El 19 de mayo de 2023 partió de Nicaragua rumbo a territorio estadounidense Kevin K. Sullivan, el embajador de Estados Unidos que será recordado porque durante su gestión Daniel Ortega liberó a 222 presos políticos.
Desde antes de que Sullivan se marchara, Estados Unidos ya tenía preparado a su sucesor, se trataba del reconocido diplomático de carrera, Hugo Rodríguez, sin embargo el régimen de Ortega no lo aceptó. Rosario Murillo fue tajante: “aquí no entra Hugo Rodríguez”, dijo en una de sus alocuciones en septiembre de 2022, donde lo tildó de “irrespetuoso, injerencista (y) nada diplomático”.
Ante la no aceptación de su nuevo embajador, Estados Unidos terminó nombrando a un encargado de negocios, Kevin O’Reilly, cuyo tiempo de estancia en Nicaragua será por “largo plazo”, y quien junto a la ministra consejera Carla Fleharty, son los funcionarios de más alto rango asignados por el gobierno estadounidense para dirigir la relación bilateral con el régimen nicaragüense.
La dictadura nombra encargado de negocios ante el Departamento de Estado de los Estados Unidos
Nicaragua tampoco tiene embajador en EE. UU.
Pero Estados Unidos no ha sido el único que se ha quedado sin representación diplomática a nivel de embajadores, también lo ha hecho el régimen luego que el embajador de Nicaragua en Washington, Francisco Campbell Hooker, se retirara por motivo de “jubilación” luego de casi 14 años en el cargo. El retiro se realizó desde el 2 de febrero de este 2024, pero se dio a conocer cinco días después.
Daniel Ortega no nombró a un nuevo embajador, pero sí a un ministro consejero con funciones consulares, al expresentador de “La liga del saber”, Harold Delgado, quien ya ostentaba el cargo de embajador de Nicaragua en República Dominicana; sin embargo, tan solo nueve días después fue removido del puesto.
Este jueves 7 de marzo, el régimen dio a conocer el nombramiento de Mauricio Lautaro Sandino Montes como encargado de negocios ante el Departamento de Estado de los Estados Unidos. Es el diplomático de más alto rango que actualmente se tiene en ese país, quedando a nivel de la representación estadounidense en Nicaragua.
No hay “nivel óptimo” de relaciones diplomáticas
Los constantes cambios que acabaron con representación de solo encargados de negocios por parte de ambos países, obedece a que no hay “un nivel óptimo” en las relaciones diplomáticas, aclara el exdiplomático nicaragüense y analista político, José Dávila Membreño.
“Estados Unidos es un país donde hay democracia, libertades públicas y estado de derecho; mientras Nicaragua es una dictadura sometida a dos personas donde no hay interdependencia de poderes, elecciones libres, libertades públicas; entonces ahí tenemos la base fundamental para que entre ambos estados no haya una relación fluida y óptima que permita una gran satisfacción de ambos”, explica el exdiplomático.
Según Dávila, las relaciones entre Nicaragua y Estados Unidos atraviesan por “momentos muy difíciles”, pero esto “no quiere decir que viene una inminente ruptura o algo así, son niveles en la relación diplomática”.
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“Eso explica que tengan unas relaciones diplomáticas a nivel de encargados de negocios permanentes, porque en diplomacia hay encargados de negocios ad interim (provisional) que es temporal mientras se nombra un embajador, en este caso son permanentes que reflejan que las relaciones no son óptimas”, sostiene.
Política exterior del régimen no es acertada
Para el analista político, el alineamiento del régimen con el bloque encabezado por Rusia y China resulta “hostil” para el gobierno estadounidense y esto acaba perjudicando a Nicaragua y no a Estados Unidos.
“Esto perjudica a Nicaragua que es un país pequeño, pero que ideológicamente se ha alineado a potencias no democráticas y Estados Unidos un país poderoso con una economía poderosa que podría colaborar más con nosotros en distintos aspectos, pero no se hace por este nivel de relación que tienen”, apunta Dávila Membreño.
El exdiplomático lamenta que Nicaragua no tenga un gobierno con una política exterior en favor de su desarrollo, democracia y de todo lo positivo que se pueda sacar de una relación con los Estados Unidos.
“Esto tiene sus consecuencias porque limita los intercambios, la profundidad de las discusiones, los encuentros, invitar funcionarios de un estado al otro, se descarta la posibilidad de visita de un jefe de estado”, ejemplifica el analista.