Tras robársela a los jesuitas, la dictadura Ortega Murillo renombró a la Universidad Centroamericana (UCA) como Universidad Nacional Casimiro Sotelo Montenegro.
Casimiro Sotelo estudió en la UCA entre 1962 y 1966, pero no se destacó como gran estudiante ni realizó aportes significativos a esa casa de estudios, sino que, el mérito que el régimen toma en cuenta para otorgarle ese honor, es que Sotelo fue en aquel momento el encargado del Frente Sandinista para reclutar a estudiantes para que se unieran a la agrupación guerrillera.
Ese cargo, de responsable del FSLN en la UCA, se lo dio el propio Carlos Fonseca a Sotelo. En la UNAN la responsable era Michel Najlis y, para el trabajo en las escuelas de secundaria, era Humberto Ortega.
Uno de los compañeros de estudio en la UCA, y gran amigo de Sotelo, fue precisamente el hoy dictador Daniel Ortega. Un biógrafo de Ortega, Kennett Morris, escribió que Ortega “no era muy diligente en sus estudios y su principal rol en la universidad era apoyar a su amigo y compañero de estudios Casimiro Sotelo para crear una célula del FSLN dentro de la misma”.
Ortega, aunque se había unido desde 1963 al FSLN, todavía no ocupaba cargo de relevancia en el movimiento guerrillero, sino que era uno más. Su hermano Humberto sí tenía más responsabilidad en el grupo. Y Sotelo destacaba más aún.
Sotelo, nacido en noviembre de 1944, fue un joven antisomocista que en 1960 se integró al movimiento Juventud Patriótica Nicaragüense (JPN), al cual también perteneció Daniel Ortega.
Desde que Sotelo ingresó a la UCA, se involucró en el movimiento estudiantil y fue responsable del Frente Estudiantil Revolucionario (FER) y también ocupó cargos de dirección en el Centro Estudiantil Universitario de la Universidad Centroamericana (CEUUCA).
Con Daniel Ortega en Cuba
Debido a que sus actividades perjudicaban a la UCA, Sotelo fue expulsado al final de 1966 de la universidad. Y Ortega, que no llevaba bien su vida académica, decidió también dejar los estudios.
Ambos llegaron a Cuba a finales de 1966.
Una de las dirigentes del FSLN en Cuba, Rossy López Huelva, recientemente fallecida, vio llegar a los dos jóvenes a la isla y los hospedó en su casa.
A Ortega y a Sotelo les gustaba jugar con el hijo de Rossy, Carlos, que aún estaba muy pequeño. Ortega se lo subía a los hombros y lo andaba paseando. Una vez le dijeron que le iban a enseñar a nadar al niño, pero a ella se le olvidó.
Unos 15 días después le dijeron que les acompañara a dar una vuelta y la llevaron a una piscina. Ortega llevaba a Carlos en los hombros y cuando llegaron a la pileta, que era extensa, dejó caer al niño en el agua, quien desapareció entre la misma.
Rossy se asustó mucho y comenzó a gritar: “Mi hijo se me ahoga. Yo te mato, Daniel”. Tanto Ortega como Sotelo se lanzaron al agua con todo y ropa, pero todo se calmó cuando el niño emergió del agua, pero en el otro extremo de la piscina. Le habían enseñado a nadar y a flotar.
Muchos años después, en los funerales de un hijo de Lenín Cerna, Rossy López se encontró con Ortega, quien la llamó hacia donde él estaba y dirigiéndose al grupo que estaba con él les dijo: “Ven a esta señora, yo le iba a ahogar a su hijo, pero después ella me iba a matar a mí”. Rossy volvió la vista hacia Ortega y le dijo: “Vos creés que yo no lo hubiera hecho”, provocando la risa entre los presentes.
Asesinado en lugar de Ortega
En octubre de 1967, Daniel Ortega y otros guerrilleros urbanos sandinistas asesinaron al sargento de la Guardia Nacional, Gonzalo Lacayo, a quien mataron en venganza, porque estaba considerado como uno de los más grandes torturadores de sandinistas.
Los asesinos de Lacayo fueron, además de Ortega, Hugo Medina, Edmundo Pérez, Óscar Turcios y Gustavo Adolfo Vargas.
La Guardia, herida porque le habían asesinado a un destacado oficial, inició una intensa búsqueda de los asesinos.
Al mediodía del 4 de noviembre de 1967, el teniente Alesio Gutiérrez descubrió la casa de seguridad en Monseñor Lezcano donde estaban Casimiro Sotelo, Hugo Medina, Roberto Amaya y Edmundo Pérez.
Todos los ocupantes de la casa fueron capturados e identificados como los asesinos del sargento Lacayo, a pesar de que solo Pérez había participado en el crimen.
Los cuatro fueron ejecutados a la orilla del lago de Managua, de una forma similar a la que murió Lacayo: múltiples balazos en el cuerpo y cada uno con un tiro de gracia en la frente, narró Fabián Medina en su libro El preso 198.
Daniel Ortega, quien sí había participado en el asesinato, se salvó, a pesar de que estaba escondido en otra casa de Monseñor Lezcano, muy cerca de donde fueron capturados Casimiro Sotelo, su gran amigo, y los demás asesinados por la Guardia.
Cuando los cadáveres fueron entregados a sus familiares, presentaban señales de tortura.
You must be logged in to post a comment Login