La familia Ortega-Saavedra estaba conformada por Lidia Albertina Saavedra Rivas y Daniel Simeón Ortega Cerda como cabezas de hogar, y sus tres hijos: el mayor Daniel, nacido en 1945, le sigue Humberto nacido en 1947 y el menor, Camilo quien nació en 1950.
Según se ha conocido por voz del mismo Daniel Ortega, de Humberto y algunos cercanos al dictador, también hubo otros dos hermanos que murieron a los dos y tres años a causa de la tos ferina y según el libro Epopeya de la Insurrección de Humberto Ortega, por las “pésimas condiciones de aquella época”. Sus nombres eran Germania y Sigfrido, pero se ha hablado muy poco de ellos. Se conoce también que más tarde, la pareja tuvo a otra hija a quien pusieron el mismo nombre; Germania, y quien también murió prontamente.
Aunque Daniel Ortega se encargó de procrear una familia numerosa con Rosario Murillo con quien tiene 10 hijos, entre los propios y los adoptados de otras relaciones de la codictadora, lo cierto es que él es el único sobreviviente de su familia nuclear, los Ortega-Saavedra.
Las primeras bajas familiares
El patriarca de la familia, Daniel Ortega Cerda fue el primero en morir el 21 de abril de 1975 a los 70 años, por lo que pudo vivir la liberación de su hijo mayor, del mismo nombre y ahora dictador de Nicaragua, quien cuatro meses antes había sido liberado por un comando armado que asaltó la casa de José María Castillo.
Poco tiempo después de su muerte, otra pérdida llegaría a la familia; la de Camilo Ortega, entonces convertido en guerrillero del Frente Sandinista y quien murió en combate con la Guardia Somocista en la ciudad de Masaya el 26 de febrero de 1978.
La más larga vida la tuvo sin duda Lidia Saavedra, murió el 3 de mayo de 2005 a los 97 años. En esa ocasión, los dos hermanos sobrevivientes, Daniel y Humberto protagonizaron un escándalo porque ya se encontraban distanciados y confrontados y se pelearon por el ataúd de su madre en plena misa. Fue el Cardenal Miguel Obando y Bravo quien intervino para calmar los ánimos entre los parientes.
La guerra de los caínes
Los dos hermanos siempre fueron aliados necesarios, pero mantenían ciertas disputas por el poder político.
Humberto, prefería mostrarse distante de las ínfulas dictatoriales de Daniel y su esposa, Rosario Murillo, y se vendía como un intelectual interesado en la democracia.
Con el tiempo, sus constantes apariciones públicas en medios de comunicación nacionales e internacionales cuestionando las formas de la pareja, fueron incomodando a Murillo, hasta que esta le hizo apresar en mayo de 2024.
Pero Ortega no fue un simple observador. Participó activamente de la estrategia de silencio contra su hermano menor y solo unos días después de su arresto avivó los enojos al cuestionar acciones que Humberto había llevado a cabo cuando fue jefe del Ejercito hace más de 30 años-
“¡Qué vergüenza, una traición al pueblo, a la patria en ese momento!, el jefe del Ejército ya tenía entregada su alma al diablo”, dijo el dictador en un discurso público. Con esas palabras quedaba sellado el destino de Humberto, devorado por el munstruo que él mismo había ayudado a construir.
Con una salud debilitada por problemas cardíacos anteriores y recientes, Humberto Ortega lanzó un SOS enviando una nota de voz a medios independientes donde advertía que “todo el estrés que mi prisión injusta multiplica puede producir un desenlace fatal en cualquier instante”.
Sus palabras fueron más que un pedido de auxilio, una premonición que se hizo realidad el 30 de septiembre de ese mismo año. Su propio hermano y su cuñada le habían acelerado la muerte.
Los padres de Daniel Ortega ¿terroristas bajo el régimen actual?
Ortega, el octogenario que persiste
Enrique Bolaños había sido el presidente de mayor edad en asumir el poder, tenía 63 años al llegar al cargo, pero Daniel Ortega ya superó todos los récords nacionales en esa materia, e incluso los latinoamericanos, ya que es el presidente más anciano de la región.
En 1994 Daniel Ortega sufrió un infarto que puso en riesgo su vida. Desde entonces el dictador procuró hacer actividad física y cuidar su alimentación con la esperanza de vivir más años.
En los últimos meses, sus apariciones públicas han avivado rumores y especulaciones sobre su verdadero estado de salud. Se le ve caminar muy lento y muestra también dificultades para hablar, lo que ha hecho creer que ya no está en condiciones de seguir ejerciendo el cargo.
Daniel Ortega es así, el único sobreviviente de su familia nuclear, los Ortega-Saavedra, aunque es el iniciador de lo que a todas luces se perfila como una nueva dictadura dinástica en el país, con una larga lista de herederos a la espera de tomar el control.
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