“María” tenía varios años de relación con su pareja, vivían juntos y confiaban “ciegamente” el uno del otro.
Hasta que un día, tras cinco años de noviazgo, decidió alejarse, lo que marcó el inicio de un largo tormento.
Al momento de terminar la relación, “María” recibió amenazas de parte de su ex pareja, quien le aseguró que si llegaba a tener algún vínculo con otra persona publicaría sus fotografías íntimas.
Costa Rica aprueba ley contra el acoso sexual callejero
En el momento, ella no le tomó en serio, “no lo creía capaz porque se enojaba hasta si subía fotos en traje de baño y ahora ¿él iba a estar poniendo mis nudes?, pensé que era un simple impulso de amenaza”, asegura.
Comparte que un día decidió salir con alguien, y esto, llegó a oídos de su ex pareja, quien inmediatamente le envió un mensaje diciendo “que tenía exactamente cinco minutos para decirle quién era ese muchacho o publicaba mis fotos por todas las redes sociales”.
El miedo la llevó a explicarle quién era la persona con la que salió y le pidió que la dejara “en paz”. Sin embargo, esto provocó que, su ahora acosador, intensificara las amenazas.
“Empezó a enviarme mis fotos, a decirme voy a publicar esta, esta y esta, y así torturándome prácticamente. Yo obvio ya en ese punto tenía miedo, pero seguía sin creer que fuera capaz de eso”.
Cumplió su amenaza
Hasta que un día, despertó con la noticia de que su acosador había creado una cuenta de Twitter siguiendo a todos sus conocidos en donde colocó sus fotografías íntimas.
“Yo ni hallaba qué hacer, él me había bloqueado de todos lados, no hallaba cómo contactarlo, no dejaba de llorar, ni siquiera podía hablar, tuve que escribirles a sus compañeros de trabajo para que le dijeran que por favor eliminara esa cuenta y mis fotos” comparte.
Ante la insistencia, la única respuesta que brindó a sus compañeros de trabajo es que él no las había subido y por ello “no iba a quitar nada”.
No fue sino hasta después de que acudió con sus padres, y de hablar con la mamá de su acosador para que eliminara la cuenta, que este finalmente cedió a hacerlo.
Expertos han reconocido a este tipo de chantaje como sextorsión, el cual puede tener fines económicos, sexuales o emocionales, y pueden desencadenar graves consecuencias psicológicas en las víctimas.
Afectaciones emocionales
“María” asegura que después del hecho quedó destrozada, “tenía mucha vergüenza con todo el mundo, lloré a mares, no quería ver a nadie, me fui sola al apartamento que alquilaba y pasé ahí encerrada sin querer ver ni hablar con nadie como 4 días”.
Mujeres ocupan espacios mínimos dentro de la Coalición Nacional
Sin embargo, con el tiempo logró poco a poco recuperarse, “siempre uno tiene que levantarse y seguir, eso es lo que más les duele a las personas que te hacen daño, el momento en el que decís: ya estuvo bueno, basta de llorar, es hora de levantarse y darle al mundo tu mejor cara”.
Entre las principales afectaciones que este tipo de chantaje puede provocar se encuentran la depresión, ansiedad, desasosiego, e incluso llegar hasta el suicidio. Muchas veces, incluso, estas pueden tomar años en superarse.
“María” asegura que ahora no puede confiar en nadie en su totalidad “porque pues, lógico, me traicionó la persona en la que más yo confiaba en el mundo, mi pareja por 5 años, y jamás volvería a confiar una foto así a alguien”.
Asegura que esta experiencia la marcó, pero la volvió más fuerte, “pues son experiencias y errores de los cuales se aprende”, y aconseja a otras personas a no compartir este tipo de fotografías ya que “realmente en nadie se debe confiar”.
¿Se pueden tomar acciones?
La Ley 779 incorpora el delito de propalación, el cual establece que las grabaciones, imágenes, comunicaciones o documentos de contenido sexual, aunque hayan sido obtenidos con consentimiento, si son divulgados públicamente, se otorgará una pena de dos a cuatro años de prisión.
El problema es que muchas personas desconocen la ley, y en el caso de otras como “María”, prefieren no hacerlo por vergüenza y “no hacer el problema más grande”, ni que más personas se den cuenta.
En cambio, las que se deciden a acudir a presentar denuncia, deben enfrentar otros obstáculos.
La abogada Lois González asegura que un punto que perjudica la ejecución de esta pena es que, aunque se luchó por que no haya mediación en estos casos, estas se continúan llevando a cabo.
¿Cómo hacer una denuncia?
Para presentar una denuncia, lo primero es identificar al agresor, reconocer donde está sucediendo, su ubicación, “para así interponer una denuncia en la comisaría o delegación más cercana donde vive esta persona, porque eso es importante, a veces las mujeres llegan a una y las envían a otra”.
Muchas veces desconocer este paso hace que las mujeres se cansen del proceso y se resignen de presentar la denuncia.
Otro punto importante es que no únicamente las víctimas pueden denunciar, sino cualquier otra persona que sea testigo de la agresión.
Organización afirma que 514 agresores de mujeres y de niñas fueron liberados por Ortega-Murillo
Luego de la presentación de la sospecha, las autoridades deben dar inicio a la investigación y se realiza una valoración psicosocial en el Instituto de Medicina Legal para determinar las afectaciones.
En base a esta valoración es que se tipifica el caso, lo cual la abogada señala que es acá donde se presenta el problema, ya que muchos de los casos que llegan a manos de los agentes policiales es que terminan denominándose como asedio y no delito de propalación, por ello las mujeres terminan mediando y tipificándolo como una falta.
González asegura que la ley cuenta con todo lo necesario para que se brinde protección a las mujeres que sufren este y otros tipos de violencia, pero lo que hace falta es que se cambie el sistema, ya que existe “falta de voluntad política de las autoridades para que estas se apliquen, para que se cumpla con la verdadera ruta de acceso a la justicia”.
You must be logged in to post a comment Login