Atraídos por posibles inversiones y sacar algún provecho comercial, poco a poco los países de Centroamérica vienen dando un viraje hacia China, un gigante que ve en la región tanto intereses económicos como geopolíticos, dada su condición de imperio en expansión.
Los países centroamericanos eran por lo general más cercanos a Taiwán, pero en el 2007 Costa Rica se convirtió en el primer país en romper con la isla y establecer relaciones diplomáticas con China. Diez años después lo hizo Panamá, en el 2018 El Salvador y en diciembre del 2021 la Nicaragua del dictador Daniel Ortega.
Actualmente los únicos países del itsmo que no dan el paso en busca del gigante comunista son Guatemala, Belice y Honduras. Sin embargo, con la llegada al poder de la izquierdista Xiomara Castro en Honduras, cabe la posibilidad de un acercamiento con China, pero, existe un consenso en la cúpula empresarial y sectores de poder por mantenerse en la órbita de EE.UU y de Taiwán.
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Panamá: Inversiones y comercio
Dependiendo de la óptica en que se vea, el establecimiento de relaciones diplomáticas y por tanto comerciales con China han tenido resultados positivos y en otros casos no precisamente. Veamos el caso de Panamá. Desde el 2017 el comercio bilaterial ha crecido y en el primer semestre del 2021 las exportaciones de Panamá hacia China alcanzaban los 581.5 millones, convirtiéndose el gigante asiático en el principal comprador de productos panameños.
Una economía pujante y su atractivo canal interoceánico hicieron que los chinos fijaran sus ojos en la economía panameña. Poco más de dos años después de la firma de relaciones diplomáticas, China sumaba ya inversiones por 2,500 millones de dólares.
Sin embargo, los chinos no la han tenido tan fácil al imponerse ante un mercado tan abierto como el panameño. Por ejemplo, una propuesta para construir un tren de alta velocidad por 4.1 mil millones de dólares entre ciudad de Panamá y el norte del país fue rechazado; y en febrero del 2020 se le adjudicó a la coreana Hyundai Engineering la construcción de la tercera línea del Metro. Este era un negocio de 2,500 millones de dólares y China no pudo quedárselo.
El TLC que no salió como Costa Rica esperaba
En el 2007 Costa Rica estableció relaciones diplomáticas con China y casi de inmediato empezaron los proyectos de cooperación. En el 2011 el pequeño país centroamericano estaba inaugurando un moderno estadio de fútbol valorado en 100 millones de dólares.
Ese mismo año se firmó el Tratado de Libre Comercio (TLC). Sin embargo, los resultados no han sido necesariamente los esperados.
En noviembre del 2021 un reporte de Voz de América (VOA) señalaba que datos del Ministerio de Comercio Exterior de Costa Rica (COMEX) reflejaban que del 2011 hasta 2019 la balanza comercial con China presentaba un saldo desfavorable del 91,16%.
“Las relaciones con china no han sido lo exitosas comercialmente que hubiéramos querido”, confesaba el viceministro de Asuntos Multilaterales, Christian Guillermet.
En el 2019 las exportaciones de Costa Rica a China fueron 121,6 millones de dólares, pero las importaciones ascendieron a 2,123.5 millones de dólares.
El caso salvadoreño
En el 2018 El Salvador rompió con Taiwán y se acercó a China. En mayo del 2021 el gobierno de Nayib Bukele firmó un acuerdo con los chinos: “US$500 millones en inversión pública no reembolsable”, celebró Bukele, asegurando que era sin condiciones.
Inmediatamente la Secretaria Adjunta Para Asuntos del Hemisferio Occidental de EE.UU, Julie Chung, le aclaró a Bukele: “Señor presidente, nada de China viene sin condiciones”. En su defensa, el presidente salvadoreño le respondió: “Ustedes son el mayor socio comercial de China”.
Entre los proyectos a desarrollar están un estadio y una biblioteca.
La gran cercanía con China y políticas internas han ido deteriorando las relaciones salvadoreñas con EE.UU, país que es fundamental para la economía salvadoreña, dado que es el principal socio comercial y el origen de las remesas. En el 2020 El Salvador recibió 5,918.6 millones de dólares en remesas, la inmensa mayoría procedentes de EE.UU, según reportes de El Financiero.
Ortega, una relación política
El último en acercase a China fue Nicaragua. Esto ocurrió en diciembre pasado luego de romper con Taiwán.
Casí de inmediato Ortega le presentó a los chinos un paquete de inversiones y proyectos, pero aún se desconoce si se ha concretado algo.
Por el momento China solo ha enviado vacunas anticovid donadas. También recientemente el régimen sandinista anunció que China le apoyaría en un programa de viviendas, algo que Taiwán también hacía.
El acercamiento de Ortega a China se da en un contexto muy difícil de sus relaciones internacionales, repudiado por Estados Unidos, Europa y la mayoría de los países de América Latina por sus violaciones a los derechos humanos y por imponerse en las votaciones del 7 de noviembre en un proceso electoral calificado de “farsa”.
La apuesta de Ortega por China se da ante la posibilidad de Estados Unidos de sacar a Nicaragua del TLC y de la Unión Europea del Acuerdo de Asociación.
Funcionarios sandinistas han expresado sus esperanzas de que China construya el soñado canal interoceánico por Nicaragua y que se firme un TLC.
Los gigantes de la región: China siempre gana
Con los gigantes de América Latina las relaciones con China son de más larga data, pero si por los números se valoran las cosas, los chinos sacan una gran ventaja comercial.
En 1971 México rompió relaciones diplomáticas con Taiwán y al año siguiente las estableció con China.
En el 2021 el intercambio comercial entre ambos países fácilmente superó los 100,000 millones de dólares. De enero a noviembre del año pasado este había ascendido a 98 mil 963 millones de dólares.
Sin embargo, hay que aclarar que la balanza es abrumadoramente a favor de China. Las importaciones provenientes de China alcanzaron los 90 mil 555 millones de dólares al mes de noviembre, mientras que las exportaciones hacia ese país fueron solo de 8 mil 407 millones.
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Las relaciones comerciales con Estados Unidos tienen un color diferente, ya que este país es el primer socio comercial de México. En el 2019, por ejemplo el intercambio comercial había alcanzado 614,500 millones de dólares, de los cuales 358,000 millones fueron productos mexicanos exportados hacia EE.UU.
Otro de los gigantes latinoamericanos es Brasil. Tiene 48 años de haber establecido relaciones diplomáticas con China. En el 2018 el intercambio comercial cerró en 98,900 millones de dólares y en los últimos 15 años, China había invertido cerca de 70.000 millones de dólares en ese país sudamericano.
Con Argentina los números son más modestos, por ejemplo en el 2019 el intercambio bilateral fue de 16,000 millones de dólares.
Sin embargo, el gobierno de Ernesto Fernández tiene grandes proyecciones y el año pasado se anunció que ambos países trabajaban un ambicioso plan de mediano plazo para ejecutar 15 proyectos con inversión china en infraestructura, energía y transporte. Se trata de un paquete de 30,000 millones de dólares.
China y Ecuador
Con Ecuador las relaciones han sido muy polémicas. En un intento por alejarse de Estados Unidos, el expresidente socialista Rafael Correa buscó un acercamiento con China y entre los frutos está la megapresa Coca Codo Sinclair.
La obra fue construida por Sinohydro, una empresa china, y se suponía debía producir más de 1 mil 500 megavatios de energía y cubrir un tercio de la demanda eléctrica del país por 50 años. La presa está plagada de fisuras, fallas y ha generado grandes pérdidas económicas al país. El gobierno de Ecuador ha demandado por los daños. Reportes periodísticos indican que la corrupción jugó un gran papel en la adjudicación del proyecto, por lo que muchos funcionarios involucrados terminaron en la cárcel por “sobornos”.
Depredadores de los mares
Otro problema con el que ha tenido que lidiar Ecuador es con la voracidad de la flota pesquera de China, verdaderos depredadores de los mares.
Ecuador ha denunciado reiteradamente las actividades pesqueras de China cerca de la Zona Económica Exclusiva de las Islas ecuatorianas de Galápagos, un lugar de gran importancia para la conservación de las especies.
Sin embargo, la flota pesquera de China también asola los mares de otros países latinoamericanos.
El modus operandi se caracteriza porque en muchas ocasiones los barcos apagan sus sistemas de rastreo y comunicación satelitales, para evitar que las autoridades de los países donde están operando no puedan detectarlos.
El caso de Venezuela
Una relación que refleja la voracidad de China es la que tiene con Venezuela. Pekín es el gran acreedor del régimen Nicolás Maduro. Para el 2019 la deuda ascendía a 62.000 millones de dólares, la mayor parte de esa deuda, irónicamente, era por créditos petroleros, explicaba en un reporte el diario El País.
Pero, el interés de China en Venezuela va más allá de petróleo, también está el coltán, imprescindible para la fabricación de móviles, oro y otras materias primas.
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