Afligidos se encuentran don César Edwin Hernández, de oficio albañil y Jessenia del Carmen Díaz, quienes en julio del año pasado se convirtieron en padres de trillizos. Este matrimonio, hace cinco años ya había procreado a otro hijo y pasan ahora una difícil situación económica.
La familia está tan desesperada que han decidido hacer a un lado la pena y apelar al corazón de los nicaragüenses que deseen apoyarlos con camas, leche, pañales y hasta ropita para los trillizos, de seis meses de edad.
Con mucha dificultad, esta familia ha logrado conseguir un tiempo de comida básico al día. Para calmar el hambre de sus hijos, Hernández, hurga entre la maleza de los predios cercanos a su casa, en busca de trozos de leña para vendérselos a las tortilleras de la zona y con el poco dinero obtenido, logra comprar el arroz y los frijoles del día.
César Edwin creció con una madre de crianza. El hombre, hasta octubre del año pasado habitaba en la vivienda de ella, ubicada en el Reparto Schick, en Managua, pero cuando ella falleció, meses después fue desalojado junto a su familia. Al reclamante de la propiedad, un hijo biológico de su mamá de crianza, no le importó la suerte de los niños.
Duermen muy mal
Tras ser desalojados, una señora de la comunidad habló con unas amistades de una iglesia Adventista y le consiguió alojarse en una vivienda ubicada en el sector de la pista a Sabana Grande, en Managua, a cambio de cuidarla. En este local, la familia duerme en el suelo, porque los sacaron solo con la ropa que tenían puesta.
Con la idea de darles una mejor vida a la familia, el padre, quien se ganaba la vida como ayudante de albañilería, prestó 800 dólares para viajar a Estados Unidos y trabajar para sacarlos adelante, pero cuenta que en México, fue asaltado por un grupo de venezolanos.
“En México me uní a un grupo en donde iban nicaragüenses y venezolanos, perome robaron y me abandonaron sin dinero, a mi suerte. Seguí con otras personas, pero no pude llegar”, relata el padre, mientras carga a uno de los trillizos y mese a otro en una sillita que recién le regalaron.
Golpeado y asaltado otra vez
Como todo padre que prometió hacer de todo para ayudar a su familia, don César Edwin no quiso darse por vencido y decidió seguir su viaje con la intención de cruzar pronto a Estados Unidos, entregarse a las autoridades migratorias y una vez que fuera liberado, encontrar un empleo y poder mandar para la leche de sus niños, quienes constantemente lloran de hambre.
En el camino, se encontró con otro grupo de inmigrantes que se dirigían a Estados Unidos. También se les unió, pero también lo agredieron y le quitaron lo poco que le quedaba tras el primer asalto. “Esta vez me golpearon feo”, relata. “Yo quedé herido e inconsciente”, relata entre lágrimas. Cuando pudo habló con su esposa y acordaron el retorno. “Dios no quiso y me trajo de regreso, ahora estoy aquí luchando con mis hijos”, dice.
El nicaragüense se recuerda sangrando y tendido en el suelo. Dice que fue auxiliado por una familia que transitaba por el lugar, quienes además de tranquilizarlo, le recomendaron también volver. Se vino desde México pidiendo “ride”. Duró cuatro días en venir a Nicaragua. “Me robaron todo, los documentos que había sacado y la esperanza en ese camino”, lamentó entre lágrimas.
Llamado a la Alcaldía de Managua
Esta familia sueña con tener una vivienda digna en donde sus hijos puedan crecer y cuando llegue el invierno, no se mojen.
“Ojalá que el gobierno o la Alcaldía de Managua, conozcan mi caso y me ayuden con una casita de los proyectos de vivienda. Aquí en la zona, donde estamos viviendo, dicen que van a hacer otras etapas, a lo mejor nos logran ubicar con una que sea sencilla, ya el resto vendrá por añadidura”, expresa don César Edwin, mientras le da el biberón a uno de sus pequeños.
Contó que durante el invierno, las correntadas afectan la vivienda en donde se encuentran, debido a que el inmueble se inunda, lo que les ha hecho perder la poca ropa que tenían.
“Cuando llueve recio, se pone feo. Una vez llovió fuerte a altas horas de la noche, ya estábamos dormidos nos despertamos porque los colchones se nos mojaron, a esa hora busqué donde poner a los niños. El agua se nos llevó la ropa. Hasta como a las dos de la mañana terminé de sacar el agua de la sala”, relató. menciona.
Necesitan medicinas
Los trillizos nacieron con problemas en la cabecita, las que poco a poco podrían sanar siempre y cuando se les suministre el medicamento adecuado. Actualmente, necesitan vitaminas.
“Yo les pido a las personas que tengan vitaminas que nos apoyen, ellos necesitan tomar intrafer en jarabe que está indicado para ayudarles a superar problemas en la sangre. Cuando nacieron pasaron 15 días en incubadoras por sus bajos pesos”, explica doña Jessenia, la madre.
Un médico consultado al respecto, explicó que el intrafer en jarabe está indicado en la profilaxis y tratamiento de la anemia por deficiencia de hierro y ácido fólico en infantes, niños, adolescentes, adultos, mujeres embarazadas y ancianos.
El hierro y las sales de hierro.
“Los niños también necesitan tomar hidropolivit, por lo que le pedimos a la ciudadanía que si alguien tiene estos medicamentos y no los ocupe, que nos done para los niños. Nosotros no tenemos para comprarlos”, agrega la madre.
El hidropolivit está indicado para personas con problemas de desnutrición, destacan páginas especializadas en medicinas.
Doña Jessenia, quien ha trabajado como asistente del hogar, también tiene un hijo de 13 años, quien vive en Carazo con la familia de su progenitor. Actualmente, el niño de cinco años no estudia, debido a las limitaciones económicas que enfrentan.
De acuerdo con el relato de esta madre de familia, esta semana irá a abordar su situación en un colegio público para ver si los directores del centro logran matricularlo, debido a que tampoco tienen uniformes y zapatos escolares.
Buscan empleo
Ante la falta de recursos y la difícil situación económica en el país, don César Edwin, dice que también podría trabajar como guarda de seguridad, pero se le ha dificultado, debido a que los malhechores lo dejaron sin documentación en México. “Yo estoy dispuesto a trabajar en lo que sea, en construcción, como guarda de seguridad. Solo pido una oportunidad para salir adelante con la familia”, solicita.
Si usted desea apoyar a esta familia, puede hacerlo a través del número de celular +505 8752 3516 o bien, puede dirigirse de la entrada del residencial Altos de la Sabana, doscientos metros sobre la pista, tercera casa al norte, en el callejón del autohotel.
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