El desplome de la histórica imagen del Cristo Resucitado en la parroquia Santo Domingo de Guzmán, en Managua, coincidió irónicamente con un nuevo acto de persecución religiosa por parte del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo: el cierre de la Asociación Inmaculada Concepción de María, una organización vinculada a la Iglesia Católica.
Ambos eventos sucedieron el mismo miércoles 4 de diciembre de 2024. Por la mañana el régimen publicó en el Diario Oficial La Gaceta número 225 la cancelación de la asociación religiosa, curiosamente en la misma semana en que se celebrará La Purísima y la noche de ese mismo día, se reportó el colapso de la emblemática imagen.
Régimen convierte celebración de La Purísima en propaganda política
La emblemática imagen, creada por el escultor nicaragüense Rodrigo Peñalba y ejecutada por Fernando Saravia, cayó tras más de 50 años de desgaste acumulado y la acción de movimientos telúricos. Este ícono, catalogado como Patrimonio Cultural de Nicaragua, simbolizaba no solo un valor artístico, sino también un profundo significado espiritual para la comunidad católica.
En medio del dolor de la feligresía, representantes del régimen —autoridades municipales y del Ministerio de Cultura— visitaron la parroquia para prometer medidas de restauración. En un gesto sorprendente, la Arquidiócesis de Managua agradeció públicamente esta visita, destacando la «buena voluntad y acciones» de las autoridades.
“Agradecemos la buena voluntad y acciones en favor de la restauración de parte de las autoridades edilicias y del gobierno central y animamos con nuestra oración a la feligresía de esa amada parroquia deseando que la celebración gozosa de la fe renueve la conciencia que Cristo «está en medio de nosotros» y Nuestra Madre Santa María camina a nuestro lado dándonos alegría y esperanza”, indica el comunicado de la Arquidiócesis.
Sin embargo, este mensaje de gratitud contrasta abiertamente con el contexto represivo que enfrenta la Iglesia Católica en Nicaragua. El régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo ha intensificado su ofensiva contra líderes religiosos mediante detenciones arbitrarias, destierros, confiscación de bienes eclesiásticos y el cierre de asociaciones vinculadas a la Iglesia.
Cinismo y contradicción del régimen
La clausura de la Asociación Inmaculada Concepción de María el mismo día del colapso del Cristo Resucitado refleja la contradicción de un gobierno que, mientras promete restaurar símbolos religiosos, destruye sistemáticamente las bases de la fe y la libertad en el país.
El padre Michael Medina, administrador de la parroquia, manifestó el dolor de la comunidad por la pérdida de esta obra histórica. La visita al día siguiente del arzobispo de Managua, cardenal Leopoldo José Brenes y de las autoridades municipales y culturales sirvió para evaluar los daños, pero también evidenció el cinismo y contradicción entre los gestos públicos del régimen y sus actos represivos.
En un país donde la fe católica ha sido históricamente un refugio y una voz de resistencia, la caída del Cristo Resucitado adquiere un simbolismo poderoso. Mientras el régimen de Ortega intenta instrumentalizar el patrimonio cultural para proyectar una imagen de legitimidad, la Iglesia y su comunidad siguen siendo bastiones de esperanza y dignidad frente a la opresión.