Fidel Castro, el dictador que se tomó el poder en Cuba tras un golpe de Estado en 1959, escapó de múltiples atentados de muerte, y ni la condena internacional de varios países, incluyendo un férreo bloqueo económico de Estados Unidos pudo sacarlo, pero si lo logró la vejez. En el ocaso de sus días, casi cinco décadas después de haberse hecho del control absoluto de la isla, Castro entendió que las afecciones de salud propias de su edad le impedían continuar.
Una enfermedad intestinal grave que enfrentó en 2006 marcó un hito crucial en su carrera política. Ese año, empezó a mostrar públicamente problemas de salud, como mareos y andar pausado. A pesar de eso, su equipo le recomendó mantener bajo hermetismo su condición médica.
“En la situación específica de Cuba, debido a los planes del imperio (Estados Unidos), mi estado de salud se convierte en un secreto de Estado”, dijo Castro en aquel momento.
Sin embargo, pronto fue sometido a una cirugía que, en su momento, dijeron era de estómago. Para entonces el dictador tenía 80 años. Tras la operación, su estado físico empezó a deteriorarse y cada vez se le veía menos en actos públicos.
Poco después, se vio obligado a entregar provisionalmente el poder a su hermano Raúl Castro y dos años más tarde, en 2008, se lo cedió por completo.
«Traicionaría mi conciencia ocupar una responsabilidad que requiere movilidad y entrega total que no estoy en condiciones físicas de ofrecer», aseguró Castro en una carta en el medio oficialista ‘Granma’ cuando decidió pasar la estafeta del poder a su hermano.
Los males de estómago no eran ajenos a Castro. Juan Reinaldo Sánchez, su escolta durante 17 años, reveló que en 1983 fue tratado de una úlcera cancerosa, que le regresó más tarde, en 1992.
Según Castro «llegó a estar muerto» y se sentía como un «resucitado» en los años en que aquella afección le causó serias complicaciones de salud.
No quiso ser “humillado”
Muchos años más tarde, la filtración de cables conocida como WikiLeaks reveló que el padecimiento de Castro era una inflamación de los divertículos, que consiste en protuberancias en el tramo final del intestino. Fue por esto por lo que el 26 de julio de 2006 sufrió una hemorragia durante un viaje en avión.
Su condición le obligaba a someterse a una colostomía, es decir, la extracción de una parte del intestino y colocación de una bolsa en una abertura de la pared abdominal, la cual andaría por el resto de su vida, pero se negó al procedimiento calificándolo como una “humillación”, hasta que finalmente murió el 25 de noviembre de 2016 a los 90 años.
El cierre de la era de los Castro
Raúl Castro gobernó por diez años después de recibir el poder de manos de Fidel, pero en 2018 también renunció debido a su avanzada edad, cerrando así un capítulo de 65 años de dictadura familiar en Cuba. Miguel Díaz-Canel asumió el poder desde entonces. El fin de la era de los Castro se convierte en un símbolo de cómo la vejez y la muerte son los únicos enemigos que un dictador no puede vencer.
Ortega quiere morir en el poder
En el caso de Nicaragua, Daniel Ortega cumplirá 79 años el 11 de noviembre, está a solo un año de la edad a la que Fidel empezó a desmejorar considerablemente su salud. Es actualmente el presidente más anciano de Centroamérica y Rosario Murillo, de 73, se prepara para iniciar la sucesión dinástica, mientras la oposición sigue fragmentada y sin estrategia.
El activista opositor Juan Sebastián Chamorro, dijo en una entrevista anterior que están claros que para Ortega “su plan es morir ahí donde está, en el poder” y recomendó que la oposición no debería esperar a que “la naturaleza haga su trabajo”, sino que deben de buscar cómo ejercer presión internacional para que este se vea arrinconado a realizar elecciones transparentes.
Para las elecciones generales previstas para noviembre de 2026, Ortega tendrá 81 años ¿se atreverá con esa edad a postularse nuevamente?. Dentro del proyecto dinástico los Ortega-Murillo tienen para perpetuarse por largo rato. Rosario Murillo tiene 9 hijos, 8 de los cuales tienen cargos de asesores presidenciales listos para continuar el proyecto dictatorial.