La dictadora Rosario Murillo explicó que decidió no hablar el pasado sábado por la noche, luego de un temblor que sacudió el pacífico de Nicaragua, para no interrumpir el fin de semana de los nicaragüenses.
La explicación de Murillo es significativa porque un día antes, el viernes al mediodía, cortó una comunicación con los medios oficialistas después de pedir «ayuda» en vivo, sin saberse hasta ahora qué le ocurrió, pues poco después reanudó la comunicación sin aclarar el percance.
Por ello, y como acostumbra a dirigirse a la población cuando ocurren hechos relevantes, llamó la atención que no compareciera ante los medios oficiales tras el temblor del sábado por la noche.
«El sábado tuvimos ese temblor. Eran como las seis y pico, 7:00 de la noche, tal vez menos, y nos comunicamos con Paso Caballo, que es donde estaba realizándose la pasarela de Nicaragua Diseña, porque el temblor había sido cerca, ahí por Corinto, y nos dijeron que nadie se movió, que sí se sintió. Pensamos que siendo sábado, nuestro pueblo merecer disfrutar su fin de semana con tranquilidad, y quedamos pendientes y en comunicación en todo el país, el doctor (Guillermo) González, el Ineter», comentó Murillo.
Murillo agregó que «gracias a Dios no hubo réplicas».
Ortega y Murillo se solidarizan con dictadura castrista en medio de protestas del pueblo cubano
Putin y Cuba
Murillo apareció en los medios oficialistas este lunes al mediodía, celebrando la reelección del dictador ruso Vladimir Putin y comentando que le enviaron un mensaje de solidaridad al dictador cubano Raúl Castro, quien, aunque solo es el jefe del ejército cubano, es quien realmente detenta el poder en Cuba.
A la vez, Murillo desveló que en la farsa electoral rusa estuvieron presentes su hijo Laureano Ortega, los magistrados electorales Brenda Rocha, Leonzo Knight y Alba Nubia Baltodano, así como el vicecanciller Carlos Cerda.
La aclaración de Murillo, de por qué no habló el sábado, se produjo después de informar que el próximo 21 de marzo se realizarán ejercicios de prevención ante posibles desastres en diferentes instituciones estatales, 8,500 barrios y comunidades, así como en centros escolares.