La dictadura de Daniel Ortega ha alcanzado un nuevo nivel de servilismo hacia Moscú al consolidar a Nicaragua como el principal bastión militar de Rusia en América Latina, una maniobra que expone a la región centroamericana a riesgos de seguridad sin precedentes y convierte al país en una amenaza directa para los intereses estadounidenses.
El abrazo mortal con el Kremlin
Las recientes declaraciones del secretario del Consejo de Seguridad de Rusia, Serguéi Shoigú, quien calificó a Nicaragua como «un aliado estratégico confiable de Rusia», no son simples cortesías diplomáticas, sino la confirmación de una peligrosa realidad: el régimen orteguista ha entregado prácticamente la soberanía nacional a Vladimir Putin a cambio de apoyo para perpetuarse en el poder.
Preocupación por derechos indígenas y afrodescendientes en Nicaragua se debatirá ante la OIT
La evidencia de esta subordinación es abrumadora. La Asamblea Nacional de Nicaragua autorizó la entrada al país de tropas, naves y aviones de las Fuerzas Armadas de Rusia entre el 1 de enero al 30 de junio de 2025, una medida que se repite sistemáticamente y que ha permitido el ingreso de 180 efectivos militares rusos con armamento y aeronaves militares.
Un acuerdo militar que alarma a Washington
Lo más preocupante es que Rusia instruirá al Ejército de Nicaragua con su experiencia bélica adquirida durante su guerra en Ucrania, y en septiembre de 2025 una delegación nicaragüense viajará a Rusia como observadora de ejercicios militares. Este intercambio militar no es una simple cooperación bilateral, sino la transferencia directa de tácticas de guerra desarrolladas en el conflicto europeo hacia territorio americano.
El acuerdo militar firmado entre ambos países contempla 16 puntos para el intercambio de experiencia, instrucción y entrenamiento militar durante cinco años con posibilidad de renovación, lo que garantiza una presencia militar rusa permanente en el corazón de Centroamérica.
Más allá del ejército: la policía y el espionaje
La influencia rusa no se limita a las fuerzas armadas. Rusia acordó con el régimen de Daniel Ortega la instalación de un Centro de Instrucción policial en Nicaragua, creando un sistema de control interno que replica los métodos represivos del Kremlin. Esta colaboración policial representa una amenaza directa para la oposición nicaragüense y establece un precedente peligroso para otros países de la región.
Nicaragua como plataforma de agresión
Las intenciones del régimen orteguista son claras y han sido expuestas por analistas militares. Un ex militar sandinista considera que la dictadura nicaragüense apuesta a sostenerse por largo tiempo a través de «una estructura altamente militarizada», mientras que expertos señalan que Daniel Ortega ofrece Nicaragua como «plataforma de agresión a los EEUU» junto con aliados como Cuba, China e Irán.
El cálculo estratégico de Putin
Para Rusia, Nicaragua representa una inversión geopolítica de alto rendimiento. Rusia se dio cuenta que tiene un aliado que lo puede apoyar incondicionalmente y que no cuesta mucho, convirtiendo al régimen de Ortega en el aliado clave de Rusia en Latinoamérica, superando incluso a Cuba y Venezuela en términos de confiabilidad estratégica.
Esta alianza permite a Putin proyectar poder militar en el patio trasero de Estados Unidos sin los costos políticos y económicos que implican sus otros aliados regionales. Nicaragua se ha convertido en el caballo de Troya perfecto para las ambiciones antioccidentales del Kremlin.
Implicaciones para la seguridad regional
La militarización de Nicaragua bajo supervisión rusa plantea serios interrogantes sobre la estabilidad regional. La presencia de asesores militares rusos, equipamiento militar avanzado y la transferencia de tácticas de guerra moderna convierten a este pequeño país centroamericano en un factor desestabilizador para toda la región.
Nueva promesa del régimen: Un BRT de 180 Pasajeros llegará a Managua
Además, el acercamiento entre ambas naciones busca convertir a Ortega en el hombre de Putin en Centroamérica, lo que implica una estrategia de largo plazo para expandir la influencia rusa hacia otros países de la región.
El precio de la traición
Daniel Ortega, en su desesperación por mantenerse en el poder, ha hipotecado la independencia nacional y convertido a Nicaragua en una extensión militar del autoritarismo ruso. Esta traición a los intereses nacionales y regionales no solo compromete la seguridad de Nicaragua, sino que amenaza el equilibrio geopolítico de toda América Central.
La comunidad internacional, especialmente Estados Unidos y sus aliados regionales, debe reconocer que la Nicaragua de Ortega ya no es simplemente una dictadura local, sino un enclave militar ruso que representa una amenaza clara y presente para la seguridad hemisférica. Las medidas para contener esta peligrosa alianza no pueden seguir postergándose mientras Putin consolida su presencia militar a pocas horas de vuelo de territorio estadounidense.
Nicaragua Investiga
