Abrigado con una chaqueta y un gorro por el frío, comiendo de las sobras, durmiendo en las calles de Madrid, así vive desde el 24 de diciembre del año pasado el nicaragüense Saúl Gaitán, de 26 años, originario de Managua, quien es el vivo rostro de la tristeza y la desesperación.
En la capital nicaragüense era un pequeño emprendedor que poco a poco logró instalar un taller de reparación de motocicletas, donde no le iba tan mal y con lo que ganaba podía sustentarse y apoyar a su hija de cuatro años.
El inicio de su calvario fue cuando a inicios de diciembre de 2022 decidió viajar a España por insistencia de una amiga nicaragüense que reside en Madrid, quien incluso le pagó el boleto de ida, para que pudiera trabajar y salir adelante en esta nación europea.
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Sin embargo, en los primeros siete días no pudo conseguir trabajo, tal y como se lo había jurado su compatriota. Al cumplir ese periodo de tiempo, la situación se volvió incomoda para su amiga, quien le pidió que abandonara su apartamento porque adujo que él no aportaba nada para los gastos del piso.
A la mujer no le importó que su compatriota no conociera a nadie en un país ajeno y que no contara con una sola moneda en sus bolsillos. Incluso no le cobró el gasto del pasaje que ella le había prestado. Lo que le exigía es que se fuera pronto de su hogar.
De tener su propio taller en Managua ahora vive prácticamente en la indigencia en las frías calles de la capital española.
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Le ha mentido a su hija sobre su verdadera situación
Este muchacho de tez morena, con los ojos vidriosos, contó al periodista Quique Vásquez, del programa “Historias de Migrantes”, que lo que más añora es regresar a su patria y poder abrazar a su pequeña hija, quien le ha pedido en videollamadas que regrese a Nicaragua porque le quiere dar un beso. Asegura que eso es lo que le parte el corazón porque tiene que mentirle a la niña sobre su verdadera situación.
“Me ha tocado muy duro porque he tenido que pedir, y me ha tocado recibir desprecio de muchos españoles, incluso de latinos. He salido a buscar oportunidad de trabajo, pero las puertas se me cierran porque soy un emigrante y siempre me preguntan que si tengo papeles y cuando les digo que no, hasta me han ofendido y solo bajo la cabeza y doy la vuelta. Yo cuando vine a este país tenía muchos planes, y ahora estoy en la calle”, dijo mientras las lágrimas le recorrían las mejillas.
Asegura sentirse en un laberinto, sin salida ante su desesperante situación, y aunque admite que nadie lo obligó a dejar su tierra, pide a autoridades nicaragüenses y a la población en general que lo ayuden para regresar a Nicaragua o poder trabajar en cualquier área.
El joven afirma que si hay alguien dispuesto a ayudarle, lo puede contactar en Madrid, España, al celular +34 624 211173
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