Humberto Ortega Saavedra nació en el seno de una familia pobre, en un pequeño y olvidado pueblo de La Libertad, Chontales, ahí fallecieron sus dos hermanos Sigfrido y Germania a la corta edad de tres y dos años debido principalmente a “las inclemencias en esas inhóspitas regiones montañosas” y a “las férreas condiciones de vida de esas zonas mineras y las limitaciones materiales de nuestros padres”, según recordó el mismo en las primeras páginas de su libro “La Epopeya de la Insurrección”.
La familia salió de aquel pueblo para superar la extrema pobreza que vivían y se instaló en Managua, donde nació Camilo Ortega Saavedra. Así transcurre la niñez de Humberto y Daniel Ortega Saavedra, su hermano mayor, actual presidente de Nicaragua, acusado actualmente de atornillarse en el poder por fraude electoral y de cometer crímenes de lesa humanidad, según organismos internacionales. Entre los años 60 y 70, los tres hermanos Ortega se unieron a la guerrilla sandinista para derrocar a la dictadura de Somoza. Camilo murió a los 27 años en un enfrentamiento en Masaya.
En 1970, Humberto Ortega vio transformada su realidad de pobreza y calamidades y pasó a ser “el hombre más poderoso de la guerrilla”, dice a Nicaragua Investiga Moisés Hassan, quien participó en la lucha armada con los sandinistas, estuvo en la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional con Daniel Ortega y fue cuñado de Rosario Murillo.
Su poder lo llevó a manejar millones de dólares para cubrir las necesidades del Frente Sandinista. Mucho de ese dinero fue donado por otros grupos guerrilleros, gobiernos de la región con simpatía ideológica, organizaciones y movimientos internacionales que se habían maravillado con la idea de que un pueblo se levantara contra un dictador. Esos fondos, sin embargo, los administraba Ortega sin rendir cuentas y sin presentar un reporte detallado de cómo se gastaba en tiempos convulsos de la guerrilla.
Costa Rica: un santuario para recaudar dólares
En 1977, se instaló en Costa Rica un grupo de guerrilleros terceristas —los favoritos del dictador cubano Fidel Castro— liderados por Daniel, Humberto y el mexicano con ciudadanía nicaragüense Víctor Tirado López.
Costa Rica se “convirtió en un santuario” para recaudar dinero y el grupo pasó a ser una tendencia “poderosa políticamente y económicamente en términos militares en los grupos que se habían formado dentro del Frente Sandinista”, dice Hassan.
Humberto Ortega relató parte de esa historia en “La Epopeya de la Insurrección” y explicó que, en 1978, los terceristas obtuvieron apoyo financiero que provenía del Gobierno de Venezuela, Comités de Solidaridad y de personalidades de la región latinoamericana, en un lugar llamado Puesto Central de Mando Palo Alto. “Hay que mencionar también el apoyo que recibió de parte de Omar Torrijos, Carlos Andrés Pérez y en menor grado de México”, añade Hassan.
Fernán Cienfuegos, dirigente de la organización guerrillera Resistencia Nacional (RN) de El Salvador, “nos facilita varios millones de dólares”, dijo Humberto Ortega en su libro sin especificar la cantidad. “También en Palo Alto establezco relación con los líderes Montoneros, los argentinos Mario Firmenich y Fernando Vaca Narvaja, quienes contribuyen para que podamos obtener otro millón de dólares”, agregó en el texto el controversial hermano del actual dictador.
Firmenich, exjefe de Montoneros, fue condenado en su país a 30 años de cárcel y luego indultado. Ahora es un defensor de los abusos del régimen sandinista, funcionario del gobierno de Daniel Ortega con un sueldo que supera los 3,700 dólares, y vive en un lujoso residencial en Managua, según reveló una investigación de Nicaragua Investiga y Connectas.
En otra parte de su libro, Ortega revela que, la exguerrillera Dora María Téllez —excarcelada política y desterrada de Nicaragua por la dictadura sandinista—, le hizo llegar varias barras de oro “recuperadas” en unas minas del occidente del país, que fueron intercambiadas con cubanos por medio millón de dólares.
“En pleno desarrollo de la ofensiva final manejo varios millones de dólares, que son resguardados en sacos de lona, y se emplean de una manera veloz para sostener los ritmos ofensivos que la insurrección demanda”, continúa relatando Humberto Ortega. “Cuando finaliza la guerra obran en mí poder aproximadamente 600 mil dólares, los cuales ocupo en los inicios de la construcción del Ejército Popular Sandinista”, escribió.
“Una cosa es Humberto Ortega con una mano adelante y otra atrás. Y otra cosa es Humberto Ortega cargando una cantidad de millones de dólares estableciéndose después en Costa Rica”, señaló Hassan al especular sobre el que cree, fue uno de los turbios orígenes de la fortuna del general en retiro.
“El presidente Carazo nos costó 30 millones de dólares”
Uno de los episodios en el que aparece Humberto Ortega tocando otra suma de dinero, es en la supuesta entrega de 30 millones de dólares al polémico expresidente costarricense Rodrigo Carazo Odio (1978-1982), quien permitió a los sandinistas operar en su territorio.
Fernando Trejos Masís, empresario costarricense y suegro de Humberto Ortega, denunció en 1980 ante el Organismo de Investigación Judicial (OIJ), en Costa Rica, que en una ocasión llegó a una casa —donde había mucho dinero— que servía de cuartel del Frente Sandinista y entró un emisario de Carazo pidiendo 10 millones de dólares, para cerrar la cuenta de los 30 millones acordados. Esa tarde llegaron dos cubanos y se reunieron a solas con Humberto Ortega, luego salieron con un papel en la bolsa de la camisa.
“Esa misma tarde llegaron otros dos cubanos con cuatro bultos, los cuales contenían dinero que empezaron a contar entre todos y dijeron que eran 10 millones de dólares”, explicó Trejos en su relato ante las autoridades. “Llegó otra vez el emisario del presidente Carazo en el mismo jeep, entró al garaje y montaron los sacos con el dinero y el tipo se retiró. Después de esto, Humberto entró, se limpió la frente y manifestó que “el presidente Carazo nos costó 30 millones de dólares”.
Carazo negó recibir dinero de los sandinistas. “No voy a permitir, por Costa Rica y por mí, que por motivos rastreros se quiera jugar con mi nombre o con el prestigio de Costa Rica. Seré implacable en mi defensa y en la de mi país”, dijo en esa época a los medios de comunicación. La denuncia de Trejos fue desestimada y se archivaron los expedientes, porque no tenía “relevancia jurídica, para que el Ministerio Público pueda fundamentar acción penal”.
Un presupuesto oscuro para Humberto Ortega
Luego del triunfo revolucionario, Daniel Ortega se convierte en coordinador de la Junta de Gobierno (1981 – 1985) y luego ejerce su primer mandato (1985 – 1990). Humberto, mientras tanto, es el máximo jefe del Ejército Popular Sandinista por un período más extenso: 1979 – 1995, impulsando el servicio militar obligatorio para “defender la revolución” de la guerra civil entre sandinistas y contrarrevolucionarios.
En 1990 se realizaron elecciones extremadamente vigiladas: Violeta Barrios de Chamorro (1990-1997) derrotó en las urnas a Daniel Ortega, lo que permitió la salida de los sandinistas del poder para buscar un cambio democrático y una paz duradera.
Moisés Hassan participó como candidato a la presidencia en esos comicios por el Movimiento de Unidad Revolucionaria (MUR) y ganó un curul en la Asamblea Nacional, donde recibió un presupuesto del Ministerio de Defensa, enviado en ese entonces por Humberto Ortega, en el que sólo se podía ver el nombre de la institución y la cantidad de dinero a aprobar en concepto de “asignaciones globales”.
Hassan buscó —continúa diciendo— un presupuesto de esa institución en tiempos de Somoza para ver las diferencias y encontró un desglose detallado de todo el gasto, aunque él dice que eso no era cierto. “En cambio, el mensaje que están diciendo en este proyecto del presupuesto que están mandando a aprobar dice: «aquí hay esta plata y la va a manejar a su gusto y antojo el ministro de Defensa y su gente más cercana»”.
Hassan denuncia que en esa ocasión la Asamblea Nacional “no hizo caso de mis objeciones y aprobó tranquilamente para que a Humberto Ortega se le asignara 700 millones de córdobas sin que dijera cómo los iba a gastar”.
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Cuenta de banco en paraíso fiscal
Róger Miranda, ex Jefe de la Secretaría del ministro de Defensa y mano derecha de Humberto Ortega, escribió el libro “La Guerra Civil en Nicaragua: Dentro de los Sandinistas”, en el que revela que el entonces jefe militar usó en 1979 a un hombre de su confianza llamado Mario Castillo para que abriera una cuenta en un Banco de Panamá con medio millón de dólares y creara la corporación, Alfa Comercial.
También detalló en el mismo libro que Humberto Ortega en 1980, con un salario de 300 dólares mensuales, tenía al menos 17 sirvientes para su familia sin contar con las fuerzas de seguridad. Además era dueño de 1.5 millones de dólares en un banco de Suiza. Según Miranda, ese dinero fue producto de negocios que hizo con el comprador de la institución, Mario Castillo, que inflaba los precios de artículos y supuestamente se repartían el dinero mitad y mitad.
Miranda explica en su libro que Mario Castillo convenció a Humberto Ortega de que no solo debía llevar a cabo la revolución sandinista, sino que tenía que guardar algo para el futuro.
De esta forma insistió en la creación de una oficina para centralizar las compras extranjeras, en dólares, para el Ejército Popular Sandinista y en la que podría cobrar una comisión que entraría a una cuenta personal para Humberto Ortega. “Los negocios son negocios y no harás nada ilegal. Es perfectamente normal cobrar comisiones por ser intermediario entre comprador y vendedor”, le dijo Castillo.
“Quería manejar el Ejército como una cosa absoluta a favor de sus intereses. Él violentaba cualquier regla y procedimiento porque quería demostrar que era él quien mandaba”, dijo Miranda en una entrevista que ofreció al diario La Prensa. “Los principales jefes militares no pagamos casa, luz, agua, teléfono, gasolina, carro, comida. En pocas palabras no pagamos nada”, añadió.
El ex jefe militar había manejado una caja chica de 200 mil dólares mensuales del Ejército. Además tuvo un presupuesto en dólares y otro en córdobas de la institución que fue “gastado en vehículos de lujo que no tenían nada que ver con las necesidades del Ejército Popular Sandinista, mucho menos con necesidades relacionadas de la guerra”, dijo Miranda.
Hassan sostiene que esta es otra de las fuentes de la turbia fortuna de Humberto Ortega, ya que pasó 16 años administrando esta cartera sin ningún tipo de supervisión y rendición de cuentas.
Cuenta de banco en Suiza
Las cuentas de banco en paraísos fiscales no terminan ahí. Cuando el Frente Sandinista perdió el poder en 1990, Humberto Ortega quiso prepararse ante la posibilidad de salir de la institución, según demostró un documento en poder del prestigioso medio The Miami Herald y compartido con La Nación de Costa Rica.
Carlos Aguilar Calderón, exembajador de Costa Rica en Nicaragua, apareció vinculado a una operación financiera del Lloyds Bank, radicado en Bahamas, mediante la que se realizaron 35 transferencias con valor de 6 millones dólares entre el 4 de enero de 1991 y el 11 de marzo de 1992 —dos semanas después de que los sandinistas perdieron las elecciones presidenciales—, a favor de varias personas allegadas Humberto Ortega.
Aguilar Calderón recibió 150 mil dólares. También se transfirió 50 mil dólares a Ligia Trejos Leiva, esposa de Humberto Ortega, y más de 775 mil dólares fueron depositados a nombre de Ramiro Contreras, hermano del nicaragüense-mexicano de René Contreras, ex asistente personal de ex jefe militar.
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“Casi 1 millón de dólares fue a parar a una compañía controlada por ayudantes militares de Ortega y otra parte del dinero desapareció en un enmarañado sendero de cuentas bancarias suizas y de compañías fantasmas en Panamá”, recogió La Nación.
Humberto Ortega se casó con la costarricense Ligia Trejos Leiva, quien es su esposa hasta la fecha. La familia Ortega-Trejos está conformada por tres hijos: Amanda, Óscar Humberto y Mariana, la más conocida por ser finalista de Miss Nicaragua 2004 y quien comentó a la Revista Magazine sobre las etapas duras que ha vivido su padre: “Lo que hizo él me llena de orgullo. Llegar hasta donde ha llegado siendo tan pobre… Ha sido muy duro para él”.
En una entrevista en 2006 con La Nación, Humberto Ortega aseguró que en la actualidad es politólogo e historiador. “Me dedico a escribir y soy un facilitador en lo político”. Sobre sus negocios indicó que no se dedica a ello, pero sus hijos sí. “Ellos tienen las empresas”. El general en retiro es miembro de la Academia de Geografía e Historia de Nicaragua junto a otros compañeros de lucha que ahora son críticos del gobierno de su hermano.
Su salida del Ejército y la opaca venta de armamento
A inicios de 1990, durante la presidencia de Violeta Chamorro, Ortega continuó siendo un poderoso jefe militar aunque creaba desconfianza en la oposición y los contrarrevolucionarios. Su permanencia tenía como meta desmantelar a los contrarrevolucionarios y reducir el Ejército, que comenzó a operar como un gobierno paralelo que incomodó a la nueva administración.
En medio de la presión que había sobre el general para dejar el cargo se vendieron armas de guerra a países que luego entran en conflicto, del que hablaremos más adelante. En 1993, Doña Violeta le avisa a Humberto Ortega que tiene que dejar la jefatura, pero él se resiste.
La presidenta anunció públicamente en el Centro de Convenciones Olof Palme la noticia, lo que provocó la ira de los dos Ortega. A la salida del salón, Daniel y Humberto la increparon violentamente en presencia de ministros y embajadores. Humberto Ortega se vio obligado finalmente a dejar el cargo el 21 de febrero de 1995.
Cuatro años antes del cambio de jefatura, en enero de 1991, el entonces vicepresidente de El Salvador, José Francisco Merino López, culpó directamente a Humberto Ortega de ser responsable por la venta de misiles tierra-aire soviéticos a la guerrilla salvadoreña.
Las declaraciones se conocieron después que el entonces presidente salvadoreño Alfredo Cristiani tuvo un encuentro con el que era canciller nicaragüense, Enrique Dreyfus, quien explicó las gestiones que llevaban a cabo las autoridades de Managua para esclarecer el caso. Cuando el canciller Dreyfus regresó a Managua, planteó la posibilidad de que el general Ortega fuera destituido como jefe militar, por ser el responsable en última instancia de la “venta ilegal de los misiles a la guerrilla salvadoreña”.
Un ex mayor y tres capitanes en complicidad con 11 salvadoreños vendieron ilegalmente “28 misiles de fabricación soviética: 16 Sam-14 y 12 Sam-7 por once mil dólares” al Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) —organización política guerrillera alineada ideológicamente con el sandinismo—, constató el diario El Tiempo. Los activos fueron devueltos al Gobierno de Nicaragua.
El general Ortega afirmó que tras dejar el cargo “no saldría en bicicleta del ejército” y que tenía derecho a un “retiro digno”, recordó a Nicaragua Investiga Roberto Samcam, mayor en retiro del Ejército Popular Sandinista, quien sostiene que otra venta de armas por decisión del Gobierno de Nicaragua y el primer ministro, fueron los helicópteros a Perú y otros activos al Ecuador.
“En ese entonces Humberto Ortega se está metiendo en un terreno muy resbaloso, que es la venta de armas”, dijo Samcam. “Lo bandido de esto es que, Humberto Ortega le vende al Perú los helicópteros y al Ecuador le vende armas antiaéreas. Todavía es una nebulosa cuánto es lo que en realidad vendieron. Puede haber cifra oficial, pero real no que diga a qué fue esto lo que se vendió”, añadió Samcam.
Los medios de comunicación informaron que Perú compró por 24 millones de dólares 14 helicópteros rusos artillados Mi-17 y siete Mi-25. Ecuador obtuvo el sistema de radares y otros activos que costaron 50 millones de dólares, según la prensa de ese país.
Con el dinero se creó el Instituto de Previsión Social Militar (IPSM) del Ejército de Nicaragua, creado por Humberto Ortega, con un capital semilla de 24 millones de dólares por la venta de helicópteros a Perú. Con estos recursos se pudo “suponer” que los oficiales del Ejército habían cotizado entre 1979 y 1994.
A Humberto Ortega le preguntaron por este dinero y si utilizó una parte para convertirse en un gran empresario. En abril de 2006, por ejemplo, estuvo en una cátedra abierta de la Facultad de Ciencias de Comunicación de la Universidad Centroamericana (UCA), exponiendo su libro “La Epopeya de la Insurrección”, en donde se defendió sobre estos señalamientos y dijo que la expresidenta Chamorro “conocía bien sobre las transacciones realizadas y que sería bueno que le preguntaran a ella”, recogió el diario La Jornada. Aunque realmente él pudo brindar explicaciones como general en retiro.
“En los años 80 nadie podía salir del Ejército a poner empresas y sobre todo en Costa Rica. El retiro digno era que una parte de la venta de los activos él se lo llevaba. Y a partir de ahí, este hombre empieza en una bonanza económica increíble. Al día de hoy es un fuerte empresario, un hombre multimillonario”, dijo Samcam.
No hizo declaración de sus bienes
Al dejar el cargo de jefe militar, Ortega no hizo una declaración pública de sus bienes porque “no tenía nada qué declarar”. Aunque es un hombre que no oculta su gusto fino, se muestra esquivo para hablar del origen de sus empresas y cómo acumuló sus riquezas.
“No hubo ninguna declaración de bienes que se conociera, y en ese entonces la declaración de probidad nadie la hizo. Todos trataban de capear el bulto. No había nada que te dijera, este salió con tantos”, confirma Samcam.
“En la época revolucionaria, no se declaraba nada. Por lo menos yo no declaré nada a la entrada, y a mi salida ¿qué iba a declarar?”, dijo Humberto Ortega el 21 de octubre de 1999 en una entrevista con el periodista Fabián Medina, que se publicó en el libro “Secretos de Confesión”, y que retrata las dudas que los nicaragüenses tienen sobre la vida del general en retiro: su fortuna y empresas.
Él sostuvo en la entrevista que no es un gran empresario, no tiene todos los negocios que le han atribuido; vive por su “actividad personal” y por las relaciones que cultivó durante el primer gobierno sandinista. Y como si llevara una vida de aquella infancia pobre, afirmó que tiene que “ingeniársela, como todos, cada quien a su nivel” para sobrevivir.
“Busco cómo subsistir y he buscado cómo asociarse con algunos de ellos que me han dado participación, una posibilidad de hacer negocios, y de esa manera trato de vivir mi vida, dentro del marco de lo legal, dentro del marco de la decencia”. Además aseguró que no es socio de ninguna empresa nicaragüense, porque no tiene las oportunidades de grandes inversionistas.
Según Ortega, no invierte su dinero en Nicaragua porque siempre está buscando negocios de los que pueda vivir y que en este país no hay empresas que le motiven a invertir su dinero. “Quiero decirle que yo jamás voy a ser un empresario. Yo no pretendo cambiar mi imagen. Yo lo que trato es de impulsar algunos negocios para subsistir, para vivir digna y decentemente”, reiteró.
Utensilios de valor en su casa
Humberto Ortega nació en Managua en 1947. Tiene 76 años. Vive en una lujosa casa en Managua, rodeado de un gran jardín en la Carretera a Masaya, que le llaman Complejo Tres, donde tiene gimnasio y campo de béisbol. También tiene otra casa en Costa Rica, Escazú, una zona exclusiva del país que ha acogido a miles de nicaragüenses que huyen de la represión del régimen sandinista.
El Complejo Tres fue propiedad del Ejército de Nicaragua, según Samcam, pero con el decreto en 1983, las propiedades que estaban en dominio de la persona, quedaron bajo su poder. Eso se conoció como “La Piñata de los 80”, una acción del sandinismo que les permitió confiscar propiedades de la familia Somoza y sus allegados. “En esas condiciones fue que le quedó el Complejo Tres a Humberto Ortega. Es una enorme extensión de tierra, tenía hasta un campo de béisbol y era cuidado por gente del Ejército. No sé ahora”, afirma Samcam.
“Todo lo que tenga a su nombre es producto de La Piñata y de los asaltos como el del presupuesto”, dijo Hassan. “La Piñata no ocurrió en 1990, sino a mediados de 1979. La Junta de Gobierno en la que yo estaba todavía, aprobamos un decreto que regulaba el uso que se adhería a los bienes confiscados a los somocistas. Y una de las cosas que decía el decreto es que se destinaban esos bienes y viviendas a miembros del partido sandinista. La Piñata empezó allí y más tarde la legalizaron”.
Al final, los mismos dirigentes revolucionarios se quedaron con casas lujosas, vehículos, empresas, fincas, haciendas y lotes de tierra.
En una entrevista al programa Mi Vida Mi Historia, Humberto Ortega mostró en su casa en Managua objetos históricos, como el reloj que portaba Augusto C. Sandino cuando fue asesinado por órdenes de Anastasio Somoza García en 1934. También tiene varios sellos que utilizó Somoza García en su época de presidente para autorizar documentos. Además, posee el mechero que utilizaba el dictador para encender puros.
Humberto Ortega ha publicado artículos de opinión en las últimas semanas sugiriendo elecciones democráticas en 2026 para resolver la crisis política, establecer una “cohabitación” con su hermano Daniel Ortega, pero no se ha atrevido a responsabilizarlo de las graves violaciones a los derechos humanos que lo acusan.
Hassan considera que estas apariciones están rodeadas de intereses personales que no afecten la vida de millonario y evitar ser llevado a los tribunales de justicia por crímenes de lesa humanidad cometidos bajo el primer gobierno sandinista. “Humberto Ortega sabe perfectamente que una caída violenta de su hermano Daniel lo arrastra a él”.
“Humberto Ortega aspiraría a lo que han llamado un aterrizaje suave en lo que no se produzca una catástrofe, como tribunales de justicia, crímenes de lesa humanidad que lo marcaría a él también. No está protegiendo o está preocupado por Daniel, está preocupado porque la caída lo arrastra y es mejor un aterrizaje suave y podrían conservar los bienes que se han robado”, cerró Hassan.
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