El derrocamiento de Bashar al-Assad después de 24 años en el poder en Siria demuestra la “vulnerabilidad” de los gobiernos autoritarios en América Latina a pesar del respaldo y la cercanía de naciones como Rusia e Irán, que han visto reducidas sus capacidades de salvaguardar a aliados en Oriente Medio y más aún en otros continentes, afirman expertos.
Países como Venezuela, Nicaragua y Cuba están viendo lo sucedido en Siria “con mucha aprehensión”, según Geoff Ramsey, analista del Atlantic Council, un centro de investigación y estudio de Estados Unidos.
⚠️ El caudillo Daniel Ortega visitó el lunes las instalaciones de medios sandinistas, donde se reunió con directivos y propagandistas del régimen. En las fotografías que publicaron alegres propagandistas de la dictadura se ve a Ortega demacrado y con ropa mas grande que su talla.… pic.twitter.com/R4hsxQpPvC
— Nicaragua Investiga (@nicaraguainvest) December 10, 2024
“Esto envía una señal de vulnerabilidad a los aliados latinoamericanos del régimen de Assad y podría debilitar la percepción de Rusia como un garante confiable de estabilidad y apoyo político, militar y económico”, afirmó a la Voz de América el especialista en asuntos de seguridad, derechos humanos y política de América Latina.
Assad y antes su padre Hafez gobernaron Siria durante medio siglo, pero el mandato del heredero llegó a su fin este domingo, cuando fuerzas rebeldes lanzaron exitosamente una ofensiva relámpago que lo depuso del poder.
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Assad se refugió el domingo en Rusia, un viejo aliado político que intervino militarmente en Siria desde 2015 para defenderlo de sus opositores armados, considerados “terroristas” por el Kremlin.
Sin embargo, ni Moscú ni Irán, otro importante socio geopolítico del depuesto presidente, pudieron evitar su caída.
Según Ramsey, el caso de Siria “refuerza la teoría de que no importa cuán fuerte o invulnerable parezca un gobierno autoritario desde el exterior, todos tienen sus puntos débiles”.
Rusia e Irán, actuales aliados estratégicos de los gobiernos de Nicolás Maduro, en Venezuela, Daniel Ortega, en Nicaragua, y Miguel Díaz-Canel, en Cuba, apoyaron a Assad contra sus detractores durante la última década, entre sublevaciones y una guerra civil.
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