En medio de una escalada de tensiones que ha capturado la atención global, Estados Unidos ha intensificado sus operaciones militares en el Caribe y el Pacífico bajo el argumento de erradicar el narcotráfico en la región. Lo que comenzó como acciones puntuales contra embarcaciones sospechosas se ha convertido en una serie de intervenciones que involucran a Venezuela, Colombia y México, generando acusaciones de violaciones al derecho internacional y temores de un conflicto regional más amplio.
Inicia enorme despliegue militar de la dictadura venezolana y aumentan tensiones en la región
El origen de la confrontación: la lucha contra el narcotráfico
La administración de Donald Trump, en el poder desde enero de 2025, ha calificado a varios carteles latinoamericanos —incluyendo el Tren de Aragua venezolano y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) colombiano— como organizaciones terroristas. Esto ha permitido declarar un «conflicto armado directo», justificando ataques en aguas internacionales sin necesidad de autorizaciones adicionales. El detonante fue el despliegue de buques navales estadounidenses en el Caribe en agosto de 2025, con Venezuela como objetivo principal, aunque las operaciones pronto se extendieron al Pacífico, rozando costas colombianas.
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— Nicaragua Investiga (@nicaraguainvest) November 14, 2025
Hasta la fecha, Washington reporta haber neutralizado al menos 15 embarcaciones en una docena de incidentes, resultando en más de 70 muertes confirmadas y una persona desaparecida. Estos operativos, ejecutados con misiles de precisión o descargas de energía desde distancia, no involucran invasiones terrestres, pero han sido calificados por la ONU como posibles ejecuciones sumarias que contravienen tratados humanitarios.
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Cronología de los incidentes: De ataques aislados a una campaña sostenida
La secuencia de eventos ilustra cómo una estrategia inicial de contención ha derivado en una ofensiva continua:
- 2 de septiembre: Primer golpe en el Caribe contra una lancha vinculada al Cartel de los Soles, con 11 ocupantes fallecidos. EE.UU. libera un video, pero omite evidencias concretas de carga ilegal.
- Mediados de septiembre: Dos ataques adicionales dejan seis muertos, todos supuestamente venezolanos transportando estupefacientes.
- Octubre: El mes de la intensificación: Seis operativos más, incluyendo el hundimiento de un submarino el 16 (dos muertos, dos detenidos temporalmente y liberados) y un ataque masivo el 28 que destruye cuatro lanchas en el Pacífico, cobrando 14 vidas. México interviene con una búsqueda fallida del único superviviente.
- Principios de noviembre: Cuatro incidentes adicionales, como el del 9 de noviembre con dos lanchas hundidas y seis bajas en el Pacífico Oriental, elevan el conteo total.
Estos episodios no distinguen claramente entre narcotraficantes y posibles civiles, como pescadores colombianos de Santa Marta que ahora navegan con pánico ante el riesgo de ser blanco equivocado.
Movilización naval: Presencia disuasoria o amenaza inminente
Para respaldar estas acciones, EE.UU. ha posicionado activos clave en la región. El destructor USS Gravely realizó ejercicios conjuntos con Trinidad y Tobago del 25 al 30 de octubre, mientras que el gigantesco portaaviones USS Gerald R. Ford —el más grande del mundo— fue redeplegado al Caribe el 24 de octubre, aunque su posición exacta permanece en secreto.
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Adicionalmente, el 16 de octubre, Trump autorizó misiones encubiertas de la CIA específicamente contra Venezuela, elevando las apuestas a un nivel de guerra híbrida.
Reacciones en la región: Diálogo rechazado y amenazas veladas
Venezuela, bajo el dictador Nicolás Maduro, ha optado por una mezcla de confrontación y diplomacia fallida. El 21 de septiembre envió una propuesta de negociación a Washington, ignorada por Trump. Días después, Maduro inició entrenamientos paramilitares civiles y, el 9 de octubre, advirtió: «Cualquier agresión gringa encontrará respuesta». El 3 de octubre, Caracas exigió el fin de la «política belicista».
En Colombia, Gustavo Petro —tildado por Trump de «jefe narco»— ha alternado críticas con llamados a la moderación tras roces diplomáticos. Pescadores locales expresan temor a confusiones fatales en alta mar.
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México, por su parte, enfrenta el fantasma de una intervención directa. La presidenta Claudia Sheinbaum rechazó categóricamente rumores de tropas estadounidenses en su territorio tras una orden ejecutiva de Trump contra carteles locales, insistiendo en que «tal escenario es imposible».
¿Por qué importa para Latinoamérica? Riesgos de una espiral incontrolable
El pulso amenaza con desestabilizar todo el subcontinente. Económicamente, interrumpe rutas marítimas vitales para el comercio y la pesca, afectando a naciones como República Dominicana y Ecuador. Políticamente, polariza la región entre aliados de EE.UU. (como Trinidad y Tobago) y críticos del intervencionismo, reviviendo ecos de la Doctrina Monroe. Si la escalada continúa, podría arrastrar a más actores —incluyendo la guerrilla colombiana o redes mexicanas— hacia un caos transfronterizo, exacerbando migraciones, inestabilidad y presiones sobre recursos humanitarios.
La comunidad internacional, vía ONU, urge un alto al fuego, pero con Trump en la Casa Blanca, el diálogo parece remoto. Latinoamérica observa con inquietud.
Nicaragua Investiga



































