En un pequeño escenario el dictador Daniel Ortega se dirigió el miércoles a su cada vez más reducida base, muy contrario a lo que ocurría en años anteriores. En lo que sí conservó su esencia fue en su ya trillado discurso político, en el que dijo muy poco, pero demostró que el orteguismo “es un cadáver en descomposición” a criterio de analistas que conversaron con Nicaragua Investiga.
Con un discurso contando la historia a su manera, Daniel Ortega se apoderó de los micrófonos para llamar “fascista” y “nazi” al presidente de Ucrania”, Volodomir Zelenski, esto en clara pleitesía a su aliado Vladímir Putin, de Rusia.
“La alianza (con Putin) no le sirve de mucho a Nicaragua, pero el único resultado es una retórica, una narrativa que busque justificar sus acciones… Esto que llama nazi y fascista a Zelenski también es una retórica de Ortega que además le va a costar mucho al país y le va a costar mucho a él cuando Rusia más temprano que tarde o termine negociando o perdiendo la guerra, lo que a la postre le va a tocar a Nicaragua asumir muchísimos costos”, expone el abogado y opositor Juan Diego Barberena.
Las expresiones y actuaciones de Ortega solo lo ponen como un simple “peón” en medio de un bloque extremista mundial de dictaduras encabezadas por Rusia y China, según el analista político José Dávila Membreño.
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Ortega se asemeja a Wilfredo Navarro
“Su lenguaje es primitivo y deleznable, y trata de quedar bien con sus amos invasores de Ucrania, a espera de que lo respalden a la hora de una acusación de la justicia internacional sobre crímenes de lesa humanidad. Llamar “nazi” al presidente de Ucrania que resiste la invasión del dictador expansionista Putin, es ser bien ofensivo, y denigra a quien lo dice. Me recuerda a Wilfredo Navarro que a nivel nacional lo ponen a decir las peores cosas”, afirma Dávila Membreño.
Una postura más o menos similar tiene el opositor Héctor Mairena. Para él, Ortega solo repite el discurso de Vladímir Putin a manera de buscar refugio en medio de una comunidad democrática que demanda el respeto a los derechos humanos en Nicaragua.
“Esa medida de Ortega de huir hacia delante en esa ruta suicida francamente no le está representando al pueblo de Nicaragua ninguna ventaja, ningún beneficio más que alinearlo en esta etapa de confrontación global que tiene su máxima expresión en la guerra de Putin contra Ucrania. Lo que Ortega pretende con esa política exterior es protegerse en su objetivo estratégico de atornillarse al poder de manera indefinida aún con la modalidad dinástica”, apunta Mairena.
Daniel Ortega es “cínico”
Al igual que los demás consultados, el economista y opositor Juan Sebastián Chamorro, alega que no se encuentra nada importante para el pueblo de Nicaragua en un “discurso largo, aburrido, repetitivo con una clase de historia que ya sabíamos que venía”. Sin embargo, destaca que fue notorio el “cinismo” del dictador al referirse al mártir Pedro Joaquín Chamorro Cardenal.
“Se encuentra con la mención ineludible del Héroe Nacional Pedro Joaquín Chamorro, y se ve en la posición de tener que justificar la existencia de este héroe nacional grande y queda él, reducido a un cínico comentario y claramente se está refiriendo al diario La Prensa y es un diario que él cerró, confiscó, robó y apresó a tres miembros de su junta directiva, esto es un elemento que no deja de llamar la atención, el cinismo con el que Ortega miente descaradamente”, sostiene Chamorro.
Otro de los temas más cercanos al interés nacional evocados por el dictador, fue la reciente sentencia de la Corte Internacional de Justicia de La Haya, respecto a las demandas que se habían entablado contra Colombia. Ortega llamó al presidente colombiano Gustavo Petro a respetar el veredicto del máximo tribunal internacional que significó una clara derrota para Nicaragua.
“En relación a Colombia trató de justificar su bochornosa derrota por un caso mal presentado y que está tratando de sacar provecho al hecho de que Petro celebra esta segunda resolución, tendría que aceptar la de 2012, esto es una medida interesante porque al que pone en aprietos realmente es a Petro porque ciertamente las pretensiones de Nicaragua estaban mal fundadas”, explica Juan Sebastián Chamorro.
Régimen debe negociar con Colombia
La sentencia ha dejado más que claro que de una u otra manera Nicaragua debe sentarse a dialogar con Colombia para acabar de una vez con litigios de más de dos décadas entre ambos países, pero esta es un arma de doble filo para un régimen señalado de crímenes de lesa humanidad.
“Esto es muy importante porque Ortega para poder implementar la sentencia tiene que dialogar y negociar con Colombia, no hay otra forma, el llamado a Petro a que cumpla la sentencia se debe deducir a que se pueda utilizar los mecanismos diplomáticos; sin embargo, Ortega tiene el principal problema y es que es un régimen ilegítimo, autoritario y además violador a los derechos humanos”, añade Juan Diego Barberena.
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El dictador de Nicaragua volvió a hacer uso de su tono furibundo para referirse al “imperialismo yanqui” y a la Unión Europea- “Europa no es más que un destacamento al servicio del imperialismo norteamericano”, arremetió Ortega, pese a enviar al canciller Denis Moncada como representante a la Cumbre de la UE – CELAC y además haber ratificado el beneplácito a Fernando Ponz como embajador de la Unión Europea en Nicaragua.
Por si fuera poco, régimen nombró a un nuevo embajador en el bloque de países europeo.
“Aquí se sigue corroborando que la dictadura ha estado dialogando con la Unión Europea, fruto de eso no solo es la presencia de Moncada si no también en el marco de que se le ha otorgado el beneplácito al nuevo embajador de la Unión Europa”, señala Juan Barberena.
Ortega trata de mantener tranquilas a sus bases
Pero ¿cómo explicar que exista negociaciones con la comunidad europea si al dictador y a su pareja se le ve arremetiendo contra estos? La respuesta ya ha sido dada en varias ocasiones por analistas y opositores, la dictadura busca cómo mantener tranquilas a sus bases que desde hace años se vienen erosionando cada vez más, es decir, frente a su gente muestra una cara mientras negocian bajo la mesa con sus supuestos enemigos.
“Él sabe las dificultades que hay en la cancelación de un tratado comercial y se da el lujo de atacar a los norteamericanos y a los europeos. Un discurso intrascendente, estaba más concentrado en temas internacionales que locales. Un evento deslucido en el que él mismo tuvo que justificar que por la pandemia lo hace en este sitio y ya no lo hace en la plaza que ya no se le llena porque todos sabemos que la gente ya no va”, explica Juan Sebastián Chamorro.
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Daniel Ortega cree ofender a la comunidad internacional, pero “no cae en la trampa de romper relaciones”, señala el analista político José Dávila, esto porque “dentro de su política exterior y diplomacia saben que una cosa es la nación nicaragüense y su pueblo, y otra cosa es un régimen represivo, ya aislado internacionalmente y en franca decadencia”.
Cada vez más solo
Tal como ha venido ocurriendo en los últimos años, a Ortega ya no lo visitan ni sus más cercanos como Miguel Díaz Canel, de Cuba, ni Nicolás Maduro, de Venezuela. Se ha tenido que conformar con invitar a delegaciones de naciones lejanas como Burkina Faso, un país de África Occidental con serios problemas políticos y de «tan poco peso”, afirma Juan Sebastían Chamorro.
Pero no fue lo único, se vieron obligados a realizar el acto del 44 aniversario de la Revolución Popular Sandinista en un espacio más reducido. Luego de años de que la actividad multitudinaria se realizara en la Plaza de la Fe, se trasladaron a un espacio más íntimo y solo con la participación de algunos seleccionados: Plaza de la Dignidad, contiguo al antiguo Estadio Nacional.
“Cambian el escenario, la dictadura ha perdido absolutamente su poder de convocatoria. Vimos un acto reducido a una mínima cantidad de personas previamente seleccionada que denota la paranoia del grupo en el poder, pero denota además la capacidad que tiene Daniel Ortega y Rosario Murillo de convocar a las bases del Frente Sandinista, esto corrobora los datos de la última encuesta en donde se refleja que ha perdido su base de popularidad como nunca antes y su base de simpatía”, señala Juan Barberena.
Una postura similar es adoptada por el opositor Héctor Mairena, quien apunta que la base del régimen “se sigue erosionando, disminuyendo y prueba de ello es que tuviera que recurrir a hacer el acto en una plaza más pequeña contrario a lo que era en años anteriores. El orteguismo está en crisis interna, sigue erosionándose y es un cadáver en descomposición”.
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