En “voz baja”, con acciones tímidas, casi clandestinas, pobladores de Diriomo celebraron este 2 de febrero a su patrona, la Virgen de Candelaria. Las autoridades religiosas dijeron que las festividades se realizarían “con extrema prudencia” para no exponer a los asistentes a la represión gubernamental.
Una de las medidas que adoptaron los organizadores, fue construir dentro del templo la enramada de la imagen venerada y no en el atrio, como lo hacían tradicionalmente. Bajo la enramada, la patrona del pueblo de Diriomo, solía permanecer por varias horas el 1 y 2 de febrero hasta concluir con las celebraciones eucarísticas.
A los pies de la imagen de la Candelaria, los fieles devotos quemaron las tradicionales candelas de sebo que elaboran los artesanos del pueblo indígena de Monimbó, como lo hacen cada año. Las ardientes llamas simbolizan que Cristo es la luz del mundo, y a la vez, representan una plegaria o favor recibido por intercesión de la santa.
“Recordarles que nosotros no estamos haciendo nada afuera (del templo) es más ni en el atrio, la enramada la tenemos aquí adentro, incluso las hermanas que nos ayudan a vender las candelas de sebo, para los peregrinos están dentro del templo”, dijo en más de una ocasión monseñor Larry Meneses, párroco del Santuario Diocesano Nuestra Señora de Candelaria.
“No estamos haciendo ninguna actividad fuera del templo. Ustedes saben que es por fuerza mayor… cualquier persona que esté realizando algo afuera (del templo) se entenderá con las autoridades competentes. Hemos dicho a las autoridades que estamos dentro, para que no nos involucren en nada”, reiteró.
Fervor y solemnidad
El 2 de febrero de cada año, el templo se abarrota de fieles, y muchos se quedan en el atrio y los alrededores del templo, para participar de la solemne eucaristía. Pero este febrero, las autoridades religiosas, decidieron no poner sillas plásticas, ni mucho menos parlantes en las afueras del templo en los que reproducían la proclamación y prédica del evangelio.
El obispo de Granada, monseñor Jorge Solórzano, junto al clero de la Diócesis del departamento, presidió la solemnidad de las fiestas de la Virgen de Candelaria y bendijo las tradicionales candelas de sebo que iluminaron el templo. Luego de la solemnidad, muchos devotos se llevan las candelas y las utilizan como bálsamo, para sanar sus dolencias, según sus creencias.
“Hoy conmemoramos el día dichoso en que Jesús fue presentado en el templo por María y José, para cumplir públicamente con la Ley de Moisés, pero en realidad, para venir al encuentro con su pueblo que lo esperaba con fe”, resaltó Obispo para explicar la tradición de fe.
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Ciudadanos esperaban las procesiones
A las fiestas de la Virgen de Candelaria del pueblo de Diriomo, acuden decenas de peregrinos de los departamentos de Granada, Rivas, Masaya, y Boaco, quienes llegan a participar de una de las fiestas marianas que ya cumplen 200 años de tradición en esta localidad.
En los pueblos, las procesiones son uno de los mayores actos de piedad popular, pero por segundo año consecutivo, la policía del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, no permitió que la imagen de la Virgen de Candelaria saliera del templo, por lo que las autoridades eclesiásticas, se vieron obligadas a realizar pequeñas procesiones dentro del santuario.
El primero de febrero es tradición que la imagen de la patrona salga en procesión hasta el lugar conocido como “La raya”, que es el límite territorial entre los pueblos de Diriá y Diriomo, donde decenas de fieles, cargados de fe y devoción, participan de este acto de piedad religiosa.
“Es triste ver que la imagen se mantenga encerrada en el templo, pero hemos visto cómo el pueblo se ha desbordado, para venir a visitar a su virgen, creo que es una misión imposible borrar la fe de un pueblo creyente”, remarcó la promesante Adela Gutiérrez, de la comunidad “Los Jirones”.
En esta procesión, participan alrededor de 10 bailes folclóricos con sus coloridos trajes. Antes, jóvenes y grupos de señoras bailaban al son de la tradicional marimba por las calles del pueblo, pero este año, la participación se redujo a los alrededores del atrio y las naves del santuario.
Sin peregrinación
Previo a la solemnidad del 2 de febrero se realizaba una peregrinación que partía de la iglesia Guadalupe de la ciudad de Granada, hasta el Santuario de la Virgen, una caminata de 12 kilómetros en el que iban rezando el rosario, entonando cantos y exclamando vivas a la patrona, pero por la persecución que mantiene el régimen orteguista contra la iglesia católica, los fieles la suspendieron. La peregrinación es una tradición que lleva más de 30 años.
“Era una alegría esa peregrinación, porque íbamos lleno de fervor y tradición a ver a la imagen de la virgen y participar de la eucaristía y el rosario. En el trayecto varias familias nos ofrecían refresco para calmar la sed y algunos repartían alimentos. Es triste ver que un acto de fe tan hermoso, se nos prohíba en este país”, se quejó Mercedes Gonzáles.
La procesión del 2 de febrero era la actividad más alegre de estas festividades. La feligresía católica se desborda, para ver salir a la imagen de su patrona al repique de campanas, detonación de cohetes y bailes folclóricos. “Hay fe, hay alegría pero las calles lucen tristes, la patrona quedó encerrada en su templo. Esperamos que un día finalice la noche oscura, ya pasó una vez y por fe, amanecerá”, dijo un promesante.
“Es lamentable”, dice un miembro de la Guardia de Honor del Santuario. “Las familias quedaron esperando a la virgencita. Uno se prepara, porque no solo es verla pasar; es pagar promesa, es hacer regalos en su honor, es pedirle su bendición. Pese a todo, la gente se desbordó en el templo, la fe se impone, ella sobrevive siempre”, sentenció.