Daniel Ortega se mantiene en la Presidencia de Nicaragua de manera continua desde el 2007, luego de ganar las elecciones de noviembre del año anterior con un 38% de los votos, gracias a la división de las fuerzas liberales.
El líder sandinista rápidamente consolidó su poder y ha logrado reelegirse de manera continúa sin que las fuerzas opositoras pudieran hacer algo para evitarlo, debido a sus desavenencias y luchas intestinas, y también a que Ortega con el control que tiene sobre la Corte Suprema de Justicia (CSJ) y el Consejo Supremo Electoral (CSE) les ha impedido participar en los últimos dos comicios presidenciales.
Este lunes Ortega y su esposa Rosario Murillo serán juramentados para un nuevo período de cinco años, lo que es rechazado por la oposición y la comunidad internacional, que califican las votaciones del pasado 7 de noviembre del 2021 como una farsa.
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Será una investidura deslucida, donde no se espera la presencia de grandes líderes mundiales, e incluso las naciones que lo siguen respaldando políticamente solo enviarán “delegaciones especiales”. Entre estos países están China, Rusia, Irán, Corea del Norte, Siria, Turquía, que no se caracterizan precisamente por el respeto a los derechos humanos.
Pero, Ortega no tiene solo 15 años en el poder, sino que de 1979 a 1990 fue la cara visible de la dictadura militar sandinista.
Su primera vez como presidente, luego de llegar al poder
Ortega llegó al poder por primera vez el 19 de julio de 1979 como parte de la Junta de Reconstrucción Nacional. Pero no fue sino hasta el 4 de noviembre de 1984 que resultó electo presidente del país con un 66.9% de los votos. Su investidura fue el 10 de enero de 1985. A la ceremonia asistieron 69 delegaciones, entre estos el dictador cubano Fidel Castro, el presidente de Yugoslavia Veselin Djuranovic, el presidente de Surinam Lachmipersad Ramdat Misier, y el vicepresidente de Argentina, Víctor Martínez.
Ortega era uno de los todopoderosos nueve comandantes revolucionarios. Asumió el cargo con uniforme militar.
10 de enero del 2007: El retorno al poder
Luego de 16 años fuera del poder, un Ortega de 61 años se volvió a colgar la banda presidencial. Lo celebró con un multitudinario acto en Plaza de la Fe, de Managua, Se maneja que unos 100 mil simpatizantes del FSLN se aglutinaron allí para escuchar el discurso de su líder.
Ortega criticó a los gobiernos neoliberales y prometió un nuevo camino para que las familias de Nicaragua vivieran con dignidad.
Ortega celebró así su retorno al poder, tras la ceremonia formal de investidura realizada en la Plaza de los No Alineados, en la Asamblea Nacional, en la que no faltaron figuras internacionales como por ejemplo el Principe de Asturias, actual Rey Felipe VI de España.
Ortega incluso se quitó la banda presidencial y aseguró: “Le pertenece a los pobres”.
A la ceremonia asistió el dictador socialista Hugo Chávez y el líder cocalero Evo Morales, entonces presidente de Bolivia. Esta se atrasó aproximadamente una hora debido a que hubo que esperar a Chávez, quien ese mismo día había tomado posesión para otros seis años al frente de Venezuela.
En el acto multitudinario Chávez, Morales y Ortega se desvivieron en abrazos celebrando el retorno al poder de los sandinistas y el fortalecimiento del bloque castrochavista en América Latina.
En esa ocasión Ortega asumió con Jaime Morales Carazo como vicepresidente. El exbanquero había sido confiscado por los sandinistas en los años ochenta y la lujosa casa donde habita la familia Ortega era de su propiedad.
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10 de enero del 2012: La consolidación
Ortega se reeligió una vez más en las elecciones generales de finales del 2011, tras un controvertido fallo de la Corte Suprema de Justicia del 2009 que dejó sin efecto la prohibición constitucional de la reelección consecutiva.
El acto de juramentación se realizó el martes 10 de enero con muchos invitados especiales, entre estos el dictador Hugo Chávez, que poco más de un año después falleció de cáncer, y el Principe de Asturias, que sostuvo una reunión con Ortega. Pero sin lugar a dudas el invitado que más acaparó las cámaras fue el presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad. Ortega defendió el polémico programa nuclear del régimen islamisma iraní.
También acusó a la OTAN del asesinato del dictador libio Muamar Gadafi, hecho ocurrido en octubre del 2011. Gadafi fue un benefactor de Ortega, según había confesado el mismo líder sandinista.
Igualmente volvió a prometer acabar con la pobreza. “Tenemos que seguir haciendo lo mismo que hemos hecho en estos cinco años, pero mejor y más, para seguir erradicando la pobreza”, dijo.
Ortega se reeligió esta vez con el general en retiro Omar Halleslevens como vicepresidente, aunque desde ya varios años antes Rosario Murillo había opacado ese puesto al fungir como prácticamente una Primera Ministro en el país.
10 de enero del 2017: Murillo llega, formalmente, al poder
Tras despojar a Eduardo Montealegre de la personería del Partido Liberal Independiente (PLI) y destituir a 28 diputados opositores, Ortega se reeligió en las elecciones de noviembre del 2016. En esta ocasión la candidata a vicepresidenta fue su esposa, Rosario Murillo.
Al acto de investidura del 10 de enero del 2017, realizado en la Plaza de la Revolución, asistieron el dictador venezolano Nicolás Maduro; el presidente de Bolivia, Evo Morales; el Primer Vicepresidente de la dictadura comunista de Cuba, Miguel Díaz-Canel; la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-Wen; el Ministro del Interior de la Federación de Rusia, Vladimir Kolokoltsev; el presidente de El Salvador, Salvador Sánchez; el Presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, entre otros invitados especiales.
Se trató de un acto “político-musical” amenizado por la Camerata Bach y las presentaciones artísticas del Ballet Folklórico “Haydeé Palacios”.
Al ser juramentada como vicepresidenta por Gustavo Porras, presidente de la Asamblea Nacional, Rosario Murillo lo hizo jurando por Dios.
«Sí, juro con el poder de Dios, encomendándome a Dios y al pueblo nicaragüense que nos acompaña», manifestó.
Pese a sus ataques a los gobiernos neoliberales, en ese acto, Ortega debió reconocer el trabajo de las administraciones de Violeta Barrios, Arnoldo Alemán y Enrique Bolaños para sacar a Nicaragua adelante tras la guerra civil de los ochenta. “Todos con las dificultades heredadas de un país destruido por las guerras, fueron aportando y fueron convocando sobre todo a la empresa privada a animarse a volver a invertir en nuestro país, hay que reconocerlo», aseguró.
Durante el discurso también saludó la alianza con la empresa privada (COSEP), que según dijo, estaba contribuyendo al desarrollo del país.
Poco más de un año después ocurrió el estallido social de abril del 2018, el cual fue brutalmente reprimido por el régimen. Desde entonces tanto Ortega como Murillo no han hecho más que descalificar a las administraciones anteriores, a la empresa privada y a la oposición, señalándolos de un supuesto intento de golpe de Estado.
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