Este jueves, la dictadura sumó 169 organizaciones no gubernamentales (ONG) a su lista negra, un número que continúa creciendo implacablemente. Entre las afectadas, varias organizaciones religiosas destacan por su legado histórico. Entre ellas, brilla con luz propia la Primera Iglesia Bautista de Managua (PIBM), la primera iglesia protestante del Pacífico nicaragüense, fundada en 1917. Irónicamente, uno de sus miembros más devotos, el reverendo Sixto Ulloa, se ha convertido en uno de los defensores más acérrimos del régimen.
Ulloa no escatima en esfuerzos para promover la dictadura; sus redes sociales son un altavoz constante de propaganda en favor de Ortega y Murillo. En 2018, en pleno apogeo de la represión, se atrevió a justificar la violencia estatal, declarando que «las autoridades eran puestas por Dios», manipulando versículos bíblicos para vestir de legitimidad los crímenes del gobierno.
No solo es la iglesia de Sixto Ulloa
Sin embargo, toda su lealtad y fervor no bastaron para proteger la ONG que sostenía a su congregación. Pero la PIBM no es solo la iglesia de Ulloa; es una institución cargada de historia y legado. Fundada en 1917 por misioneros bautistas estadounidenses, la PIBM no solo fue pionera del movimiento bautista en Nicaragua, sino también la semilla de varias instituciones que hoy forman parte de la memoria colectiva del país: el Colegio Bautista, el Hospital Bautista, el Seminario Teológico Bautista, Radio Bautista y la Convención Bautista de Nicaragua. Esta última, paradójicamente, ha mantenido en los últimos años una relación cercana con el mismo gobierno que ahora la ha asediado.
✍️ Esto decía Sixto Ulloa en 2018 cuando defendía la «paz» de Daniel Ortega.
🔗 Hoy su iglesia fue cerrada por el régimen sandinista https://t.co/FwReUd1Vw1 pic.twitter.com/ASYVf0RFMT
— Nicaragua Investiga (@nicaraguainvest) August 29, 2024
Durante décadas, la PIBM fue pastoreada por el doctor Gustavo Parajón, un médico bautista graduado en Harvard. Tras el devastador terremoto de 1972, fundó el Consejo de Iglesias Pro Alianza Denominacional (Cepad), otra víctima reciente de la ola de cierres del régimen.
Parajón, fallecido en 2011, fue una figura de respeto, incluso entre los sandinistas, cuando en 1979 se negó a respaldar a la dictadura de Somoza en Washington, rechazando testificar ante el Congreso de Estados Unidos para negar las violaciones de derechos humanos en Nicaragua.
En los años ochenta, el doctor Parajón mantuvo la unidad en la PIBM, pese a las tensiones internas entre facciones pro y anti sandinistas.
Ulloa, por su parte, fue premiado por Ortega con un escaño en la Asamblea Nacional, una muestra de la cuota que el régimen otorgó a los evangélicos leales. Parajón también fue parte de las comisiones de paz, junto al cardenal Miguel Obando y Bravo, que trabajaron para poner fin a la guerra civil. Hoy, la PIBM es dirigida por su hija, Marta Parajón, pero ni su liderazgo ni su historia lograron salvarla de la furia gubernamental que acabó con la ONG que la sustentaba.
Otras iglesias perseguidas
La PIBM no cayó sola. Junto a ella, fueron cerradas iglesias moravas, luteranas y muchas otras, en lo que se perfila como una de las persecuciones religiosas más feroces del mundo.
El gobierno sandinista, después de haber golpeado a la Iglesia Católica, ahora ha vuelto su mirada hacia las iglesias evangélicas.