ruedas en las calles polvosas de Monimbó, donde muchas veces se cayó y se raspó en su afán de mantener el equilibrio, hasta que al fin pudo soltarse y avanzar más allá de su barrio.
Y es que este ciclista aficionado se motivó tanto en esta disciplina deportiva que siempre tuvo en mente conocer otros departamentos, sin importar la distancia, como una meta personal. “Cuando yo inicié, no tenía esta condición física, yo solo entrenaba en la zona de la Meseta de Los Pueblos, y lo veía como un gran reto ir hasta allá”, recuerda.
“Primero comencé trotando. En tiempos del colegio fui corredor y bajaba hasta la laguna de Apoyo, Pacaya y Quebrada Onda, solo trotando”, hace memoria.
Una vez que ingresó a la universidad, y posterior a un trabajo formal, perdió el hábito. Fue entonces, cuando un buen día se propuso volver y mejorar sus condiciones físicas, porque asegura que nunca es tarde para reiniciar.
“Pedalear y pedalear”
Comenzó trotando. Luego tomó una vieja bicicleta montañera que guardaba y comenzó a pedalear hasta llegar a la cima de San Juan de Oriente, porque pensar en llegar hasta las faldas del volcán Mombacho, sobre la carretera a Nandaime, le parecía casi imposible.
En su afición por recorrer el tramo a Los Pueblos, conoció a un ciclista, de quien se hizo amigo, y quien le ofreció apoyo y le brindó técnicas de entrenamiento, mientras le decía que solo pedaleando, iba a conocer su capacidad física.
Comenzó completando 60 kilómetros en cuatro horas, pero a medida que iba tomando condiciones físicas, lo hacía en menos tiempo, hasta recorrer más kilómetros en una bicicleta común que pesaba 28 libras. Fue hasta que compró una bicicleta de pista, cuyo peso es de 15 libras y diseñada para recorrer grandes trayectos, que logró completar más de 300 kilómetros.
Mucha disciplina y cero vicios
A partir de ahí, vino la clave de su aventura soñada. Hacer más ejercicios físicos como abdominales, salto, rodo y pesas para las piernas.
“Entre algunas rutas que he logrado completar están: El Espino que tiene 230 kilómetros desde Masaya, El Rama que tienen 300 kilómetros y San Carlos, que tiene más de 300 kilómetros. Esos recorridos se llevan sus buenas horas por el tipo de ambiente, por ejemplo en el Trópico Húmedo, desde la tres de la tarde se pone oscuro, no hay luz en la carretera, y a partir del Río Mico, solo es subida”, explicó Jarquín.
Su técnica de pedaleo para completar un largo kilometraje es salir en la madrugada para que el sol no lo castigue y avanzar al menos unos cien kilómetros cuando el reloj marque las seis de la mañana. Da gracias a Dios porque en su camino, no se ha encontrado a personas de mal corazón, o sufrir algún accidente que lo haya mandado al hospital, solo algunas ponchaduras de sus neumáticos.
Nicaragüense dejó todo para viajar a España y ahora deambula en las calles
Paisajes hermosos de Nicaragua
“Mi mayor satisfacción es conocer nuestra tierra, climas variados, porque el de Masaya es caliente, luego llegar a climas con neblina como el de Jinotega, que ahí son las 12:00 del mediodía y está haciendo frío. Ver amaneceres en otro lugar, eso no tiene precio”, celebra, mientras alza la vista al cielo.
Aconsejó que para cumplir con este deporte a cabalidad, “se debe tener disciplina, no tomar licor u otro vicio, ni trasnochar”. Así mismo aconseja que un día antes de una carrera, no hay que comer mucho en la cena, hay que dormir unas 10 horas, estar fresco y el día del recorrido, se debe comer bien y rehidratarse.
Lamentó que muchos amantes del pedal han perecido en las carreteras por irresponsabilidad de algunos conductores de automotores, por lo que los insta a que cuando vean a un ciclista, “que tengan mucha precaución y que les den unos dos metros máximos de distancia y procurar no sacarlos de la carretera. Por favor”, pidió.
“Señores conductores primero piensen, si es un perro hay dejarlo vivir, y si es una persona más aún, recuerden que es alguien que tiene una familia que lo está esperando en casa. Evitemos más muertes de ciclistas”, demandó Jarquín, quien tiene pensado recorrer nuevamente en los próximos meses, la ruta hasta San Carlos, Rio San Juan, siempre con la única asistencia con la que ha contado: “la de Dios”.
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