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La Xenofobia silenciosa: tres desafíos y resiliencia de los nicaragüenses exiliados en Costa Rica

Los nicaragüenses en el exilio han sido actores políticos activos, participando en foros internacionales y organizando protestas para exigir justicia y el cese de la represión en Nicaragua

Donald Muñoz Canales, Activista en DDHH, Libertad y Democracia.

Desde abril de 2018, Nicaragua ha experimentado una de las crisis políticas más graves de su historia reciente. Las protestas contra las reformas al sistema de seguridad social rápidamente se convirtieron en un levantamiento masivo en demanda de democracia y el fin de la represión gubernamental. Sin embargo, la respuesta del régimen de Daniel Ortega fue brutal, con una represión masiva que dejó cientos de muertos, miles de heridos y detenidos, y una crisis de derechos humanos que continúa afectando al país.

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Uno de los efectos más devastadores ha sido el desplazamiento forzado de miles de nicaragüenses, quienes han buscado refugio en Costa Rica, país vecino que históricamente ha sido un lugar de asilo para quienes huyen de la represión en Centroamérica. Según ACNUR, más de 77,000 nicaragüenses buscaron asilo en Costa Rica entre 2018 y 2020, marcando uno de los mayores movimientos migratorios en la región. Sin embargo, esta llegada masiva ha generado tensiones sociales y ha provocado brotes de xenofobia.

Tres desafíos para los nicaragüenses exiliados en Costa Rica

A pesar de la tradición de respeto por los derechos humanos en Costa Rica, los nicaragüenses exiliados enfrentan desafíos considerables para integrarse a la sociedad costarricense.

  1. Barreras laborales y económicas: Los exiliados nicaragüenses enfrentan dificultades para acceder al mercado laboral formal. Muchos carecen de los recursos para establecerse, y los procesos de regularización migratoria son lentos y costosos. Esto ha llevado a que una gran parte de la población migrante trabaje en la economía informal, en sectores como la agricultura y la construcción, donde sufren explotación laboral y falta de acceso a beneficios como la seguridad social. Según la Encuesta Nacional de Hogares 2020 de Costa Rica[1], aproximadamente el 60% de los migrantes nicaragüenses se emplean en sectores como la agricultura, la construcción y el servicio doméstico, los cuales suelen tener altos niveles de informalidad laboral.
  2. Xenofobia y discriminación: La llegada masiva de migrantes ha generado tensiones en Costa Rica, donde parte de la población asocia a los migrantes con el aumento de la delincuencia y la competencia por empleos. Un informe del Programa Estado de la Nación en 2019 reveló que entre el 35% y el 40% de los costarricenses relaciona la migración con problemas sociales. Estos prejuicios han sido alimentados por discursos políticos y mediáticos, incrementando la discriminación hacia los nicaragüenses.
  3. Barreras culturales y sociales: A pesar de compartir una historia y lengua común, las diferencias culturales entre nicaragüenses y costarricenses han exacerbado los prejuicios y la discriminación. Muchos exiliados ocultan su identidad nacional para evitar conflictos y discriminación, lo que afecta su bienestar emocional y su sentido de pertenencia.

Resiliencia de los exiliados nicaragüenses

A pesar de estos desafíos, la población nicaragüense en Costa Rica ha demostrado una notable resiliencia, organizándose en redes de apoyo mutuo que les permiten compartir recursos y ofrecer contención emocional. Organizaciones como el Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca Más y la Fundación para el Desarrollo y la Innovación Social han sido fundamentales en documentar abusos y brindar asistencia legal y psicológica.

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Los nicaragüenses en el exilio también han sido actores políticos activos, participando en foros internacionales y organizando protestas para exigir justicia y el cese de la represión en Nicaragua. Esta participación ha permitido que la comunidad internacional mantenga la presión sobre el régimen de Ortega.

Consideraciones finales

La crisis de abril de 2018 ha dejado una profunda huella en la sociedad nicaragüense, y los efectos de esta crisis siguen repercutiendo en los exiliados en Costa Rica. Aunque enfrentan múltiples desafíos, desde la discriminación hasta la precariedad laboral, los nicaragüenses han demostrado una enorme capacidad de resiliencia.

La comunidad internacional debe seguir apoyando a los exiliados y presionando al régimen de Ortega para que cese la represión. Además, es necesario redoblar los esfuerzos para combatir la xenofobia en Costa Rica y garantizar que todas las personas, independientemente de su origen, vivan con dignidad y respeto.

Por: Donald Muñoz Canales, Activista en DDHH, Libertad y Democracia. Presidente de la Fundación para el Desarrollo y la Innovación Social, miembro de la Red ProdePaz Nicaragua.

[1] Fuente: Instituto Nacional de Estadística y Censos de Costa Rica (INEC), Encuesta Nacional de Hogares 2020.

 

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Nicaragua Investiga

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