Washington ha intensificado su presencia militar en el Caribe con el despliegue del portaaviones USS Gerald R. Ford, el buque más avanzado y grande del mundo, que llegó a la región a mediados de noviembre de 2025 junto a un grupo de destructores y miles de efectivos. Esta movilización, que incluye cazas F-35, submarinos nucleares y más de 15.000 tropas, se enmarca en una campaña antidrogas que ya ha dejado decenas de muertos en ataques a embarcaciones sospechosas de narcotráfico en aguas internacionales cercanas a Venezuela.
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— Nicaragua Investiga (@nicaraguainvest) November 13, 2025
La administración Trump justifica estas operaciones como una respuesta al supuesto rol de Caracas en el tráfico de estupefacientes, acusando directamente al gobierno de Nicolás Maduro de dirigir redes criminales.
Sin embargo, fuentes oficiales han admitido en briefings confidenciales al Congreso que, por ahora, no existe un argumento legal sólido para extender los bombardeos a territorio venezolano, aunque el Pentágono ha elaborado planes para ataques aéreos de precisión si el presidente lo autoriza.
Tensión máxima en Venezuela: Maduro activa movilización total de sus fuerzas armadas
Expertos militares consultados por medios como The Washington Post y The New York Times indican que, en caso de una escalada, los primeros blancos podrían ser instalaciones logísticas vinculadas al narcotráfico: pistas clandestinas en zonas fronterizas como Apure o Zulia, laboratorios de procesamiento de cocaína en áreas controladas por grupos irregulares, puertos y aeropuertos usados para rutas de exportación, y sistemas de defensa aérea rusos como el S-300, aunque estos se encuentran en estado parcial de operatividad.
Otros objetivos potenciales incluyen bases de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM) o depósitos en regiones como Sucre y Catatumbo, donde operan disidencias colombianas con tolerancia oficial.
Descartan invasión terrestre en Venezuela
Analistas coinciden en que una invasión terrestre masiva es improbable debido al alto costo político y humano, similar a experiencias pasadas en Irak o Afganistán. En su lugar, se barajan strikes quirúrgicos para debilitar capacidades militares y presionar un colapso interno del régimen, sin descartar operaciones especiales contra figuras clave.
Por su parte, Nicolás Maduro ha respondido activando un plan de defensa asimétrica. Documentos internos filtrados y declaraciones oficiales revelan que Venezuela prioriza una «guerra de resistencia prolongada» inspirada en modelos como el de Vietnam o la insurgencia colombiana. El enfoque incluye el despliegue de pequeños comandos en más de 280 puntos estratégicos para sabotajes, emboscadas y disrupción logística, junto al uso de milicias bolivarianas —que Maduro afirma superar los cuatro millones de integrantes— y grupos paramilitares conocidos como colectivos para generar caos urbano, especialmente en Caracas.
El ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, ha supervisado ejercicios masivos con armamento ruso obsoleto pero funcional, como misiles portátiles Igla-S y equipos de la era Chávez. Fuentes militares venezolanas reconocen que un enfrentamiento convencional duraría pocas horas ante la superioridad estadounidense, por lo que la estrategia busca elevar el precio de cualquier intervención hasta hacerla insostenible, dispersando fuerzas en terrenos montañosos y urbanos para una insurgencia prolongada.
Esta postura ha sido calificada por observadores internacionales como un intento de disuasión psicológica, aunque expertos dudan de su efectividad real dada la erosión del ejército regular venezolano —con menos de 100.000 efectivos plenamente operativos y escaso mantenimiento de aviones Sukhoi o tanques—. Grupos como el ELN colombiano, con presencia en territorio venezolano, podrían sumarse a la resistencia, complicando aún más el panorama regional.
Rusia se pronuncia sobre situación en el Caribe cercano a Venezuela
Hasta el momento, el Senado estadounidense rechazó una resolución bipartidista que obligaba a obtener aprobación congressional para acciones en suelo venezolano, lo que otorga mayor margen a Trump. Sin embargo, voces dentro y fuera de la administración advierten que extender la campaña más allá de las lanchas podría derivar en un conflicto impredecible, con riesgos de migración masiva, represalias asimétricas y críticas internacionales por violar el derecho humanitario.
La situación permanece en un punto de alta volatilidad: presión militar estadounidense sin decisión final de ataque terrestre, frente a una Venezuela que se atrinchera en tácticas irregulares para sobrevivir a cualquier agresión.
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