El régimen de Daniel Ortega negó la entrada al país y amenazó con apresar al equipo periodístico de MegaTV, un canal de habla hispana con sede en Miami, Florida, ayer domingo, 24 de abril. Los periodistas fueron expulsados del país forzosamente y enviados a El Salvador.
El periodista Camilo Loret de Mola y su camarógrafo, César Torero, fueron detenidos en el Aeropuerto Internacional de Managua y luego deportados bajo el argumento de que no portaban consigo el examen de COVID-19, a pesar de que ambos sí tenían su documentación en regla.
«Nos estaban esperando, sabían que llegábamos, en qué vuelo y hasta cómo nos llamábamos» dijo el reportero a MegaTV. «Habían avisado que en el vuelo en el que iba para Nicaragua iban un reportero y un camarógrafo de Miami» añade.
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«Cuando llegamos, íbamos por separado y, para sorpresa nuestra, en el reporte médico inicial los agentes de la seguridad del Estado vestidos de civil se fueron donde el camarógrafo y lo llamaron por su nombre» relata Loret, quien instó a su compañero a grabar el encuentro.
«Ahí estaba la inteligencia cubana, es el mismo método. Yo me sentí como si estuviera en el Aeropuerto Internacional José Martí (de Cuba)» expresó Loret, periodista que sigue de cerca las situaciones de países gobernados por regímenes represivos como Nicaragua, Venezuela y Cuba.
«Hay dos grandes moralejas en esto» dice Loret. «Una es que al pasaporte de los Estados Unidos todavía le temen y la otra es que, a lo que más le temen los esbirros es a esto» y señaló su teléfono celular en vivo en MegaTV.
«Cuando César sacó su celular y empezó a grabar, se aterrorizaron, se tapaban la cara, nos hacían señas de que no, se pusieron más agresivos, nosotros nos pusimos más agresivos también. Dijeron que nos iban a llevar a una cárcel en el interior de Nicaragua y cuando nos empiezan a mover nos damos cuenta de que nos montaron a un avión que iba a El Salvador» relató Loret.
Ambos periodistas fueron recibidos en El Salvador, donde pasaron la noche antes de volver a los Estados Unidos. Los periodistas no entienden cómo la seguridad del Estado nicaragüense pudo obtener sus descripciones y seguir sus movimientos.
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