Iris Mejía, tiene 32 años, es madre de cuatros hijos que luchan con la enfermedad de lupus eritematoso sistémico, más inmunodeficiencia primaria. Durante años esta familia batalla por su salud.
Javier Tenorio Mejía tiene 18 años; Carlos Alfredo 15 años; Jesús Adrián y Carlos Eduardo de 11 años. Todos ellos padecen de la misma enfermedad crónica que los vuelve vulnerables ante la nueva pandemia del COVID19.
Iris Mejía relató a Nicaragua Investiga que en el año 2011 su primogénito fue el primer caso diagnosticado por la enfermedad. Carlos Eduardo, en el año 2018, comenzó a presentar síntomas similares a los de su hermano mayor.El niño pasó hospitalizado en un centro
Carlos Eduardo es el niño que más ha sufrido severos problemas por dicha enfermedad, pues ha perdido parte de la vista por una «desmielinización» en el área occipital del cerebro.
La desmienilización es un proceso patológico en el cual se daña la capa de mielina de las fibras nerviosas.
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Las adversidades que ha atravesado esta familia
“A causa de eso le dio una neuritis óptica a Carlos Eduardo y que perdió parte de su vista de su ojo izquierdo y parte del ojo derecho. Actualmente tiene una afectación pulmonar a causa de la misma lupus”, lamentó su madre.
A Carlos Eduardo se le sumó hace pocos días una dislipidemia: “él tiene alterado los márgenes de colesterol, triglicéridos y glicemia”, indicó la angustiada madre.
En septiembre estuvo hospitalizado nuevamente, en octubre tuvo que ser requerido “el otro gemelo que es Jesús Adrián”. Ambos fueron diagnosticados con pancreatitis y hepatomegalia, que es una inflamación en el hígado más allá de su tamaño normal.
Jesús Adrián actualmente está hospitalizado ya que el mismo lupus le ha afectado sus tejidos, los tendones, los huesos y las articulaciones, según relató su madre.
A Mejía se le avecinó otra mala noticia al enterarse que Carlos Alfredo de 15 años fue diagnosticado con la misma enfermedad que padecen de sus otros hermanos.
“Actualmente está pasando por una afectación, lo que es lupus le está afectado todo su sistema digestivo. Él va ser operado el 21 de agosto, tiene una hernia hiatal”, lamentó su madre.
Sus hijos han sido internados en reiteradas ocasiones en el Hospital La Mascota porque es el único centro hospitalario para atender este tipo de enfermedades crónicas.
Debido a las complicaciones de cada uno de los hijos de Iris Mejía, sospechó que ella era la principal causante de la enfermedad, por lo que se sometió a una prueba; los resultados finales fueron positivos.
“Yo no sabía que tenía esta enfermedad”, dijo Mejía.
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Una familia completa vulnerables ante el COVID19
Las personas que tienen el sistema inmune deprimido y padecen de enfermedades crónicas, son vulnerables ante el COVID19. La pandemia los alertó a duplicar las medidas de protección antes que se reportara el primer caso en Nicaragua.
“El tema con la pandemia ha sido multiplicar las medidas de precaución porque nosotros somos el blanco fácil que si nos da esa cuestión (el virus) no vamos aguantar. Nuestro cuerpo no tiene las defensas suficientes como para enfrentarnos a eso”, comenta Mejía.
“Hasta el momento, gracias al Señor, no nos ha dado a ninguno, pero estamos en un constante lavado de manos, y extremando medidas de preocupación con el uso de mascarillas y gafas de protección, con guantes y alcohol”, dice Mejía.
Pide ayuda para comprar medicinas
Por estar en constante cuido de sus hijos se ha quedado desempleada y ha tenido que recurrir a pedir ayuda públicamente en las redes sociales, pues las medicinas que se le tiene que aplicar a dos de sus hijos cuya cantidad se estima entre los 25 mil córdobas.
Relata que la medicina más costosa es la Imunoglobina, conocida como Privigen solo hay en el Hospital Vivian Pellas.
Esta medicina las necesitan Jesús Adrián y Carlos Eduardo que requieren seis frascos mensuales cada uno.
“Son casi 300 mil córdobas mensuales, ni que tuviera sueldo de diputado la pudiera comprar. Ahora que estoy sin trabajo de dónde voy a sacar eso”, dice la madre de esta abatida familia.
Dice que se animó a pedir ayuda públicamente por una recomendación que le dio una persona que cuidaba a un paciente en el mismo hospital donde está internado su hijo. “Es vergonzoso, pero la misma necesidad lo lleva a uno a solicitar apoyo”, añade.
Una familia completa con la ausencia paternal
Asegura que su esposo y padre de todos sus hijos los abandonó hace nueve años y hasta entonces no se ha responsabilizado por la salud de ninguno de los niños.
Agrega que para sus hijos ha sido duro no contar con una figura paternal y el apoyo moral y emocional de un padre, por lo que ella ha figurado ser padre-madre de sus cuatro hijos.
“Yo también estoy enferma, pero ni modo tengo que sacar fuerzas de donde no tengo para seguirlo atendiendo a ellos porque así es la madre”, aseveró Iris Mejía.
Con ayuda de las personas donantes ella ha podido a cuentagotas comprar estos frascos, que han sido apenas dos. Pero debido a la pandemia la situación se le hizo más crítica porque se recaudaban fondo por medio de unos conciertos y eventos de salsa que eran exclusivamente para ayudar a esta familia.
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