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Tres mujeres matagalpinas denuncian haber sido víctimas de la llamada «droga de la violación»

El colectivo feminista sospecha que a las víctimas les pudieron haber suministrado la llamada “droga de la violación”

Durante los últimos días al menos tres mujeres han denunciado de forma privada ante la Red de Mujeres de Matagalpa que han sido víctimas de violaciones sexuales tras haber estado en bares locales y posteriormente no poseen recuerdos de lo ocurrido.

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Las denuncias han llegado de las ciudades de Matagalpa, San Ramón y La Dalia. Todas las víctimas tenían en común el hecho de que se encontraban en bares, que en algún momento se quedaron solas y luego no recuerdan lo ocurrido, por lo que desde la organización se sospecha les hayan suministrado la llamada “droga de la violación”.

Las llamadas drogas de la violación son sustancias que se caracterizan por provocar somnolencia, desinhibición del comportamiento, vértigo, sensación de embriaguez, confusión, entre otros efectos que impiden que una persona pueda resistirse a un ataque sexual.

Las víctimas se encuentran en shock y no desean denunciar pues no confían en la Policía Nacional y además no quieren ser revictimizadas. Hasta el momento han indicado tener recuerdos fugaces, como hombres en moto y taxistas actuando en alianza para cometer los crímenes, pero desconocen cómo ocurrieron los hechos o la identidad de él o los agresores. Lo único que tienen seguro es que algunas aparecieron horas después o al día siguiente sin ropa interior, con serias lesiones en sus partes íntimas y desorientadas.

El colectivo feminista ha emitido una alerta recordando que “el hecho de que una mujer ande en sitios de entretenimiento no es una invitación a que la violen” y solicitan “una reacción social frente a estos delitos porque hubo muchos testigos y nadie hizo nada”.

¿Qué hacer?

La Red de Mujeres de Matagalpa insistió con preocupación a las mujeres a tomar algunas medidas de seguridad en este tipo de espacios. “Recordemos salir en grupo y cuidarnos entre nosotras, pedir que nos abran las botellas o nos sirvan tragos en nuestra cara, y utilizar taxis de confianza”.

La organización sostuvo que “en un país como el nuestro dónde existe una cultura de violación que culpa a las víctimas y justifica a los agresores, donde hay tanta impunidad y los agresores andan a sus anchas, nos queda seguir defendiendo nuestros derechos acuerpadas entre nosotras”.

Maryce Mejía, de la Red de Mujeres Contra la Violencia (RMCV), también considera que “las mujeres tenemos que estar informadas, empoderadas, para autocuidarnos porque es lo que nos queda”. Para ella lo fundamental es que las mujeres conozcan el proceder de violadores y femicidas, conocer cómo operan y las problemáticas que las afectan actualmente.

“Nos han forzado a estudiar en nuestro entorno con quienes nos relacionamos, a desconfiar de todo el mundo porque en una realidad como esta difícilmente se pueda confiar”. Señala que parte de las medidas es auxiliarse con mecanismos externos para poder salir de una situación de riesgo, mantener el teléfono siempre cargado con los contactos fáciles de marcar, mantener disponible saldo o internet y salir con personas de confianza —pues destaca que no todas las personas conocidas son de fiar—.

Agrega que a veces “pensamos que nos cuidamos y estamos con personas de confianza, pero no nos podemos confiar, en estos momentos toditas las mujeres estamos en riesgo ante la violencia machista que está siendo poco tratada y poco prevenida en Nicaragua”.

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“Esto es a lo que nos han orillado y tampoco vamos a dejar de salir porque esa no es la justificación, aquí hay que estudiar mucho más de fondo la cosas y decir que estamos ante un problema que necesita de respuestas integrales y que son las instituciones del Estado como garantes de protección y seguridad que tiene que poner como prioridad este tipo de situaciones” advierte.

Deconstruir las culpas

Por otra parte, Mejía destaca que “desgraciadamente en esta cultura machista quien carga con la culpa y la vergüenza son las mujeres y no los agresores” y por ello cuando este tipo de casos se presentan las mujeres no se acercan a denunciar, “por el miedo y la vergüenza”.

“Lo primero que cuestionan es qué hacía tomada, qué hacía a esas horas de la noche, qué hacía vestida de esa manera; eso limita muchísimo el actuar también de las víctimas porque siempre se les está culpabilizando. Eso es lo que hay que deconstruir. Todo tiene que recaer bajo el victimario, quien comete el delito”.

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