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El primer genocidio de Ortega: La Navidad Roja de los miskitos

El ejército sandinista masacró a los miskitos, en diciembre de 1981, y les destruyó sus comunidades en la ribera del río Coco, para trasladarlos forzados a otro sitio. La otra cuenta pendiente con la justicia de Daniel Ortega.

El 4 de febrero de 1982, el gobierno sandinista de la época denunció “un plan separatista” supuestamente ideado por contrarrevolucionarios y líderes miskitos para sembrar el terror en la zona norte del país, provocar una emigración masiva de indígenas hacia Honduras, propiciar un conflicto armado con ese país y, finalmente, apoyar una intervención extranjera en Nicaragua.

La operación, según dijeron los sandinistas, había iniciado en noviembre de 1981 y tenía un nombre: “Navidad Roja”.

Estaba liderada por el líder miskito Steadman Fagoth, apoyado por exguardias somocistas, enfatizaron los sandinistas, quienes denunciaron que “el proyecto contrarrevolucionario” buscaba que los miskitos declararan independiente de Nicaragua a su territorio y había sido apoyado por líderes religiosos de la zona norte de la Costa Atlántica, a como se le conocía en ese entonces a la Costa Caribe, y por militares hondureños y argentinos.

Expusieron que 60 personas habían sido asesinadas por los contrarrevolucionarios, entre población civil y miembros del ejército sandinista.

Así fue el exilio de Daniel Ortega y Rosario Murillo bajo la dictadura somocista

Era verdad que entre noviembre de 1981 y febrero de 1982 había ocurrido una “Navidad Roja”. Pero no como los sandinistas decían. Por el contrario, lo que ocurrió fue que en esos días el ejército sandinista arrasó con 42 comunidades indígenas miskitas que estaban a la orilla del río Coco, fronterizo con Honduras.

Steadman Fagoth, el principal líder miskito de esos años, conversó con Nicaragua Investiga y contó los detalles de esa barbarie cometida por los sandinistas en contra de su pueblo.

Afirma, incluso, que no fueron 42 las comunidades destrozadas, como se ha conocido históricamente, sino 71. Y habla hasta de cientos de miskitos asesinados en ese operativo sandinista, a pesar de que las cifras expuestas en el pasado son: 64 personas muertas, 13 torturadas, 15 desaparecidas y miles de desplazados.

La Navidad Roja, explica Fagoth, significó que “desde Raiti para abajo, que es Alto Coco, comunidad por comunidad, el ejército sandinista pasó quemando las chozas, escuelas, iglesias y arrastrando a la gente hasta Leimus”, para después llevarlos a campos de concentración a la zona de Kukalaya, en un punto medio en la carretera entre Rosita y Puerto Cabezas.

Al que se negaba a salir de su comunidad, o no quería caminar entre la selva, en caminos inhóspitos, los sandinistas los mataban inmediatamente, agrega Fagoth.

La idea de los sandinistas, aunque la quisieron disfrazar como que buscaban proteger a los indígenas, era evitar que los miskitos que vivían en la frontera con Honduras se convirtieran en una base de apoyo para la Contra, ejército irregular que en esos días aún estaba en proceso de formación y que durante 10 años le hizo la guerra a los sandinistas, hasta que estos últimos se vieron forzados a hacer elecciones libres y perdieron el poder en 1990.

Los sandinistas ubicaron finalmente a 8,500 miskitos en cinco comunidades en la zona de Kukalaya, cuyo conjunto llamaron proyecto Tasba Pri, que irónicamente en miskito significa Tierra Libre.

Fagoth afirma que la Navidad Roja fue, además de una masacre, una humillación hacia el pueblo miskito. En este artículo, Nicaragua Investiga cuenta los detalles de lo que ha sido considerado un genocidio, que nunca ha sido investigado, a pesar de que, en el año 2006, Daniel Ortega y otros líderes sandinistas de la época fueron denunciados por genocidio y crímenes de lesa humanidad ante la Fiscalía nicaragüense y ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

Un año de “prueba”

Los sandinistas, liderados por nueve comandantes, al frente de los cuales se ubicó Daniel Ortega, asaltaron el poder en julio de 1979, cuando, con ayuda del pueblo, derrocaron al dictador Anastasio Somoza Debayle. Desbarataron la forma de gobierno que hubo durante Somoza y crearon un nuevo sistema, muy parecido a lo que existía en la comunista Cuba.

Ese sistema lo quisieron implantar, a como lo hicieron en el Pacífico, también en el Atlántico, pero ahí los indígenas tenían sus propias costumbres y valores.

Steadman Fagoth cuenta que al principio los miskitos trataron de negociar con los sandinistas para que no se produjera un enfrentamiento. Desde 1972, los miskitos tenían una organización que se llamaba Alianza para el Progreso del Miskito y Sumo (Alpromiso), pero los sandinistas lo sustituyeron por otra que llamaron Misurasata (Miskitos, sumos, ramas, sandinistas y Asla Takanka, que en miskito significa unidos).

El ejército sandinista custodia a familiares de 75 niños miskitos que murieron cuando eran trasladados en un helicóptero, en Ayapal, Jinotega, en 1982, como parte de los operativos que siguieron a la Navidad Roja.

Al frente de Misurasata pusieron a Fagoth, a quien también le dieron un lugar en el Consejo de Estado. Otros líderes fueron Brooklyn Rivera —diputado del partido indígena Yatama— y Hazel Lau, hoy magistrada judicial plegada al régimen.

Fagoth explica que hubo tres problemas fundamentales para los miskitos y el principal era que los sandinistas habían ideado una reforma agraria, pero los miskitos se negaban a que sus tierras fueran afectadas por la misma. Los indígenas reclamaban como suyos 45 mil kilómetros cuadrados de la Costa Atlántica, que representaban el 38% del territorio nacional, se quejaban los sandinistas.

El segundo problema era que los sandinistas quisieron imponer a los miskitos que debían pedir permiso si querían salir de noche en sus comunidades, cuando los indígenas aman su libertad.

Por último, los delegados sandinistas se dedicaban a revisar las prédicas de los pastores y reverendos que había en las comunidades miskitas.

Había otras inconformidades, como que los sandinistas querían alfabetizar en español. Los miskitos estuvieron un año esperando a que los sandinistas cumplieran acuerdos a los que habían llegado, pero no hubo cumplimientos.

Entonces, añade, Fagoth: “Nos volteamos”.

La rebelión

A partir de agosto de 1980, los miskitos comienzan a rebelarse y los sandinistas comenzaron a endurecer sus medidas contra los pueblos indígenas.

En febrero de 1981, los sandinistas encarcelaron y llevaron a Managua a Fagoth, Lau y Rivera y a otros líderes miskitos. Los últimos fueron liberados a los pocos días, pero Fagoth no, ya que lo acusaron de traición a la patria y de ser agente de la extinta seguridad somocista. Lo liberaron hasta mayo.

Fagoth regresó a la Costa Atlántica, donde comenzó a organizar a miskitos armados, para lo cual asaltaban a los milicianos sandinistas y los despojaban de sus armas y pertrechos. El primero de esos asaltos lo realizaron en la comunidad de San Carlos de Río Coco, donde había 11 milicianos, a quienes les ocuparon 13 fusiles en total, 11 que tenían ellos y dos más que había de reserva.

Así se fueron abasteciendo de armamento y Fagoth asegura que, para diciembre de 1981, ya tenía a mil hombres debidamente armados bajo su mando.

Los sandinistas denunciaron que, entre el 20 y el 21 de diciembre de ese año, fuerzas contrarrevolucionarias entraron a Nicaragua desde Honduras y se tomaron San Carlos de Río Coco, donde habrían mutilado y matado a soldados del ejército sandinista.

Fagoth cuenta que esos fueron enfrentamientos entre sublevados indígenas y las fuerzas armadas sandinistas. Sería lo que originó lo que hoy se llama Navidad Roja, no la que denunciaron los sandinistas en febrero siguiente, sino la masacre de miskitos y la destrucción de sus comunidades en las riberas del río Coco.

La Navidad Roja

Desde noviembre de 1981, los miskitos empezaron a huir de sus comunidades porque los sandinistas llegaron a las mismas con violencia, le expresaron varios indígenas al documentalista norteamericano Lee Shapiro en un video.

“Los sandinistas invadieron este lugar y dos hombres fueron atrapados al atravesar el río, fueron apuñalados con bayonetas y quemados vivos. El resto de nosotros pudo escapar a un lugar seguro en la selva. Ahí permanecimos durante mes y medio”, indicó un anciano que no fue identificado en el video.

Una mujer explicó: “Huimos en noviembre. Pasamos mes y medio en la selva. Fue difícil transportar al anciano (un familiar). La peor parte fue que no teníamos comida, no teníamos dónde conseguir sal o café. Había gran cantidad de animales malos e insectos. Cuando escapábamos, la tarea se hizo difícil por la cantidad de niños que llevábamos. Nos fuimos por riachuelos en canoas y algunas zozobraron. Muchos niños se ahogaron”.

Otros miskitos huyeron a Honduras. Se supone que fueron aproximadamente 10 mil los que se fueron al país vecino. Sin embargo, los que se quedaron se llevaron la peor parte.

El ejército sandinista inició su operativo el 22 de diciembre de 1981, cuando capturaron en Leimus a 80 miskitos originarios de las comunidades de Asang, San Carlos, Waspuk, Krasa y otras, los cuales viajaban para pasar navidad y año nuevo con sus familias.

Según una denuncia ante la CIDH que hizo llegar Misurasata, ya dirigida por Brooklyn Rivera, a varios de esos 80 detenidos los sandinistas los asesinaron en la noche del 23 y luego los enterraron en una sola fosa. Luego, el 24, mataron a otra parte y los lanzaron al río Coco, mientras que el 26 cuatro hermanos fueron enterrados vivos cerca de Leimus.

Miskitos afectados en 1982 por operativos similares a los que los sandinistas ejecutaron durante la Navidad Roja.

Algunos que estaban en la lista de fallecidos, entregada por Misurasata, la CIDH constató después que estaban vivos, como ocurrió con el joven Vidal Poveda. Sin embargo, esto no significó que los crímenes denunciados eran falsos, sino que el mismo Poveda confirmó la masacre.

Poveda pudo salvarse porque, aunque le pegaron un balazo en el brazo izquierdo, el cual después le amputaron, nadó en el río Coco y pasó al lado hondureño.

“Los sandinistas empezaron a matar gente. Siete de ellos fueron matados aquí. Algunos estaban en la cárcel (de Leimus) y fueron enterrados vivos cerca del árbol. Yo estaba en el último grupo. Nos pusieron en una lancha, abrieron fuego contra nosotros, me alcanzaron en el brazo y caí en el río. Luego nadé. Ya era la medianoche cuando crucé el río. Mataron a dos de mis tres hermanos en Leimus. En total, 35 personas sobrevivieron. Y 75 fueron asesinados”, afirmó Poveda a Shapiro.

Seguidamente, el ejército sandinista trató de inculpar en los crímenes a los soldados miskitos, pero, como estos negaron estar involucrados, los tiraron al río Coco amarrados de las manos y los pies, asegura la denuncia de Misurasata. Los cadáveres de estos militares miskitos aparecieron flotando después frente a las comunidades Siksayaru y Andristara.

Durante todos esos días, el ejército sandinista se dedicó a ir comunidad por comunidad, quemando toda construcción que estuviera en pie, como chozas, iglesias, escuelas, entre otras, explica Steadman Fagoth. “Ellos (sandinistas) tenían en mente que estas comunidades eran nuestra base logística. Por eso decidieron sacarlos a centros de concentración”, dice Fagoth.

El miskito Álvaro Rivera logró escapar de su comunidad Tulingbila hacia Honduras y luego contó lo que vio.

“Yo estaba del lado de Honduras. Fui testigo de todo lo que estaba pasando, cuando la ciudad se incendió y las bombas explotaron. Ellos (sandinistas) incendiaron la ciudad. Fue un fuego increíble, como si hubieran incendiado toda la montaña”, dijo Rivera, agregando que a las embarazadas y a los ancianos los quemaron dentro de las casas.

Un pastor de Leimus, en entrevista con Lee Shapiro, explicó que a los habitantes de todas las demás comunidades los sandinistas los agruparon en ese poblado.

“Un día los sandinistas trajeron por el río (Coco) a gente de otras poblaciones. Las mujeres embarazadas y los ancianos que no podían caminar fueron amarrados en la iglesia e incendiados. Yo estaba del otro lado del río y esperé hasta que los sandinistas se fueron. Luego, regresé y vi las cenizas de esta pobre gente. Otras cuatro personas fueron colgadas de los árboles”, dijo el líder religioso.

Según Fagoth, cuando los sandinistas aglomeraron a todos los miskitos en Leimus, decidieron llevarlos caminando unos 60 kilómetros al sur, al sector de Kukalaya, entre Rosita y Puerto Cabezas (Bilwi). Atrás no dejaron nada, porque los sandinistas destruyeron sus viviendas, sus cosechas y se comieron sus animales como vacas, pollos y cerdos.

El inicio del traslado de los miskitos inició el 28 de diciembre de 1981.

Fagoth cuenta que la travesía a pie fue dura, según le contaron después sus amistades, porque “los iban arreando como chanchos por la montaña y al que no caminaba lo fusilaban”.

A tres personas se les ocurrió meterse a una iglesia a orar y los sandinistas no los esperaron, sino que le prendieron fuego a la iglesia, matando a los que estaban orando, afirma Fagoth.

La Tierra Libre

Un total de 8,500 miskitos fueron establecidos en cinco comunidades: Wisminona, Sahsa, Sumubila, Truslaya y Columbus. A todo ello se le llamó el proyecto Tasba Pri, que en miskito significa Tierra Libre, donde al principio las casas eran de plásticos y después los sandinistas hicieron casas de madera.

En Tasba Pri, la vida de los miskitos fue muy dura porque las familias estaban divididas, les habían destruido sus hogares, sus cosechas, se les habían robado sus animales y, especialmente, los habían alejado del río Coco, que era la vida de ellos.

Hechos similares a la Navidad Roja de 1981 ocurrieron en los siguientes 1982 y 1983, pero Steadman Fagoth asegura que la verdadera Navidad Roja se produjo en diciembre de 1981.

Algunos años después, en 1987, algunos de los miskitos regresarían a sus hogares, como resultado de que se firmó un acuerdo con los sandinistas para que se implementara la autonomía de los pueblos indígenas y afrocaribeños.

Impunidad

La Navidad Roja de los miskitos nunca ha sido investigada.

Los sandinistas alegaron que habían trasladado a las comunidades del río Coco para protegerlas de la Contra.

Además, insistieron en que se les daba comida, vacunas, medicamentos, casas y otros beneficios, pero Steadman Fagoth recuerda que los miskitos, para poder recibir alimentos, tenían que decir: “Viva Sandino”. Al que no decía eso, no le daban de comer.

Fagoth explica que la Navidad Roja no ha sido investigada porque los sandinistas siempre han ostentado el poder, ya que cuando fueron oposición “mandaban desde abajo”.

Además, el 6 de diciembre de 1983, la junta de gobierno sandinista, con Daniel Ortega como coordinador, decretó una amnistía supuestamente para favorecer a los miskitos que estaban en prisión como para los que estaban fuera del país.

Sin embargo, en el artículo 2 del edicto, los sandinistas incluyeron como beneficiarios a todos los nicaragüenses implicados en los sucesos ocurridos en la ribera del río Coco desde el primero de diciembre de 1981 hasta la fecha de emisión del mismo.

Los miskitos interpretaron que la intención real era proteger jurídicamente a los sandinistas que los habían agredido.

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El decreto no produjo el resultado esperado por los sandinistas, ya que, el 23 de ese mismo mes, 2,000 miskitos de la comunidad Francia Sirpe, en la frontera con Honduras, se trasladaron a ese país vecino.

Steadman Fagoth cuenta que en esa travesía los miskitos le dieron protección al obispo de la diócesis de Bluefields, el sacerdote norteamericano Salvador Schlaefer, quien temía ser asesinado por los sandinistas.

En 2006, en octubre, cuando Daniel Ortega era candidato presidencial, fue denunciado ante la Fiscalía nicaragüense y ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) por el caso de la Navidad Roja, como autor de genocidio y crímenes de lesa humanidad.

La denuncia incluyó al ex jefe del Ejército Popular Sandinista, Humberto Ortega, general retirado hermano de Daniel; al ya fallecido ex ministro del Interior Tomás Borge; al ex jefe de la Seguridad del Estado, Lenín Cerna; al comandante guerrillero Omar Cabezas y otros mandos de las fuerzas armadas en los ochenta.

Las denuncias no han prosperado. Están engavetadas.

En respuesta a esa denuncia, el día 20 de ese mismo octubre, mientras hacía campaña electoral en Waspam, en el Atlántico Norte, Daniel Ortega se comprometió a indemnizar a los miskitos víctimas de la Navidad Roja sandinista, en caso de que llegara a la presidencia nuevamente.

“Tenemos el compromiso de indemnizar a todas las familias que fueron afectadas por la guerra, sobre todo, a lo largo del río Coco”, dijo Ortega exactamente, según declaraciones recogidas por el diario La Prensa.

Ortega ganó esas elecciones presidenciales y se instauró en el poder en enero de 2007, pero no cumplió con lo prometido.

Autor
Nicaragua Investiga
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