Una serie de testimonios de nicaragüenses que se encuentran en el exilio, relatan como “el brazo largo” de la represión de Daniel Ortega y Rosario Murillo, los alcanza hasta al país que se encuentran refugiados, causando depresión, ansiedad, nervios, traumas psicológicos, intentos de suicidios y hasta el impedimento de asistir a los funerales un ser querido.

Pero no solo ese tipo de acciones represivas ejecuta el régimen. Las voces revelan que han recibido amenazas a través de llamadas telefónicas, correos electrónicos y hasta posibles intervenciones en sus comunicaciones. Sumado a eso, la vigilancia política de todo tipo y hostigamiento, no cesa en el exilio. 

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“Me llamaron y me dijeron que deje de joder porque me van a enseñar que yo soy mujer y no hombre”, testificó una nicaragüense exiliada en Costa Rica, en un informe recientemente publicado que lleva como título “Nadie se va porque quiere: Voces de Nicaragüenses en el Exilio”.

“Cuando me dijeron eso volvió a elevarse mi ansiedad porque ellos no saben el daño que crearon en mí, porque se eleva todo mi radar, siendo alguien sobreviviente de abuso sexual que no lo he curado”.

Otros testimonios desgarradores

Otro testimonio relató que, alrededor de seis patrullas de policía con civiles encapuchados y agentes llegaron a su casa mientras salía del baño. “Con violencia empujaron a mis hermanos menores de edad, destrozaron la casa buscando armas, buscando dinero y me querían llevar detenida así en toalla, por lo cual pues yo puse resistencia y les pedí que me dejaran vestir y así me llevaron detenida”.

Esta persona cuenta que la trasladaron a la Estación de Ciudad Sandino, a un lugar en la parte de atrás, que actualmente se desempeña como escuela de oficios. Luego la trasladaron al antiguo Chipote, un centro de torturas según opositores que han sido detenidos en ese lugar. Ella estuvo detenida por un día.

Nicaragüenses marchan desde el exilio. Foto | Redes sociales.

Otro testimonio desgarrador explica cómo el régimen impidió ver el cuerpo de su padre. “Mi papá pasó dos días muerto en su cama, con la patrulla allá afuera. Entonces, ¿para qué? Porque esperaban que yo llegara. Mi papá me hizo prometer, “no vengas, no vengas”. Y yo me retorcía. Yo gritaba de dolor. Yo sentía que me metían una puñalada en el corazón al saber que él estaba ahí”.

Pero no solo existe este caso: otro nicaragüense exiliado no pudo estar con su madre en los últimos minutos de agonía y tuvo que ver su muerte a través de una videollamada.

“Es una frustración, es un ahogo interno, es desesperante como en el caso de mi mamá, que sabía que estaba muriendo y no podía ir, y que uno intenta hacer las cosas, pero sabe que no va a poder. Aunque sea con videollamada, ella me miró cuando se murió. Mirar el féretro, eso es traumante, es desesperante y dan ganas inclusive hasta de hacer, no sé, tirarse de una ventana”. Esta persona tiene la esperanza de no vivir otra escena similar con su padre, quien se encuentra frágil de salud.

Las intervenciones y vigilancia

Los testimonios en el exilio manifiestan que descubrieron intervenciones en las llamadas telefónicas. “También hubo intervención de nuestras comunicaciones por algunos ruiditos extraños que teníamos en las líneas”, detalló por su parte otra persona en el exilio y explicó que dejaron de usar los teléfonos fijos para comunicaciones de trabajo. 

Otro testimonio expone que en su oficina de trabajo, a dos de sus compañeras las siguieron. “A la oficina llegó una camioneta, se bajó una persona con una cámara profesional, le tomó fotos al lugar, se subió la camioneta y se fue, y a dos de mis compañeros los siguieron”. 

Esta persona explicó que ha constatado que en actividades de opositores en el exilio, llegan sujetos que desconocen a tomar fotografías de manera muy sospechosa.

“Eso demuestra que tampoco estar en el exilio es garantía completa de seguridad y respeto de los derechos”, denunció otro ciudadano. Esto evidencia que “el brazo largo” de la represión los Ortega-Murillo los alcanza hasta Costa Rica y en otros países, como denunciaron activistas en junio pasado.

El caso del profesor Putoy

Estas declaraciones que recogen el informe comprueban la persecución transnacional del régimen de Nicaragua. En marzo de 2024, por ejemplo, el profesor originario de Monimbó, Masaya, Gabriel Putoy, denunció que un banco privado en Costa Rica se negó a abrirle una cuenta, mientras que otro le cerró una que había abierto meses atrás.

Esto sucedió luego que el régimen emitiera una orden de captura internacional en noviembre de 2023, girada por la jueza María Auxiliadora Chavarría Fernández, por el supuesto delito de obstrucción de funciones.

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Putoy estuvo más de un año preso en Nicaragua, acusado por la dictadura de participar en la muerte de un policía y un civil, durante las protestas de abril de 2018, pero fue liberado en la amnistía de junio de 2019.

Debido a la persecución, se exilió en Costa Rica, donde en abril de 2023, le aprobaron el refugio y pudo conseguir un empleo formal. En el trabajo le dijeron que abriera una cuenta para depositar su salario, pero en tres sucursales le negaron la apertura, alegando que tiene una orden de captura en su contra en Nicaragua.

Los traumas psicológicos de los exiliados

En el informe que recoge estos testimonios, además detalla que las personas presentan traumas psicológicos por las acciones represivas del régimen. Algunos hasta han pensado en el suicidio.

“Hubo días en que no quería levantarme de la cama”, manifestó una persona exiliada. Y otra señaló por su lado: “Ahora he padecido crisis de ansiedad, la verdad que nunca la había tenido”. 

“Tuve un cuadro depresivo fuerte que conlleva somatizar algunos tipos de enfermedades corporales y de adicciones que, por gracia de Dios, hace un año logré dejar de consumir alcohol”, indicó otra persona y agregó: “También el tema del insomnio, que se genera por la depresión y el intento suicida. En una ocasión intenté suicidarme porque ya no quería saber de Costa Rica y no podía estar en Nicaragua”.

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Otra voz en el exilio reconoció que está planeando ir donde una psicóloga, ya que la situación ha trastocado toda su vida. “Yo creo que nadie dimensionaba la situación, no de lo que iba a pasar en el país, sino la situación en el exilio”, afirmó.

Según el informe, el 65% de las personas entrevistadas dicen haber sido víctimas o testigos de violaciones de derechos humanos en el país de acogida. 

La voz oficial ataca a opositores

Rosario Murillo, vocera del régimen en Nicaragua, vocifera constantemente contra opositores y los tilda de “mentecatos apátridas” y “enemigos de la paz” que viven en otro país, “el país que ellos quisieron embarrar de odio”.

Este martes, la Asamblea Nacional, controlada por el oficialismo, aprobó una reforma al código penal para juzgar a quienes cometan acciones contra la dictadura en el exterior. Es decir, en el exilio. Esto es tomado por la oposición como “herramienta de represión transnacional”.

La nueva reforma impone penas de hasta 30 años de prisión para quienes promuevan sanciones contra la dictadura, un delito tipificado como “menoscabo de la integridad nacional”.