En un frío comunicado, donde ni siquiera lo llaman general, el Hospital Militar, propiedad del Ejército, informó sobre la gravedad del otrora poderoso jefe militar Humberto Ortega, hermano del dictador Daniel Ortega y, también, su prisionero desde que se atrevió a dar una entrevista a Infobae, en la que criticaba a la dictadura y afirmaba que no habría sucesión.
Humberto Ortega ostentó mucho poder en los años ochenta como jefe y fundador del Ejército, y mantuvo influencia entre los militares en los años siguientes. Fue por eso que se atrevió a dar aquella entrevista en la que afirmaba que ni Rosario Murillo —con quien siempre tuvo encontronazos desde los ochenta— ni sus hijos tenían el liderazgo para sustituir al dictador.
¿Quién es y cómo Humberto Ortega pasó de compañero de armas a enemigo político de su hermano Daniel?
El general calculó mal. La Policía allanó su casa. Lo hizo el brazo represor de Murillo: el comisionado general Horacio Rocha, a quien Ortega siempre miró por encima del hombro, al no tener «méritos guerrilleros».
Cuando fundó el Ejército en 1979, después de la derrota de Somoza, Ortega se llevó consigo a los mejores guerrilleros, curtidos en la lucha guerrillera urbana, mientras que los que menos experiencia tenían en combate se fueron a fundar la Policía, con algunas excepciones entre los primeros jefes policiales.
A Rocha, hermano de una guerrillera histórica para los sandinistas, solo le alcanzó el mérito para integrarse a las filas policiales. Ese fue el carcelero de los últimos meses del poderoso general Ortega, quien dirigió la guerra de insurrección contra Somoza desde su exilio en Costa Rica y, con apoyo de la desaparecida URSS y Cuba, también la guerra de los ochenta contra la Contra, el ejército de campesinos antisandinistas financiados por Estados Unidos.
Un domingo de mayo, Rocha, al frente de un contingente policial, llegó hasta la casa de Ortega en carretera a Masaya, desarmó a sus escoltas y le impuso de facto un régimen de “casa por cárcel”.
Antes, le decomisaron sus celulares, computadoras y tabletas, todos los medios de comunicación electrónica, cuando comprobaron que el general mantenía contacto en grupos de Signal con comandantes guerrilleros sandinistas en el exilio.
“Calculó mal Humberto. Teníamos un grupo donde discutíamos temas de la realidad de Nicaragua y las posibles salidas”, dijo uno de los miembros de ese grupo. A raíz de los hallazgos en los celulares de Ortega, sumado a un artículo de opinión en La Prensa y la entrevista en Infobae, las restricciones en su casa se endurecieron y los problemas cardíacos del general empeoraron.
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Según el comunicado del Ejército, desde junio lo atendieron y estabilizaron, pero en los últimos días ha empeorado. “Para que la dictadura le aprobara al Ejército sacar ese comunicado, es porque están esperando lo peor en cualquier momento”, dijo la fuente que tenía el grupo con Ortega.
Y así, el hombre que escribió La epopeya de la insurrección yace en la cama de un hospital que él orientó a fundar, y que es incapaz de llamarlo general en un comunicado.