Devony Omeir Gordon tuvo que dejar su hogar y a sus dos hijos pequeños en busca de una nueva oportunidad laboral, tras quedar en el desempleo durante los primeros meses de 2020 como consecuencia de los estragos económicos ocasionado por el coronavirus.
Omeir es oriunda de Bluefields, una ciudad en el Caribe Sur de Nicaragua donde las principales actividades económicas son la pesca y el turismo, las mismas que se paralizaron desde que se reportó el primer caso de COVID-19 en el país.
Juana Gordon, su madre, había trabajado durante unos 20 años de manera ininterrumpida en un pequeño crucero de la ciudad. Nunca recuerda que la hayan suspendido de sus labores por alguna razón. La pandemia cambió todo.
El despido de Juana Gordon fue determinante para que Omier, también sin empleo, tomara la decisión de salir en busca de nuevas oportunidades, por lo que viajó más de 300 kilómetros para llegar a Managua. Llegó a la capital con la esperanza de trabajar en un “Call Center”, a pesar de haberse graduado de la carrera Administración de Empresas. Los “Call Centers” son centros de atención telefónica donde los teleoperadores, como se les llama a los empleados, reciben y hacen llamadas a clientes actuales y potenciales.
La motivaba el hecho de hablar inglés criollo nicaragüense o “criollo costeño”, una lengua de origen africano y jamaiquino que muchos miskitos, garífonas y otros grupos étnicos del Caribe Sur de Nicaragua tienen como segunda lengua nativa.
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“El idioma nativo creole nos permite entender y perfeccionar el inglés, eso nos ha ayudado a nosotros los costeños a encontrar trabajo”, señala Devony, quien cuenta que meses después de comenzar en el «Call Center», dos de sus hermanas se le sumaron allí.
“Después que mi mamá se quedó sin empleo todo se paralizó en casa. Entonces no solo yo, sino mis hermanas tuvimos que venirnos aquí en busca de sustentar la economía familiar. Tenemos gastos. Aquí en Managua pagamos renta, energía, internet, pero también tenemos una casa que mantener en Bluefields”.
Sueldos del «Call Center» por encima del salario mínimo
De acuerdo con Pedro Ortega, dirigente de la Mesa Laboral de Sindicatos de la Maquila (MLSM), los “Call Centers” operan en Nicaragua bajo un régimen especial de zona franca y por ser empresas que buscan personal bilingüe, pagan un salario por encima del mínimo.
Ortega calcula que hay un aproximado de 5.000 trabajadores de «Call Centers» que dinamizan la economía.
“Estos trabajadores obtienen muy por encima del resto de los salarios en Nicaragua. Vienen ayudar para el desarrollo económico y en la medida que los trabajadores tienen un buen salario, tienen poder de compra y son trabajadores que consumen por los salarios que tienen de más de 500 dólares al mes”, dijo Ortega.
El dirigente sindical desconoce cuántas personas del Caribe de Nicaragua vienen a la capital en busca de trabajo, pero considera que es un gran porcentaje.
“No tenemos la cifra exacta, pero es una gran cantidad de caribeños aquí, que han perfeccionado el inglés y se les dio oportunidad en estos ‘Call Centers’”, indica.
Devony Omeir concuerda con Ortega y recalca que del total de trabajadores, al menos la mitad son del Caribe de Nicaragua.
“Hay muchísima gente, podría decirse que más del 50% de personas sin empleos en el Caribe, están aquí en los ‘Call Centers’. Abren convocatorias de 300 personas y más de la mitad son caribeños. Esto una puerta que se abre y se aprovecha. Es un buen ingreso comparado al salario mínimo de Nicaragua”, finaliza Omeir.
Según el último informe anual del Banco Central de Nicaragua (BCN), la pandemia del COVID-19 disminuyó la actividad económica y el empleo, mientras que la inflación se mantuvo baja y estable.
El economista Maykell Marenco atribuye esto a que no se cerró la frontera, ni se tomaron medidas de aislamiento por la pandemia, aunque señala que aun así hay un decrecimiento por la crisis sociopolítica de 2018.
“Hemos tenido un decrecimiento del tres por ciento en estos tres años. El decrecimiento económico en 2020, si bien es cierto, fue menor del que se esperaba en términos de percepción, fue porque no se estableció cuarentena y esto jugó una especie de freno que evitó que Nicaragua decreciera en contraste a nivel de la región”, señala Marenco.
Por otro lado explica que aunque no hay datos de personas desempleadas, se hace un cálculo en base al número de afiliados al Instituto de Seguridad Social (INSS) .
“La cantidad de afiliados antes de 2018 eran alrededor 960.000. Desde entonces hemos tenido un decrecimiento de 300.000 afiliados. Ahora tenemos alrededor de 700.000. Una cantidad de desempleos de alrededor 200.000 y 300.000. Además de eso, hablamos de que el nivel de empleo informal ha aumentado”, lamenta Marenco.
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