María Eugenia aún le teme a los hospitales, luego de haber sufrido violencia obstétrica hace un par de años durante su primer parto.
La violencia obstétrica se define como la actitud hostil y deshumanizada del personal de salud en contra de las mujeres, su cuerpo y sus procesos reproductivos, como los chequeos ginecológicos o el parto.
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Cuando María Eugenia estaba por dar a luz, trató de comunicarse con los enfermeros para decirles que no soportaba el dolor, pero estos la mandaron a callar.
La actitud fue la misma con las otras mujeres que se encontraban con ella en la sala de maternidad.
Los médicos ya le habían indicado que tendría un parto natural, pero al ingresar al quirófano, destaca que no se le practicó un nuevo chequeo para confirmar que el parto podría llevarse a cabo a como estaba previsto.
Por ello, tras varias horas con contracciones, agotada y con mucho dolor, María Eugenia se desmayó durante el parto, quedando únicamente la cabeza del bebé por fuera.
Ante esto, el cuello uterino inició a cerrarse, y tuvieron que practicarle una episiotomía (corte en la vagina) para poder sacar al bebé.
Lamentablemente, la fuerza aplicada sobre el cuello del niño fue tanta que le provocó lesiones cerebrales.
Médicos la culpan
Asegura que lo peor vino después, ya que no solo debió lidiar con el estado crítico de su bebé, sino también con los señalamientos que tanto doctores, enfermeros, como su propia familia, le realizaron.
María Eugenia fue culpada por las lesiones del niño, por ser “una dejada, una cobarde”.
“Fueron meses durísimos porque no me recuperé bien físicamente, y también creí que mi hijo estaría bien si hubiese sido más fuerte” comparte.
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Durante mucho tiempo María Eugenia se sintió incomprendida, juzgada y deprimida, y le tomó varios meses aceptar que lo sucedido no fue su culpa y que había sido víctima de violencia obstétrica.
Se «normaliza» la violencia obstétrica
La doctora Aurora Bustamante comparte que el caso de María Eugenia se trata de un acto de deshumanización de la atención y es una forma de violencia obstétrica, una práctica que no es muy mencionada pero está presente en nuestro país.
La Dra. Bustamante trabajó en el hospital San Juan de Dios de Estelí en el área de pediatría, donde se encontraba en constante contacto con los partos, por lo que ha notado como se ha normalizado este maltrato a las pacientes.
Comparte que uno de los casos que más le impactó fue el de una niña de 12 años que estaba en labor de parto y a quien la ginecóloga le dijo “si te metiste a cosas de mujeres, ahora abrí las piernas”.
La niña lloraba desesperadamente.
El niño nació con una malformación congénita grave, por lo que tuvieron que trasladarlo a Managua.
Durante el camino la abuela le contó que ese niño había sido producto de una violación del papá de la menor.
“Imagínate, desde ahí la violencia, y después este médico gritándole que aguantara por meterse a cosas de mujeres” señala la Doctora.
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Césareas por facilismo
Bustamante comparte que además de la atención deshumanizada, un gran porcentaje de mujeres en Nicaragua terminan en cesáreas no justificadas.
“Muchas veces a las mujeres se les dice que no pueden parir naturalmente, pero realmente no es un motivo fisiológico, sino que a veces es por conveniencia del personal por no desvelarse” comenta.
Además, comparte que la problemática es más latente en las mujeres campesinas, quienes al desconocer la situación aceptan cualquier método que el médico les sugiere.
Otra forma de violencia común que destaca Bustamante es la inducción del parto con oxitocina.
Esta medicina provoca contracciones uterinas y agiliza el trabajo de parto, pero que muchas veces termina en partos abruptos con graves afectaciones para la madre y el bebé.
Parto humanizado
El parto humanizado es un término que ha ganado popularidad y se refiere a una práctica no violenta de la atención del parto.
En Nicaragua no existe ninguna ley que regule la violencia obstétrica y mucho menos que haga referencia al parto humanizado.
María de Jesús Tenorio, de Servicios Integrales para la Mujer (SI Mujer), comparte que la ley 779 habla de la violencia institucionalizada pero no hace mención en específico de la violencia obstétrica.
Por lo que se considera necesario incluir este tipo de violencia en la legislación, así como sanciones para esa práctica.
En 2018, la diputada del Partido Liberal Constitucional (PLC) María Fernanda Flores, presentó una propuesta de Ley del Nacimiento Humanizado.
Esta proponía la penalización con uno a tres años de prisión a quien violentara el protocolo de atención a las embarazadas.
Y además, señalaba que el incremento de cesáreas es «un negocio».
Tenorio alerta que las clínicas previsionales se benefician de las cesáreas, las cuales son más costosas.
Sin embargo, dicha propuesta fue rechazada y cuestionada por el gremio de ginecología y obstetricia nacional.
Los médicos aseguraron sentirse amenazados por dicha propuesta de ley y que estas intervenciones solo se aplicaban en situaciones de riesgo.
La Dra. Bustamente recuerda cuando en el hospital de Estelí se intentó aplicar un poco el parto humanizado, permitiendo que un acompañante estuviera presente en el momento del parto.
Sin embargo, destaca que “también con estas personas tenían un trato terrible de ‘quítese de aquí’ ‘si se va a poner así se sale’, todo el proceso del parto es horrible”, concluye la especialista.
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