La falta de atención que se brinda a la salud mental en Nicaragua puede confirmarse con solo observar como en las calles existe una notable presencia de personas con enfermedades mentales que han sido abandonadas a su suerte.
La psicóloga forense Imelda Torres lamenta esta situación y la forma en que se ha normalizado. Asegura que esto se debe a la falta de educación social y de atención institucional brindada al área de la salud mental.
Durante el XXIX Congreso Centroamericano y del Caribe de Psiquiatría, se expuso que, del presupuesto anual de salud, solo 0.8% (86.7 millones de córdobas) es destinado a la salud mental.
En un país de 6 millones de habitantes, esto equivale a un gasto anual de 15 córdobas por cada ciudadano.
“15 córdobas al año por habitante es lo que invierte el gobierno en Nicaragua en salud mental” destaca Maricela Moreno, subdirectora del Voluntariado de Atención Psicológica en Emergencias (VAPEN), y agrega que durante los años 2013 y 2014 no se abrieron plazas de especializaciones en psiquiatría “debido al escuálido presupuesto para salud mental”.
Ni presupuesto, ni centros
Nicaragua cuenta con un único hospital especializado en atención psiquiátrica, el Hospital Psicosocial José Dolores Fletes ubicado en Managua.
Y aunque dentro de los centros hospitalarios existen espacios de atención psicológica, la psicóloga Moreno asegura que “no es garantía de que quienes acuden a él sean atendidos con el debido proceso”.
La psicóloga Torres comparte que, por la misma falta de presupuesto, no hay donde acudir, y “en los hospitales públicos se cuenta con una psicóloga, pero las citas son emitidas hasta dentro de tres meses y en ese caso la depresión ya pudo haber avanzado en un estado grave”.
En Nicaragua no se puede acceder a una atención psicológica de emergencia como algunos casos ameritan.
Torres considera que lo ideal sería que los diagnósticos fuesen recepcionados a nivel departamental, donde se determine qué casos pueden ser tratados en el momento con psicoterapia y cuales necesitan de traslado para una intervención psiquiátrica.
De igual forma, la centralización de un único centro en Managua provoca que las personas prefieran no acudir, la mayoría desconoce el protocolo de ingreso, y además el mismo se encuentra sobrepoblado.
“Estos puntos nos indican la deficiencia y la falta de políticas públicas que brinden atención a este tema, no existe un plan nacional en esta materia, y los que existen están limitados al asistencialismo, obviando la situación real que atraviesa el país en los diferentes contextos” declara Moreno.
Lo primero es la prevención
La psicóloga Torres considera que lo primero es trabajar en la prevención pues “una onza de prevención vale más que 10 libras de tratamiento”.
Destaca que en Nicaragua se necesitan programas de prevención y manejo de las enfermedades mentales, y que existan campañas de sensibilización y desmitificación, ya que continúan latentes los prejuicios de todo tipo, desde el creer que las enfermedades mentales no pueden tratarse hasta los estigmas espirituales que consideran que quienes tienen algún padecimiento están “poseídos”.
“Somos analfabetas emocionalmente, desconocemos qué es un trastorno, desconocemos los síntomas, y cuando vemos ya la persona está en un estado grave”, y alerta que es necesario que el gobierno implemente medidas de educación.
Aumenta la demanda de atención psicológica por la pandemia
El autoconfinamiento establecido como medida de prevención por la pandemia del Covid-19, ha provocado alteraciones en el estado emocional de las personas.
“Se está percibiendo el mayor repunte de depresiones manifestados a nivel mundial” destaca Torres, quien a su vez considera que, de no brindársele la atención adecuada al tema, a mediano plazo lo que se observará es un aumento de los suicidios.
Existe un amplio campo de preocupaciones que se han sumado frente a la crisis sanitaria, “el estrés de la convivencia diaria, los duelos dentro de los hogares, el repunte de deudas, y la sobrecarga de trabajo doméstico de las mujeres”.
Moreno agrega que esta emergencia sanitaria ha provocado en la población trastornos en el sueño, la alimentación, altos niveles de ansiedad, estrés y síntomas depresivos.
Los escasos fondos que el estado de Nicaragua destina a la salud mental, sumado a la falta de concientización del tema, y la crisis actual que ha provocado un repunte de las afectaciones emocionales, muestran la urgencia de que esta sea considerada una parte elemental en la salud de las personas.
Torres destaca que, así como las familias destinan un presupuesto para la canasta básica y para la salud en general, de la misma forma debería invertirse en la atención psicológica.
Foto principal: Nicaragua Investiga
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