El último informe anual del Banco Central de Nicaragua (BCN) reconoce que la crisis sanitaria provocada por la pandemia del COVID-19 ejerció una «presión general» sobre las finanzas públicas, debido a «la reducción de la recaudación por la disminución en la actividad económica, la acumulación de necesidades de financiamiento superiores a las contempladas en el Presupuesto General de la República 2020 (PGR) y la reducción de los ingresos de la segurida social».
¿Cómo impacta a Nicaragua la fuga de profesionales y cerebros?
Durante el año 2020, el Producto Interno Bruto (PIB) tuvo una reducción total del 2%. Los ingresos del sector público no financiero (SPNF) se vieron afectados debido a una menor recaudación tributaria, producto de la reducción en la actividad económica; registrando un déficit de 2.5% del PIB, mayor que en 2019.
El sector público contrató 9 préstamos por 792.6 millones de dólares con acreedores oficiales. A diciembre de 2020, el saldo de la deuda pública total representó el 64.8% del PIB, mayor en 8 puntos porcentuales con respecto a lo presentado en diciembre de 2019.
La pandemia afectó la recaudación de impuestos de las instituciones públicas, principalmente en aquellos tributos como el IVA doméstico, IR, así como los ingresos por cotizaciones a la seguridad social; detalla el informe del BCN. Sin embargo, los ingresos de las finanzas públicas se han visto afectados desde el estallido sociopolítico de 2018, y desde entonces la administración sandinista ha llevado a cabo diversas medidas recaudatorias —como la reforma tributaria y la reforma al seguro social— para lograr sostener las finanzas públicas.
Pero la realidad es que las medidas han resultado voraz para muchos, y muchas empresas se han visto obligadas a cerrar durante los últimos tres años. De igual forma, el Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS) ha perdido miles de afiliados y su sostenimiento es cada vez más cuestionado. Solo en 2020, el INSS registró 3,819 desafiliados más que en 2019.
Banco Mundial pronostica lento crecimiento para Nicaragua a pesar del optimismo oficialista
La Encuesta Continua de los Hogares (ECH) refleja que la tasa global de participación laboral pasó de 71.5% al cierre de 2019 a 70.5% al cierre de 2020, bajando un punto porcentual. Asimismo, se observó una reducción del subempleo de 0.9 puntos porcentuales. El informe señala que las actividades con más reducciones en el número de empleos durante el año fueron hoteles y restaurantes; electricidad, gas y agua, y servicios comunales, sociales y personales.
Continúa optimismo
A través del informe, el BCN reconoce que el COVID-19 tuvo una incidencia negativa importante en el dinamismo económico nicaragüense, la que también se vio afectada por los huracanes Iota y Eta. «Esta incidencia se observa en la contabilidad del crecimiento, con afectaciones en la productividad y la fuerza laboral. Estos diferentes choques tendrán un impacto en la recomposición productiva» admite la institución. Sin embargo, los economistas de la entidad permanecen aún con altas expectativas.
Mientras el Banco Mundial ha proyectado que el crecimiento del PIB de Nicaragua este 2021 sea de 0.9%, el BCN sostiene que este año se observará una tasa de entre 2.5% y 3.5% de crecimiento económico. Una expectativa bastante optimista, considerando que la entidad financiera internacional posiciona a Nicaragua como la tercera recuperación económica más baja de la región.
El economista Maykell Marenco considera que las estimaciones del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional son más realistas que las del BCN pues «no hay confianza en Nicaragua, el riesgo país es una variable que ha aumentado, el tema de la inseguridad y cómo está ha limitando la productividad de muchas empresas, muchas han tenido que dejar de operar, ha habido fuga de capitales; todos estos elementos son un polo tierra al final del día que nos dicen ‘esperate, sería bueno crecer entre 2.5 y 3.5 pero hay que ser realista, no podes, estás en año electoral».
Bancos y empresas privadas en Nicaragua luchan por sobrevivir
La incertidumbre política es un factor que afecta directamente la estabilidad económica del país, señala el economista. «Cuando hay incertidumbre política no podes hablar de estabilidad económica, se contrapone; como van de la mano, no se puede hablar de un desempeño óptimo de la economía cuando el inversionista, el empresario, el consumidor, el productor, no tiene certidumbre sobre lo que va a suceder en el próximo semestre, en el próximo trimestre».
«La incertidumbre lo que propicia más bien es inestabilidad económica y muchos inversionistas acercándose el periodo electoral me imagino que van a tratar de resguardar sus capitales porque tienen aversión al riesgo, e igual muchas personas para tratar de salvaguardar su integridad física van a tratar o de estar fuera del país o de mantener sus operaciones al mínimo» advierte Marenco.
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