CARACAS / MARACAIBO, VENEZUELA – Venezuela, abatida por una crisis política y económica de larga data, está lejos de ser indiferente a las elecciones presidenciales del 3 de noviembre en Estados Unidos, un país que es faro de la política exterior hemisférica y clave en visibilizar y promover acciones que buscan poner fin a los severos desafíos que enfrenta la nación sudamericana.
El resultado de las elecciones entre el aspirante a la reelección, el republicano Donald Trump, y su rival demócrata, el exvicepresidente Joe Biden, tendrá una influencia directa en el devenir político venezolano, concluyen analistas.
La atención del ciudadano común en ciudades como Maracaibo y Caracas a los candidatos de los partidos del elefante y del burro es, sin embargo, vino de otro tonel.
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Desde hace un siglo, la explotación petrolera, la migración y asuntos culturales -como el deporte o el cine- llevaron a que Venezuela entendiese y se interesara en la democracia estadounidense, explica el experto en asuntos electorales y politólogo de la Universidad Rafael Urdaneta, Gustavo Adolfo Soto.
“Esas elecciones sí afectan [a Venezuela]. Representan el modelo democrático por excelencia, con un sistema de partidos muy fuerte y es visto como un modelo de vida política”, explica en conversación con la Voz de América.
Las relaciones entre ambos países se remontan a sus tiempos independentistas, especifica, y fueron notoriamente “fructíferas” desde 1958, cuando Venezuela migró de la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez a la democracia.
La preponderancia de Estados Unidos se ratificó en enero de 2019, cuando la Casa Blanca fue la primera en reconocer a Juan Guaidó, presidente del Parlamento, como presidente interino de Venezuela, en detrimento de Nicolás Maduro.
Antonio Rodríguez Yturbe, analista político e historiador, refrenda que Venezuela está lejos de ser el eje central de la política exterior norteamericana, pero sí entra en juego al tasar su influencia en la inestabilidad del continente.
“La región latinoamericana tiene un factor de desajuste en Venezuela porque se ha convertido en el centro del narcotráfico internacional”, expone.
A su entender, están en juego dos posiciones con respecto a Venezuela: la demócrata, similar a la gestión de Barack Obama con respecto a Cuba; y la republicana, “más clara” contra lo que llama “dictaduras anacrónicas”.
Soto, por su parte, resalta como un valor de Biden que es miembro del establishment político estadounidense, con 49 años de experiencia en este campo y conocedor de la clase obrera. Entre sus debilidades como candidato, subraya su avanzada edad, 77 años, y su eventual desconexión con el voto joven.
Asegura que los venezolanos interpretan a Trump como un presidente “controversial, amante de las redes sociales, líder de un movimiento patriota” y que se ha convertido en el principal valedor de Guaidó y sus aliados.
De sus fragilidades como aspirante a la reelección, nota como un desafío el perjuicio de la COVID-19 a su política económica nacional e internacional.
Matices, cambio y continuidad
Luis Angarita, experto en relaciones internacionales y profesor de la Universidad Central de Venezuela, cataloga como “importantísima” la elección presidencial en Estados Unidos para el país petrolero.
“La política venezolana y la crisis que vive desde hace dos años tiene como epicentro el reconocimiento de Estados Unidos a Guaidó y el desconocimiento de Maduro como figura presidencial”, argumenta a la Voz de América.
El dirigente socialista, quien ganó las elecciones de 2018 bajo acusaciones de ilegitimidad de sus opositores y buena parte del mundo occidental, con Estados Unidos a la cabeza, ha tenido una relación turbulenta con la Casa Blanca.
En oportunidades, Maduro ha deseado en público un acercamiento del más alto nivel con la administración de Trump, aunque le culpa frecuentemente de los males económicos de Venezuela por las sanciones. Las atribuye a un “bloqueo”.
Estados Unidos no tiene actualmente un vínculo diplomático con el heredero político de Hugo Chávez Frías, fallecido en 2013. No solo le desconoce como presidente, sino que lo acusó penalmente en marzo pasado por su presunta vinculación a una red de narcotráfico y lavado de activos.
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