La feligresía católica de Matagalpa vive una Semana Santa atípica: su obispo sigue secuestrado por la dictadura que gobierna Nicaragua y con prohibiciones para vivir su fe. “Serán recordados como los días santos más amargos”, dice un católico que sale de la Catedral de este municipio a dónde llegó para dejar una vela encendida. “He rezado para que esta pesadilla pase”, agregó.
Los matagalpinos no recuerdan una Semana Santa sin su pastor. “Es el primer año sin que nos acompañe monseñor Rolando (Álvarez). Son días negros para la historia de la iglesia en Nicaragua”, agrega el religioso.
“El gobierno ha prohibido que salgamos a las calles con el viacrucis de Viernes Santo, que vivamos la pasión, de cómo nuestro Señor Jesucristo ofreció su preciosísima vida por el perdón de nuestros pecados y resucitó para que se cumpliera su palabra”, lamentó otro laico matagalpino que prefirió mantenerse en el anonimato.
“Bajo la angustia del huerto”
Consultado sobre el tema, un Delegado de la Palabra que dijo hablaría para este reporte con identidad reservada declaró vía telefónica, que “nunca antes la iglesia Católica había vivido la Pasión de Cristo como si en verdad estamos en el huerto de Getsemaní, una noche amarga”, comentó.
“Comenzamos a sudar gotas de sangre, dice, a llorar, a implorar al Señor que cambie la situación según sea su voluntad, pero estamos más que claros: el bien siempre triunfa sobre el mal”, añadió. “Nosotros, los verdaderos católicos, estamos sudando las gotas de dolor, de sangre, desde el huerto hasta la cruz con nuestro Obispo”, señaló el predicador.
Mientras la dictadura de Daniel Ortega mantiene la persecución contra el clero nicaragüense, insiste en el secuestro del obispo de Matagalpa y prohíbe las celebraciones católicas de la semana más importante del año de la Iglesia católica. Eso lo lamentan los feligreses.
“Se profana la Semana Santa, los fanáticos del régimen realizan ferias bulliciosas, giras turísticas y actividades deportivas como si todo estuviera normal, igual que los fariseos celebraron el arresto del hijo de Dios en aquella noche oscura…pero amanecerá”, sentenció.
Templos vigilados
Desde el municipio de Matiguás, la población denunció que la dictadura orteguista vigila el templo católico desde finales de febrero, una vigilancia que reforzó este fin de semana que comenzó la Semana Mayor.
“Hasta drones lanzaban los viernes para vigilar que no salgan los viacrucis. En las eucaristías, llegan grupos de la inteligencia del régimen que se hacen pasar como católicos, dirigidos por el alcalde y otros funcionarios locales”, relató otro Delgado de la Palabra, este, ubicado en Matiguás.
Los fanáticos orteguistas que asisten a misa graban las homilías en sus teléfonos e informan de su contenido a los políticos del régimen. Un sacerdote matagalpino comentó por su lado, que “la dictadura sueña con eliminar la fe católica del país, porque sabe que la Iglesia católica es la única institución creíble, respetada y amada, más que su organización política”.
Informó que en su parroquia, la feligresía ha pedido realizar las actividades de viernes de cuaresma dentro del templo. “Así ha sido en todo el país, pero la fe prevalecerá”, sentenció el religioso.
“Esta es la triste historia que nos toca vivir ahora como iglesia, pero nuestra santa institución ha visto pasar el féretro de sus perseguidores. Será igual aquí. los señores represores no son eternos”, dijo una comerciante que antes se ganaba la vida vendiendo en los viacrucis.
Bendiciones de las palmas bajo ojo represor
Los matagalpinos vivieron este Domingo de Ramos la bendición de las palmas bajo “el ojo de los policía del régimen” que llegó a cerciorarse que no salieran en la tradicional procesión de la burrita.
Los policías apoyados por fuerzas parapoliciales, se plantaron frente al atrio de la Catedral de Matagalpa, mientras el padre Oscar Escoto, quien desempeña labores de administrador diocesano, realizaba la tradicional bendición de las palmas y la eucaristía.
Los orteguistas cerraron toda la calle, unos 300 metros, a lo largo del atrio de Catedral, donde había una considerable aglomeración de fieles católicos que gritaban vivas a la imagen de Jesús montando la burrita y los que llevaban en sus manos las tradicionales palmas que serían bendecidas por el celebrante eucarístico.
El asedio de los grupos orteguistas no impidió que el pueblo católico acudiera al llamado de la fe y recibieran la bendición de las palmas para llevarlas a sus hogares, aunque la imagen de Jesús Rey no pudo salir del templo porque los armados se lo impedirían. “Un día volverá la libertad a Nicaragua, eso es seguro”, agregó un católico.
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