La historia de Nicaragua está llena de movilizaciones permanentes, acciones armadas y huelgas nacionales en la que los estudiantes universitarios, desafiando la represión, en las últimas décadas han jugado un papel importante en las protestas callejeras, de tal modo, que siempre han incomodado a los que están en el poder, quienes ven a las universidades como espacios que los irrita.
Las universidades han sido espacios de pensamiento crítico durante décadas y la juventud protagonista de luchas sociales trascendentales en la historia del país.
En los años cuarenta fueron estudiantes universitarios quienes se tomaron las calles en varias ocasiones rechazando la reelección de Anastasio Somoza García y fueron estudiantes los que se plantaron en la Cámara de Diputados, Managua, para exigir la aprobación de un proyecto de Ley de Autonomía Universitaria que ellos mismos redactaron.
En abril de 2018, nuevamente fueron estudiantes universitarios los que encendieron la “chispa” que dio paso a multitudinarias manifestaciones contra el régimen de Daniel Ortega. Aunque han pasado muchos años, la más reciente confiscación de la UCA, acusada por la dictadura de funcionar como “un centro de terrorismo, organizando grupos delincuenciales”, revive viejas heridas en el país y marca un retroceso en la autonomía universitaria.
Uriel Pineda, excatedrático de la Universidad Centroamericana (UCA), dijo a Nicaragua Investiga que los estudiantes universitarios son símbolo de la lucha por la libertad, por la opresión y que siempre ha habido movimientos universitarios alrededor del mundo, y en Nicaragua el movimiento universitario ha tenido participación.
“La UCA tiene 60 años de historia. Es la primera universidad privada y durante la dictadura somocista, también se convirtió en un símbolo de resistencia a pesar de que en sus orígenes había sectores vinculados al somocismo”, dijo Pineda.
La UCA y su huella en la educación de Nicaragua
La UCA es la primera universidad privada que se creó en Centroamérica. En Nicaragua, fue fundada el 23 de julio de 1960 por la Compañía de Jesús, como una institución educativa sin fines de lucro, autónoma, de servicio público y que su pasó dejó una huella imborrable en las generaciones de jóvenes que se formaron en este centro de estudios superiores.
“La UCA ha jugado un papel clave en los últimos 50 años de la historia de Nicaragua. Es más que un centro de estudios superiores, su compromiso social y visión humanista trasciende sus aulas para contribuir a la creación de una sociedad más justa, ética y humana a través del debate de ideas, la inclusión y la justicia social”, explicó a Nicaragua Investiga, la excatedrática de la UCA, Asunción Moreno.
“Desde que se comenzó a ver el hostigamiento contra la UCA, era claro que uno de los objetivos de Daniel Ortega, después de lo ocurrido en 2018, era acabar con la UCA por el papel que jugaron los estudiantes de esa universidad, quienes salieron (a protestar) como todo joven que tiene un poquito de dignidad, que piensa y que está viendo que están ocurriendo cosas gravísimas en el país”, dijo el académico nicaragüense, Ernesto Medina.
Las protestas masivas de 2018 desencadenaron la peor crisis sociopolítica de la que Nicaragua todavía no se recupera y que dejó 355 personas asesinadas, según registros de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
Estudiantes enfrentaron a Somoza
Así como los estudiantes en 2018 enfrentaron al régimen sandinista, la historia del país está marcada por otros hechos. La dictadura somocista conocía la fuerza de los estudiantes y que representaban un músculo importante en la sociedad y los enfrentó.
Hace 82 años, el 15 de septiembre de 1941, en un “acto solemne”, Anastasio Somoza García fundó la Universidad Central, en Managua, la que duró poco tiempo abierta a pesar que ofertaba las carreras de Derecho, Medicina, Ingeniería y Bellas Artes.
En 1946, Somoza García cerró la universidad por las protestas que encabezaron los universitarios que se lanzaron a las calles en diferentes ciudades en contra de las aspiraciones del dictador que se propuso reformar la Constitución, con el fin de buscar la reelección.
En esa ocasión, alumnos del Colegio Centroamérica se sumaron a las manifestaciones callejeras. “Dos hijas tuve en mi gestión de gobierno: la Academia Militar y la Universidad Central. A las dos las consideré niñas de mis ojos. Pero la segunda me salió puta”, dijo Somoza García tras cerrar el recinto, según registra la revista digital Envío.
“Los jóvenes salieron a reclamar, a protestar, porque no querían vivir bajo una dictadura, era humillante. A los nicaragüenses nos decían que éramos los criados de Somoza”, recuerda Medina.
Somoza García, director de la Guardia Nacional, que había sido electo presidente de Nicaragua en 1950, se disponía a reelegirse en las elecciones de 1957, pero fue asesinado. La dinastía continuó con su hijo Luis Somoza Debayle.
Persiste reclamo de la autonomía universitaria
Otro hecho de la historia nicaragüense ocurrió en 1957 cuando Mariano Fiallos Gil asumió la rectoría de la Universidad de León. Él llevó a Carlos Tünnermann Bernheim —como secretario general— quien no había presentado su examen general público para graduarse como abogado y tampoco era del agrado de Somoza Debayle.
“Para el gobierno, mi nombramiento era inaceptable, por el hecho de haber defendido, como abogado infieri, a mi compañero de estudios en la Facultad de Derecho, el bachiller Tomás Borge Martínez, ante el Consejo de Guerra que se instaló en el Campo de Marte para juzgar a quienes, los hijos del dictador, consideraban responsables, en alguna forma, de la muerte de su padre”, recuerda Tünnermann en su libro “Memorias de un Ciudadano”.
Las autoridades universitarias prepararon un proyecto de ley orgánica destinado a consagrar la autonomía docente, administrativa y económica de la universidad que finalmente fue rubricado, como “decreto con fuerza de ley, en receso del Congreso”, el 25 de marzo de 1958, por Somoza Debayle, pero no fue una “concesión graciosa”, afirma Tünnermann.
El primer genocidio de Ortega: La Navidad Roja de los miskitos
Los estudiantes apoyaron en todo momento las gestiones del rector Fiallos Gil y se convirtieron en la voz de la oposición popular. La tarde del 23 de julio de 1959, ocurrió una masacre en la que fueron asesinados cuatro estudiantes, y otros resultaron heridos, como consecuencia de los disparos de la Guardia Nacional contra la manifestación.
Los manifestantes participaban en el desfile de los “pelones” de primer ingreso, pero esta vez, en homenaje a los caídos en “El Chaparral”, ocurridos el 22 de junio de ese mismo año, donde fue gravemente herido Carlos Fonseca Amador —en ese entonces estudiante de Derecho de la UNAN y quien años más tarde fundaría el FSLN—.
Carlos Fonseca reclutó estudiantes
En julio de 1955, Carlos Fonseca, de corte marxista, se unió al Partido Comunista. Inspirado por la lucha de Augusto C. Sandino, quien había sido degradado por el somocismo y que lo calificaba de “bandolero”, fundó el FSLN reclutando estudiantes de diferentes universidades, y la UCA, fue una de ellas.
Él había organizado células clandestinas en colegios y universidades, creyendo en el coraje en la juventud.
“Los nuevos sandinistas incursionaron en Nicaragua en 1962 y 1963 con movimientos guerrilleros desde Honduras, a la vez que comenzaron a desarrollar su propia red de células entre los estudiantes, obreros y campesinos”, escribió Enrique Bolaños Geyer (1928-2021) en un artículo titulado “La Verdadera Cara del FSLN”.
En 1965, Fonseca se encontró con Humberto Ortega Saavedra, a quien le asignó la tarea de reclutar estudiantes de secundaria para unirse a la lucha armada que se organizaba en las montañas del país en contra de la dictadura somocista.
Cambio de nombre a la UCA
En ese ínterin, Fonseca conoció a Casimiro Sotelo Montenegro, un dirigente estudiantil que “llevó el mensaje revolucionarios” en la UCA, donde estudió entre 1962 y 1966.
Su labor consistía en reclutar a estudiantes para que se unieran a la agrupación guerrillera sandinista. El gran amigo de Sotelo, fue precisamente el hoy dictador Daniel Ortega.
“Para los jóvenes organizados en el Frente Sandinista, la universidad no era un centro de estudios, sino un escenario para la agitación y la protesta”, señala la Revista Envío. El Frente Estudiantil Revolucionario (FER) fue creado por el FSLN para trabajos exclusivos entre los universitarios de la UNAN-Managua y la UCA.
Sotelo fue asesinado el 4 de mayo de 1967, y 56 años después el régimen utiliza su nombre para renombrar a la UCA.
“Tanto la UCA como la UNAN, fueron centros de reclutamiento y de recoger dinero para mandarles a los que estaban clandestinos y en la guerrilla. En mis tiempos casi todo el mundo sabía que los maestros eran colaboradores y eso la universidad lo toleraba frente a una dictadura que teníamos en ese momento”, señaló Medina.
La lucha del 6 por ciento
A partir de los años 90, los estudiantes de la UCA también tuvieron una participación activa y destacada en el reclamo del 6 por ciento constitucional, una lucha que puso en juego el papel de las universidades en Nicaragua.
Xavier Gorostiaga, sacerdote jesuita y entonces rector de la UCA, en una entrevista concedida a Revista Envío en 1992, reconoció que la “vinculación entre las universidades y los movimientos populares, la empresa y el propio gobierno, es el eje más importante para buscar una alternativa democrática, popular y sostenible para Nicaragua y América Latina”.
“En los años 90, la UCA se convirtió en un símbolo, al igual que la Universidad Nacional, en defensa del 6 por ciento, y esa lucha desaparece con la llegada al poder de Daniel Ortega”, señala Pineda.
Pineda dice que la autonomía universitaria en algún momento se percibió con un “sesgo político partidario” y se observó cuando el diputado sandinista, Edwin Castro llegó a dar clases de Derecho Constitucional en la UCA, sin ser abogado. Era “quien ponía y quitaba profesores en la Facultad de Derecho y manejaba un grupo de personas que estaban contratadas como asesores en la Asamblea Nacional”, añade.
Sandinistas pasaron por la UCA
Durante seis décadas, la UCA formó a estudiantes de escasos recursos y también a la élite política y académica de Nicaragua. “En sus aulas se han formado generaciones de jóvenes bajo el lema ‘en todo amar y servir’, con alto sentido de la justicia y la verdad”, reconoce Moreno.
Los más acérrimos sandinistas que egresaron de la UCA son, por ejemplo: Gustavo Porras, presidente de la Asamblea Nacional y el diputado sandinista, Wálmaro Gutiérrez, incluso la recién electa Fiscal General, Ana Julia Guido cursó maestrías en Derecho Penal y Derecho Procesal Penal.
Daniel Ortega en 1962 se matriculó en esta alma mater para estudiar derecho, pero asistió solamente 10 meses y se retiró tras involucrarse en la lucha armada contra Somoza.
La misma juez Gloria Saavedra Corrales, quien hoy actúa como verdugo y ordenó la incautación de los bienes y cuentas bancarias, así como la jueza Karen Chavarría, quien envió a juicio a varios presos políticos, también egresaron de la UCA.
El pasado de la fiscal Ana Julia Guido, asaltar bancos y traficar armas
Los hijos de Ortega y Murillo estudiaron en la UCA antes de que sus padres volvieran a gobernar en 2007. Juan Carlos estudió comunicación social; Daniel Edmundo, egresó en 2002 como sociólogo; y Maurice cursó algunos semestres de economía aplicada.
Blanca Díaz, esposa de Maurice e hija del director de la Policía, Francisco Díaz, concluyó sus estudios universitarios en la UCA.
“La UCA ha sido una institución que ha acompañado a Nicaragua en los momentos más trascendentales desde su fundación. La UCA se fundó cuando Nicaragua empezaba a transformarse en un país más moderno”, reiteró Medina.
El pensamiento crítico de los estudiantes
En septiembre de 1967, año en que son asesinados en Pancasán un grupo de guerrilleros del FSLN, entre ellos Silvio Mayorga, otro de los fundadores de la organización, vuelve a ponerse de manifiesto la fuerza estudiantil.
Para Medina, en esa gesta heroica el “Frente es casi exterminado” de no haber sido por los estudiantes. “Fue una derrota casi definitiva del Frente, tuvo que replegarse y sobrevivió por las universidades, que era donde se imprimían los comunicados”, dijo.
En 1978, estudiantes universitarios y también de secundaria salieron al frente de las luchas sociales y convocaron una huelga escolar nacional que paralizó todo el sistema educativo.
“Muchos de estos jóvenes que se integraron a la lucha para salir de la dictadura de Somoza salieron de la UCA, porque la UCA formaba a sus muchachos para ser libres, pensar y discutir y es lo que no le gusta a Ortega, por eso es que están obsesionados en cerrarla”, manifestó Medina.
Lo acontecido en 2018, según Medina, es la “historia volviendo a repetirse”, donde los estudiantes salieron a protestar frente a una dictadura y la UCA era la única universidad que había quedado con ese “pensamiento crítico”.
“La UCA ha sido un símbolo de resistencia y lucha por los valores democráticos que la dictadura intentará silenciar y controlar por ser un faro de conocimiento y conciencia social en tiempos difíciles”, señala Moreno.
Añade que la dictadura de Ortega-Murillo, a través de su proyecto político, busca “consolidar un modelo autoritario dinástico de partido único, a través del control político de todos los sectores de la sociedad”, y con ello “imponer el adoctrinamiento en el sistema educativo (…) eliminando la autonomía universitaria, la libertad de cátedra y la concepción de universidad como centro de creación de ideas y pensamiento crítico”.
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