Mientras una multitud eufórica y efusiva saluda a su máximo líder, que llega en un vehículo Mercedes Benz, sus escoltas y funcionarios no se le despegan ni un solo metro. El hombre de bigote y con la mano alzada se dirige a la tarima principal para ofrecer su afiebrado discurso ante las masas que lo idolatran.
No, no se trata del dictador nicaragüense Daniel Ortega, quien también usa un Mercedes Benz y es idolatrado por los fanáticos sandinistas, sino que debemos remontarnos 90 años atrás, y el hombre en cuestión es nada más ni nada menos que Adolfo Hitler, líder del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NDSAP), el partido Nazi, quien dirigió Alemania con puño de hierro y a sangre y fuego desde 1933 a 1945.
Aunque la figura de Ortega y su esposa Rosario Murillo no tienen la trascendencia mundial que ellos quisieran, la realidad es que los crímenes que a ambos se les achacan son comparables, según los expertos, a los cometidos por los nazis.
«Todos los elementos que se ven en Nicaragua, desgraciadamente, se pueden ver en los Juicios de Nuremberg”, dijo el pasado 2 de marzo en Ginebra, Suiza, el presidente del Grupo de Expertos en Derechos Humanos Sobre Nicaragua (Ghren), Jan-Michael Simon, al presentar un informe en el que se constataba que el régimen sandinista ha cometido crímenes de lesa humanidad.
Mario Firmenich, un ex guerrillero argentino a sueldo de Daniel Ortega
Hitler en 1933 eliminó a los partidos políticos existentes, creando un Estado de un solo partido. Pero también trastocó el ámbito cultural y científico al realizar una «limpieza», de modo que aquello que “no fuese alemán» fue eliminado y los libros de escritores judíos, de izquierda y pacifistas fueron quemados. Estos también fueron obligados a exiliarse o tuvieron como destino los campos de concentración y por consiguiente la muerte.
«Cocinó» sus propias leyes
Hitler y los nazis cambiaron las leyes a su medida en Alemania. Al llegar al poder inmediatamente instauraron una dictadura. Cada vez más utilizaban recursos jurídicos para darle una apariencia de legalidad a sus crímenes y abusos mientras el dictador socavaba la democracia hasta convertirla en sólo una fachada.
Hitler desnacionalizó a los judíos y los despojó de sus bienes y propiedades. El 1 de abril de 1933 organizó un boicot a empresarios y profesionales liberales judíos. También se adoptaron leyes antisemitas. En consecuencia, muchos ciudadanos judíos se marcharon de Alemania. Tan solo en los primeros días de abril de 1933, cientos de judíos se refugiaron en Ámsterdam.
En septiembre de 1935, el partido Nazi anunció una extensa legislación en materia de nacionalidad y ciudadanía. A través de las mal afamadas “Leyes raciales de Núremberg”, delimitó a los judíos de la comunidad del pueblo alemán. De modo que solo los alemanes de origen germano podían seguir siendo ciudadanos alemanes.
Cuando Ortega pedía perdón y hasta se casó por la Iglesia católica
James G. MacDonald, Alto Comisionado para los Refugiados de la Liga de las Naciones, informó en ese entonces del hundimiento económico de gran parte de los judíos alemanes a raíz de estas medidas, previendo un nuevo éxodo.
También Hitler ordenó la “operación Colibrí” o “noche de los cuchillos largos”, entre el 30 de junio y el 2 de julio de 1934, cuando se montó una limpieza contra todos aquellos que se consideraban opositores a la dictadura en las principales ciudades de Alemania, y purgas de quienes podrían interponerse a su objetivo de controlar todas las estructuras del Estado alemán.
Persecución y exilio a opositores
«La noche cristales rotos» fue otra persecución sangrienta contra los judíos ordenada por Hitler. Ocurrió la noche del 9 de noviembre de 1938, en cuya trágica jornada asesinaron a unos 90 judíos, quemaron 191 sinagogas, unos 7.000 comercios fueron saqueados y 26,000 judíos fueron detenidos y trasladados a campos de concentración.
La dictadura nazi no solo obligaba a exiliarse a los opositores y judíos, sino que se quedaba con las propiedades de estos.
Adolfo Hitler fue un dictador con grandes dotes militares y políticos que deseaba establecer una hegemonía absoluta de Alemania sobre otros países.
Igualmente llegó a controlar los medios de comunicación y censuró todas las criticas en su contra. Contaba con una maquinaria propagandística enorme, bajo el control de Joseph Goebbels.
Hitler curiosamente se suicidó en 1945, el mismo año en que en Nicaragua nacía Daniel Ortega.
You must be logged in to post a comment Login