Las altas estadísticas de abuso sexual a niñas en Nicaragua parecen no cesar pese al transcurso del tiempo en Nicaragua. Recientemente dos niñas fueron asesinadas brutalmente en el Caribe Norte del país. Una de ellas fue violada. Su madre denunció a medios locales que años atrás también había sido víctima de violencia sexual.
Pero este es solo uno de los muchachos casos que hay en Nicaragua. Solo en 2017, 1,679 niñas de entre 0 a 12 años fueron abusadas sexualmente, según datos del anuario 2018 del Instituto de Medicina Legal, mientras que 1,643 adolescentes de entre 13 a 17 años también sufrieron algún tipo de violencia de este tipo.
Ser niña en Nicaragua: entre el abuso sexual y el embarazo forzado
Los datos de Medicina Legal revelan que el 46% de los abusos sexuales se dan el el hogar de la víctima y el 53% de los abusadores son cercanos o miembros de la familia.
«El lugar más habitual de abuso sexual es la casa de la víctima. Más del 35% de las víctimas nunca revela su experiencia a nadie y se sienten responsable por los hechos», dice a Nicaragua Investiga la psicóloga Imelda Torres, experta en violencia intrafamiliar.
Señales de Alerta
Torres señala que se debe tener cuidado con cambios bruscos de conducta en los menores. «Generalmente se ponen irritable fácilmente. Lloran de todo, hay retraimiento, aislamiento, son esquivos (a) ante el contacto físico», advierte.
Los niños y niñas también sufren alteraciones en el ciclo del sueño, en la alimentación e incluso en la higiene.
La experta señala que otra alerta en los niños es cuando dibujan o muestras conductas sexuales inapropiadas a su edad, también manifiestan cierto temor o se rehusan a ir donde personas o lugares que antes aceptaba. Así mismo manifiestan regresiones en su conducta como mojarse en la cama. (Enuresis).
«Es importante estar atentos cuando los niños y niñas también muestran afectaciones en el colegio y tienen dificultad para socializar», recalca.
¿Por qué los niños callan?
Torres dice también los menores muchas veces callan cuando son víctimas de abuso sexual por diversas razones.
– Tienen miedo de las consecuencias que sus dichos puedan ocasionar en el agresor y su familia.
– Callan por temor a ser acusados provocar el hecho
– Evitan ser señalados, estigmatizados y rechazados.
– Sentimientos de culpa y vergüenza
– Conflicto psíquico en el caso de haber sido víctima de una persona a la que se le quiere por tener relación consanguínea o de afinidad (amor /odio) en simultáneo
Por esta razón la psicóloga forense sugiere hablar con los hijos en casa y darle educación sexual adecuada. «Hay que enseñarle o decirle a los niños y las niñas los nombres de las partes privadas del cuerpo, hacerle saber que tienen el derecho de decidir acerca de su propio cuerpo, brindarles seguridad de sí mismos. Animarlos a decir ¡no! cuando no deseen ser tocados, aún en formas que no sean sexuales».
Torres finaliza diciendo que el abuso sexual infantil no deja testigos y en ocasiones tampoco pruebas del delito, lo que hace muy difícil para las familias proteger a sus hijos. Sin embargo, advierte a los padres que deben «confiar en un niño si te dice que alguien le ha tocado o ha tenido un comportamiento inapropiado».
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