Un total de 195,512 nicaragüenses se encuentran a la espera de una resolución sobre su solicitud de refugio en Costa Rica, según datos oficiales divulgados por la Unidad de Refugio de la Dirección General de Migración y Extranjería.

Los datos, actualizados al 30 de abril de 2025, indican que hay 224,415 solicitudes pendientes de resolución en el país, y el 87 por ciento de ellas corresponden a personas originarias de Nicaragua. 

Esto sitúa a Nicaragua como el principal país de origen de solicitantes de refugio en territorio costarricense, muy por encima de Venezuela (10,895 solicitudes), Cuba (7,292), Colombia (4,685), y otros países de Centroamérica como Honduras (1,162), El Salvador (1,130) y Guatemala (170).

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Una crisis de largo aliento

Desde 2014, Costa Rica ha recibido solicitudes de refugio de nicaragüenses, pero el flujo migratorio se disparó en 2018, año del estallido social y la represión en Nicaragua, con más de 27,000 peticiones. 

En 2019 se registraron más de 39 mil nuevas solicitudes, y en 2022, la cifra alcanzó un récord que supera los 86 mil casos.

A pesar de una disminución en los últimos años, las cifras siguen siendo altas: 43,580 solicitudes en 2023; 28,304 en 2024 y 10,880 en lo que va de 2025.

Burocracia lenta y procesos que duran años

El proceso para obtener el estatus de refugiado puede tardar muchos años, generando frustración, desgaste emocional y vulnerabilidad entre los solicitantes. A esto se suma la denuncia de múltiples personas que afirman que sus expedientes han sido extraviados o que sus casos no avanzan en el sistema.

Desde 2015, se han aprobado 23,354 solicitudes de refugio, cifra que resulta baja en comparación con la cantidad de personas en espera. La institución aclara que esta cifra se calcula restando las renuncias a refugio de los casos conocidos desde 2016.

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La mayoría de solicitantes nicaragüenses alegan persecución política como motivo para abandonar su país, especialmente a raíz de la represión generalizada por parte del régimen Ortega-Murillo desde las protestas de 2018.

Costa Rica sigue siendo uno de los principales destinos para quienes huyen de la crisis en Nicaragua, pero la creciente saturación del sistema y la lentitud del proceso ponen en entredicho la capacidad del país para responder oportunamente a una crisis humanitaria de esta magnitud.