El pasado 6 de junio Minneapolis anunció la prohibición de los estrangulamientos policiales, tras semanas de fuertes protestas por la muerte del afroamericano George Floyd.
«El Departamento de Policía de Minneapolis debe prohibir los agarres del cuello, sea cual sea el motivo, en un plazo de diez días desde que sea efectiva esta orden», señaló el consejo de la Alcaldía en un comunicado.
La medida deja prohibido el estrangulamiento como técnica de detención y obliga a los agentes a detener cualquier uso excesivo de la fuerza por parte de sus compañeros.
Los oficiales que sean testigos de cualquier movimiento inadecuado deben «intentar intervenir de manera segura, ya sea de forma verbal o física» y, en caso de no hacerlo, «será objeto de las mismas medidas disciplinarias» que el propio infractor.
Esta sería la primera medida concreta para frenar el abuso policial en Minneapolis, luego de que el Departamento de Derechos Humanos llevara a cabo una investigación en relación con la muerte de Floyd.
Tras el anuncio, cuatro concejales de Minneapolis han propuesto desmantelar al Departamento de Policía responsable de los hechos.
Además, el ayuntamiento anunció que trabajará para llevar a cabo «un cambio sistémico» dentro del departamento de Policía.
La muerte del afroamericano a manos de un agente policial el pasado 25 de mayo ha provocado diversas movilizaciones.
El 5 de junio se llevó a cabo la onceava jornada de protestas en rechazo a la violencia policial.
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